Asustada en el bosque no tenía ni idea del porqué estar en ese mundo de cuentos clásicos, quería estar en casa, leer un buen libro acompañado de dulces y dormir en mi cama fresca y cómoda disfrutando de los primeros días del verano.
Llegado la noche, nada más contaba con la luz de la gran luna. Podía escuchar el sonido de los grillos y la fría brisa congelando mi cuerpo y envolviendo mi cabello largo platinado. Me abracé a mí misma sin dejar de caminar por el camino que me indicó Caperucita Roja, aunque jamás me dio una explicación específica de cómo salir de ese mundo tan raro.
Sí que el clima era frio, no cargaba ni un suéter, ni mucho menos la ropa adecuada para estar en un mundo de cuentos clásicos donde la higiene es escasa. Llevaba una falda negra corta y un top azul con mangas cortas, y unas botas blancas altas que llegaban hasta mis rodillas.
Iba a darme un resfriado si no salía de allí pronto; posiblemente con hipotermia.
—Debí quitarle esa estúpida capa roja a Caperucita, en estos momentos debe de estar estallando en calor con ese puto lobo, mientras yo muero de frio en este siniestro bosque —dije hablando sola—. Por eso mi abuela me decía que cubriera más mi cuerpo en vez de usar toda esa ropa corta, pensando que estaba loca y que no sabía de lo que hablaba porque su época fue distinta a la de ahora. Me imagino lo que diría al verme, también el idiota de mi hermanastro, se burlaría en mi cara.
Oyendo pasos que venían hacia mí pensé que era alguna alucinación de mi parte. Juraba que oía como si un ejército me estuviera persiguiendo por el sonido de los galopes de caballos y gritos de hombres. Volteé y pude notar que eran los supuestos caballeros con armaduras que llevaban con símbolos de corazones de diferentes formas, y algunos tréboles, parecidos a los símbolos de corazones en las cartas de póker.
Supuse que esos caballeros pertenecían al cuento de Alicia En El País De Las Maravillas.
Comencé a correr, mi cabeza sólo me decía «¡Corre!» pero no pude evitar voltear de nuevo. Divisé al caballero rojo que iba en la cabeza de todos. Percibía que ese caballero debía de ser el más fuerte, mucho más decidido en capturarme que los demás porque con su espada me apuntaba montado en su caballo, mientras los demás no lograban seguirle el paso al caballero más rudo.
Desviándome del camino crucé los árboles, cada vez sentía que no iba a poder escapar, lo veía más cerca. Intentando nuevamente de ver el camino que seguí anteriormente seguí corriendo con la mano en el corazón.
Los otros caballeros se quedaron atrás, los tontos por lo visto se perdieron en el bosque. Sin embargo, el caballero rojo estaba dispuesto a no dejarme escapar. Fue la experiencia más aterradora que pude viví r; ser perseguida por un hombre que quería raptarme.
No sabía si era por el lugar y el momento que lo hizo más aterrador, no había más camino, no sabía a dónde más ir o correr, no supe a quién esperar, sólo lo que tenía que pasar.
Con el corazón a punto de salir de mi pecho giré en dirección del caballero que se bajó del gran caballo negro que resoplaba con fuerza. Retrocedí poco a poco a la vez que mi asechador se acercaba.
Muy tonta tropecé con una de las raíces un árbol cercano al final del camino. No pude moverme, ni decir nada, permanecí quieta, recostada en el suelo, muerta de sueño y de miedo.
Una que otra vez viví ese sentimiento de querer dormir unas mil horas después de tener insomnio por leer tantos libros de misterio en un día y no descansar, de esos libros de suspenso donde hay a veces romance y hasta que no acabara un libro no dormía por culpa de la intriga, al acabar el libro tenía que colocar caricaturas a la hora de dormir y dejar la luz encendida (no le tenía miedo a la oscuridad, le tenía miedo a no estar sola en la oscuridad) Por lo que sufría a veces de pánico cuando el bombillo de mi lámpara se quemaba o rara vez en la que se iba la luz y también se apagaba el televisor.
Así tan parecido era el sentimiento en ese momento aterrador al tratar de ser aprisionada por aquel caballero que no aparentaba ser el típico héroe dispuesto a salvar a la protagonista, si no del atractivo villano que ardería el mundo por la chica.
¡Pero él no tenía pinta de amar a nadie! Por su posición estaba dispuesto de acabar con quién fuera que se atravesara en su camino.
El caballero se acercó más a mí, lentamente, arrodillándose se inclinó hacia mí; era algo aterrador.
No apenas pude ver el destello de sus ojos tras ese casco de hierro, esos eran las ventanas de su alma... de sus escalofriantes y hermosos ojos color ámbar. Y el extraño y llamativo color del iris de sus ojos. En ellos logré observar la llama del fuego arder en sus ojos alrededor de sus pupilas.
Inclinándose fue acercando su rostro al mío sintiendo su respiración casi cerca de la mía, descubriendo su boca levantó su casco de hierro enseñando sus labios.
Mi corazón latió con más deprisa al ver que aproximó sus labios a los míos.
Tenía sueño.
Quería dormir.
Pero también temía por mi vida.
Nuestros labios estaban a cinco centímetros de distancia. Y mis párpados exigían descanso.
—Eres tú... —no pude escuchar lo que me dijo al final, lo último que recuerdo fue haber sentido sus labios contra los míos.
No pude escuchar lo que me dijo aquel caballero rojo, la verdad no me importó tanto como aquel dulce beso; el cual si recordaba.
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Cuento Retorcido © [#PGP2024]
Fiksi Umum«El deseo es el primer paso para que suceda la magia» PROHIBIDO SU COPIA O ADAPTACIÓN. DERECHOS RESERVADOS ©