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THE KING IS A WOMAN

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La cena de bienvenida había agotado a la princesa. Los gritos de los cientos de estudiantes distorsionaban los pensamientos latentes en su cerebro. Sentada en la cabecera de la mesa rectangular de las serpientes, Maxine relucía el púrpura y negro de su limpio y pulcro uniforme, portando la insignia de prefecta justo a la altura de su corazón.

Místicas energías le advirtieron de la presencia del heredero. Éste, impávido, le dedicó una mirada fugaz y despreocupada desde la otra punta. Volvió a participar de la conversación con sus Caballeros, cuando en realidad, por dentro, solamente deseaba caminar hasta el otro extremo y sentarse junto a la Bringstone. Llenarse de esa sensación que su cercanía provocaba y perderse en los secretos de su mirada azul.

La princesa, incómoda, tamborileaba la superficie de la mesa con sus dedos. El sabroso pavo frente a sus ojos de pronto no le pareció muy apetitoso, no cuando todo el mundo a su alrededor hablaba de la primicia en los diarios.

Princesa Philippa. Muerte. Lago. Misterio. Palabras que se repetían en su cabeza como un viejo y rayado tocadiscos. Palabras que traían de vuelta el sudor de sus manos y el dolor inmensurable de su pecho.

De eso se basó el banquete en el colegio de magia. Pues la Muerte de la princesa había puesto en estado de shock a todo mago y muggle del mundo.

El Director Dippet incluso se había acercado discretamente a la Bringstone para darle sus condolencias por la gran pérdida. Maxine, conflictiva con cual mal dejar escapar de su Caja de Pandora, decidió mostrarle una tímida pero triste sonrisa agradecida. No olvidaba la última conversación que ambos habían tenido, pero optó por dejar de lado sus diferencias sólo por esa vez.

A ambos lados de la heredera, America y Victoria le propinaron algunas caricias en su rodilla debajo de la mesa, con cautela de no llamar demasiado la atención. Maxine debía mantener una postura neutra, no podía actúa como si su hermana acababa de morir. Como si acabara de morir gracias a ella.

Debatió con la idea de decirles a sus dos mejores amigas la verdad entera detrás de su muerte. Contarles cuán necesario había sido deshacerse de Philippa. Pero Zett le prohibió decir una sola palabra sobre el tema. Le explicó que aquella forma no era la adecuada para ganar adeptos, que debía aprender de los errores de Laverna. Esta última, a su vez, le comunicó a través de sus tormentosas pesadillas que confesar su crimen levantaría el desprecio de sus amigas, y eso no era lo que debía suceder. Una mujer capaz de quitarle el aliento a su propia sangre no era una mujer en la cual alguien pondría su confianza. Así que, siguiendo el consejo de sus mentores, Maxine cargó con su pesado secreto.

𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐈𝐆𝐇𝐍𝐄𝐒𝐒 | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora