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Arnie Weeler

Su mano sostuvo con furia mi muñeca. Tal parecía que no le agradaba ni un poco hablar de esos temas familiares con mi persona.

Tal parecía que nada de mi le agradaba en verdad, y al menos también tenía la certeza, de que nada de Jungkook también.

¿Que habría pasado para que se pusiera de esa manera por tan solo hacer referencia a su nombre?

Mi barriga gruñó, haciéndome saber que no podría tomar al menos ni una sola gota de agua, estaba muy llena.

Caminaba a empujones por los pasillos de aquella inmensa casa, terminamos doblando por uno un poco estrecho, el cuál se me hacía totalmente desconocido. Al final de éste, a unos cuántos metros, quizás fueran veinte pasos, se podía visualizar una puerta verde.

Aquel lugar era una especie de tunel sin salida, unos candelabros alumbraban escasamente el alrededor. No habían ventanas, pero muy al contrario de tener un vista para relajar el encierro, habían cámaras posadas por cada rincón.

Tal parecía que el de la vista sería Rash.

-Esta es tu nueva habitación -murmuró abriendo aquella puerta sin ningún tipo de sentimientos- Tiene un baño, es algo pequeño en dónde podrás hacer tus necesidades, por lo que no tendrás que salir para absolutamente nada de aquí.

-¿Y si tengo hambre?

-Pienso que no querrás comer nada en al menos un día entero después de todo lo que acabas de comer.

Rodee los ojos, tenía razón, pero no sé la daría.

Nunca.

-¿Y si me tengo que bañar que ropa me pongo?

-Mas tarde traeré algo que te pueda servir.

-¿Y si...?

-¿Y si mejor te callas y acabas de entrar a la puta habitación? -Me indicó con un grito, por lo que pude observar vagamente la habitación. Era mucho peor que la anterior, por el espacio, la ventilación, por todo.

-¿Quién te crees que soy para tratarme así? -exigí, ya estaba cansada de todas sus jodidas malas mañas.

Estaba cansada de callar, de aguantar sus quejas y reclamos. Sus malos tratos hacia mi persona.

-¿Por qué cojones me tratas de esta manera? ¿Que te he hecho? ¿Qué hice mal? ¿Por qué yo y no otra persona? ¡EXPLICAME! -grité mientras partía mi llanto.

La impotencia me consumía, no quería esto para mí. Prefería morir a seguir de esta manera, sin ser nada.

Rash no dijo nada.

El silencio era su respuesta, tan solo me hizo una seña de que se marcharia y así lo hizo.

-¡No me dejaras aquí de nuevo! -grité, forcejeando la puerta mientras sentía como el seguro se apoderaba de ésta -¡NO, HIJO DE PUTA!

Di una patada en la puerta mientras cerraba mis ojos del dolor que eso había causado.

Sentí sus pasos, lentos y firmes mientras se alejaba de mi, dejándome sola en aquel lugar. Sin una vista, sin un entretenimiento, sin nada.

Corrí hacia la almohada, puse mi cara contra ésta y grité con euforia.

Ya estaba cansada de este destino.

3 meses después

El tiempo pasaba y no obtenía respuestas. Seguía encerrada en aquel cuarto sin ver nada más que a Rash por la mirilla de la puerta mientras se dirigía en mi dirección a traerme la cena, y una vez que se iba.

Estaba flaca, mi barriga había disminuido a causa de llevar tanto tiempo comiendo una sola comida al día, y en pocas cantidades.

Él venía, abría la puerta y dejaba el plato con un poco de agua, para volver a marcharse.

No decía una palabra, no chocaba con mi persona o tan siquiera me miraba. Lo hacía todo demasiado rápido para que mis sentidos captaran algo que hacer al respecto.

Me cansé y pareciese como si me estuviese volviendo loca en aquel agujero sin salida.

Habían veces que lloraba con y sin motivos, era algo rutinario que no podía evitar. Daba golpes en las puertas, pedía ayuda, pero no había nadie que pudiese brindarmela. Pasaba horas en el baño limpiando cada gota de sangre que pudiese llegar a derramar con algún golpe, y mis manos las venda a con la poca ropa que disponía para que los moretones no dolieran tanto.

Recuerdo bien aquella noche, cuando entro sigilosamente mientras dormía después de haber sufrido tanto. Recuerdo como tocó sutilmente mi hombro, pareciera como si estuviese en un sueño por el olor a fresas que pude sentir.

Mis ojos se abrieron al instante para encontrarme lo delante de mis ojos. Por primera vez después de mucho tiempo había un contacto visual mío y suyo. Me senté sobre la cama y él, sin esperar mucho tiempo, hizo exactamente lo mismo, poniendo entre mis piernas un lote completo de fresas acarameladas.

No dijo nada al respecto de eso, pero sin embargo comenzó a hablar de algo más.

-¿Ha pasado mucho tiempo verdad? -se pregunto a si mismo mientras inspeccionaba el lugar -Tengo una oferta que puedes o no rechazar. Está en tus manos el futuro que pretendes para tu vida -hizo una pausa, me miró a los ojos, de una forma penetrante y oscura- Te voy a dar la oportunidad de que te unas a mi. Si lo haces, podrás ser libre, en lo que cabe de la palabra, siempre y cuando sepas respetar los límites que sean debidos en su justo momento.

-¿Y si no lo hago? -se vio interrumpido por mi. Negó con la cabeza y respiro profundamente.

-Realmente no lo quieres saber -sonrió, pero no de esas sonrisas perversas, sino otra muy distinta a las que acostumbraba a ver de su parte -Eres una niña tan tonta, ¿En qué cabeza cabe no aceptar menuda oferta que te estoy haciendo? ¿Acaso no te ha quedado claro lo que puedo a llegar a hacer contigo?

Tape mi cuerpo con mis manos, no quería que me abusara nuevamente, no quería tener que volver a tener que soportar que sus manos me tocaran.

-No pretendo estar contigo, ni siquiera me gustó cómo me la chupaste aquel día. -hizo una cara de asco- ¿Aceptas o no? No tengo mucho tiempo y tengo un evento que preparar.

-¿¡Que tengo que hacer!? -murmuré. Prefería mil veces unirme a él en lo que quiera que fuera a seguir siendo una prisionera suya.

-Primeramente bañarte, en un rato te traeré lo que te pondrás en el evento. Hoy será tu primera prueba -puso uno de sus dedos en mis labios, haciéndome entender que no debía de hablar- Te lo advierto desde ahora, ni una sola palabra quiero que salga de esa boca está noche, o se rompe el trato de una puta vez y vuelves a estar prisionera. ¿Entendido?

-Si -murmure- No diré una sola palabra Rash. No quiero arruinar mi oportunidad.

Y así, fue como obtuve una mano a no ser más una don nadie. Ese día me había unido a algo que ni siquiera sabía que era, pero en dónde no podía ejercer mi palabra. Ese día conocería quizás sus secretos, y un solo paso en falso, lo más probable me llevaría a la muerte.

(+18) VENDIDA / JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora