No dejaba de indagar en mis más profundos pensamientos. ¿Qué clase de mente retorcida podía tener Charmer para revolcarse con las hermanastras de Cenicienta?
Reflejándome en el pequeño espejo en mis manos, confundida vagaba por los corredores solitarios del castillo, distraída pensando en lo que estaba viviendo. No me fijé inmediatamente en los zapatos masculinos de nada más y nada menos que de Charmer.
Levanté la mirada chocando con esos ojos cristalinos que transmitían vergüenza.
—Hola —dijo apenado. Permanecí callada, observando cada uno de sus movimientos—. ¿No me vas a responder el saludo?
—No tengo por qué responderle a un mujeriego como tú.
Apreté mi puño aguantando las ganas de golpearlo.
—Admito que hice algo terrible. Traicioné a Cenicienta.
—Y estás arrepentido.
—Admití que traicioné a mi esposa. Pero fue algo que... deseaba, cómo hombre —balbuceó un poco avergonzado.
Pestañeé perpleja por su confesión, sin aguantarme le di una gran bofetada por su niñería.
—¡Desgraciado! Maldito cínico —dije golpeándolo—. El caballero rojo tenía razón sobre ti.
—Ese miserable no tenía nada de razón —gruñó agarrando mis muñecas—. Además, la que tiene derecho a reclamarme es Cenicienta, porque es mi esposa, en cambio tú... —pasó la yema de sus dedos por mi rostro. Retrocedí asqueada—, ¿No será que te gusto?
—¡Ha! Ni en mis más profundos y alocados sueños me gustarías.
—Claro —rió divertido—. Me deseas.
—¡Eres repugnante... ! —Charmer en un inesperado momento agarró mis muñecas cuando intenté abofetearlo nuevamente, y plantó sus labios sobre los míos.
Ese beso fue inesperado, apasionado, sobre todo forzado, no sentí nada. Lo más raro es que me vino a la mente el caballero rojo. Al pensar en él mis deseos más oscuros salieron a relucir, deseando que los labios de aquel misterioso y frio caballero fueran aquellos; en vez los de Charmer.
En mis pensamientos sólo existía el caballero rojo, sólo por unos segundos, lo que él me hizo sentir, en tan corto tiempo de conocerlo me di cuenta que algún afecto se creó en medio de esta locura; esperaba que pasajero.
Creyendo que los brazos eran los del caballero rojo, permití que Charmer siguiera con el beso apasionado que me proporcionaba, por unos segundos mi mente no estaba en otro sitio que no fuera el cielo. Pensándolo bien, debí haber conocido el infierno y no el cielo al haber dejado que Charmer se atreviera a besarme.
Una voz femenina me abrió los ojos al darme cuenta que besaba a un hombre casado y mujeriego.
No era el caballero rojo.
Con la respiración agitada, volteé en dirección hacia Cenicienta con pena, se hallaba ahí, queriendo entender el porqué de mi acción.
La traicioné sin intención pensando que los labios de Charmer eran los de Merlot, yo estaba tan sorprendida y extrañada al igual que ella.
Sin embargo, Cenicienta debía de sentir mucho más que yo.
—¡Cenicienta, perdóname! ¡No quise hacerlo! —no pude explicar el motivo de mi traición, porque ella corrió, alejándose de nosotros. No me justificaba del todo, estuvo mal.
Percibí que a Charmer lo poco arrepentido que se encontraba, más bien aparentaba fastidio.
—¿Ya estás feliz?
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Cuento Retorcido © [#PGP2024]
Fiksi Umum«El deseo es el primer paso para que suceda la magia» PROHIBIDO SU COPIA O ADAPTACIÓN. DERECHOS RESERVADOS ©