Capitulo 7

2.8K 144 1
                                    

“Todo fue mi culpa”

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Todo fue mi culpa



Jeon Jungkook

Había pasado una semana. Arnie no quería hablar con nadie, ni siquiera salir de su habitación. Iba al local, hacia par de cosas y volvía desganada.

En cierto punto la entendía, separarse de su familia debió de ser muy duro para ella. Más de lo que creía.

–Solo está buscando atención. –comentó Brad mientras se acercaba a mi. Tomó asiento en la parte derecha del banco y miró hacia el mismo rosal que observaba. –No le des mas vueltas a esa cría, estará bien. –acarició mi muslo.

Sentí que alguien nos miraba. Doblé la vista y allí estaba ella, su piel blanca del otro lado de la puerta mientras me espiaba. La forma en que se veía era ridícula, no quería dirigirme la palabra pero le encantaba espiarme a cada paso que diera.

Patética.

–No todas son como tú. –le devolví el gesto y acaricié su muslo. Sin darme cuenta Weeler estaba cada vez más cerca. Parecía un pequeño bichito caminando de un lugar a otro mientras se escondía detrás de los arbustos solo para escuchar la conversación.

Tomé del rostro a mi acompañante, hice que me mirara fijamente y entre abrió sus labios en busca de algo más. Relamí los míos. Mi vista se encaminaba de vez en cuando a mi espía, pero ella no tenía ni la mas mínima idea de que ya la había descubierto. Me acerque un poco a Rashed, sus ojos se abrían cada vez que nuestros cuerpos se acercaban mas y me dirigí a su oído.

Susurré algo y ésta asintió, dio un beso en mi mejilla y sin mirar atrás fue hacia dentro.

Acomodé una rodilla encima de la otra, Weeler estaba de espaldas al arbusto. Su cabeza se encontraba inclinada, ya que habían pasado varios minutos desde que la otra chica se había marchado. Un zumbido se notó en mi oreja, moví la cabeza y la abeja voló en dirección a la chica del otro lado.

–Te va a picar una abeja si sigues allí escondida. –le grité. La chica no hizo caso y tan siquiera se movió. –¡Weeler no estoy jugando! –Me acerqué más a ella. En estos momentos estaba del otro lado del arbusto al cual estaba recostada. –Weeler. –susurré pero no se inmutó a hacer ningún movimiento o tan siquiera responder.

Levanté la mirada, al lado del arbusto había un panal de abejas. Corrí hacia el otro lado de las hierbas. Mi corazón latía a mil. No me quería imaginar que había podido pasar.

El pelo de la chica se encontraba trabado con una de las ramas del arbusto, su mano extendida en el suelo, sus pies abiertos y sus ojos cerrados. Traía varias picaduras de abeja por todos sus muslos y brazos, y estaba totalmente hinchada.

–¿Cómo pude dejar que esto pasara? –me reproché a mi mismo. Agaché y safé el nudo de su cabello para tomarla en brazos. Se veía tan débil sobre mi, su rostro lloroso y ojos hinchados. De seguro había llorado por lo bajo para no llamar mi atención.

Antes de darme cuenta ya estábamos dentro de la mansión, la recosté en su cama y llamé a un doctor. Esto era algo serio.

Cerraba mis ojos y la chica era todo lo que venía a mi cabeza. Ella era la dueña de mis pensamientos. Todo esto era mi culpa. Tenía toda aquella imagen grabada en mi cerebro, y aquella cinta repetitiva no paraba.

[...]

El doctor recién se había marchado, Weeler era alérgica a las abejas y que varias la picaran fue demasiado para su cuerpo. Lo bueno es que el doctor llegó enseguida y le pusieron los sueros necesarios. Ella ya se encontraba mejor. En su habitación.

Di dos toques en su puerta, hasta que no dio un pequeño murmuro no pasé. Estaba recostada en la cama, como mismo la había dejado. Su mirada apagada, decaída, aun mantenía su cuerpo hinchado y par de sueros en venas para poder mejorar.

–¿Te encuentras mejor? –dije mientras me acercaba un poco más a ella. Me senté en la silla que se hallaba al lado de la cama y tomé su mano sin dejar que me respondiera. –Esto es para ti. –entregué una cesta de fresas. –Son frescas y el doctor dijo que te harán bien. Se que te gustan mucho.

–Gracias. –dijo por lo bajo. –No deberías molestarte tanto. Todo pasó por mi culpa. Debí de ser mas cuidadosa.

–No te culpes de todo. –acaricié la palma de su mano. Debía de consolarla.  –No sabes el mal rato que he pasado antes. –le confesé y apenada me devolvió un lo siento. –¿Por qué me estabas espiando?

–Cualquier persona preocupada diría, ¿Como llegaste allí? Pero tu no eres esa clase de persona. –acarició su hombro y cambió su vista. Esta vez me miró directo a los ojos. Sus ojos color miel hicieron contacto con los míos.

–No quieras evadir mi pregunta.

Me interrumpió.

–Quería pedirte perdón. La he estado pasando muy mal desde que me separé de mis padres. No se quién tenga la culpa, si tú por comprarme o ellos por venderme. He estado martirizando demasiado la pregunta y no me concentro en ser feliz. Pero... ¿Podré ser feliz en un lugar como este?

Dejó la pregunta en el aire. Sabía que no me lo estaba preguntando, mas bien, se lo estaba preguntando a si misma. Ambos sabíamos que si era feliz, no de la mejor manera, pero si lo era. Weeler tenía potencial para ser Stripper, era mirar sus ojos y saber que le gustaba. Lo disfrutaba. En la casa nunca tenía malos tratos, y era muy afortunada por convivir a mi lado.

No le respondí nada.

Ella debía de pensar sus cosas sola, sin nadie que le estuviera dando su punto de vista o tan siquiera añadiendole mas dudas a sus dudas.

Weeler era una buena chica, eso no lo podía negar, pero esto era su vida. Debía de vivir la realidad. No volvería con sus padres, no le daría libertad y trabajaría de Stripper, no para siempre, pero si por un buen tiempo.

Solo él sabia el futuro de la chica. Y hasta ahora eso no me importaba para nada. Ella era alguien más de mi pequeño mundo. Una de mis tantas princesas desesperadas.

 Una de mis tantas princesas desesperadas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
(+18) VENDIDA / JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora