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𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐎𝐒𝐓 𝐏𝐎𝐖𝐄𝐑𝐅𝐔𝐋 𝐖𝐈𝐓𝐂𝐇

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—Es un placer al fin conocerla, princesa.

El Ministro Leonard Spencer-Moon se había puesto de pie para recibir a una Maxine completamente inmersa en sus pensamientos.  La rubia atravesó la puerta sumergiéndose en la oficina para saludar cordialmente al hombre del Ministerio de Magia. Éste portaba una emblemática sonrisa adornando su rostro lleno de arrugas. No parecía ser mas joven que el hombre sentado en la mesa a su derecha, el Director Dippet, pero tenía aquella mirada portadora de un brillo jovial y encantadora que pocos hombres de su madura edad podían adquirir. Su túnica era la más costosa que Maxine había visto y su varita reposaba protegida en un pequeño estuche a su costado como si fuera un arma muggle.

A su alrededor, el despacho de Armando Dippet en sí era una gran sala circular con muchas ventanas y muchos retratos de directores y directoras de edad. El retrato del antecesor inmediato del Director Dippet se encontraba colgado detrás de la mesa de la cabeza, sugiriendo ser la mayor de las pinturas en la oficina. La heredera obvió su curioso barrido por la habitación memorizando los rostros exhibidos y los objetos decorativos de gran valor. Se detuvo para mirar un pequeño estante alejado donde el Sombrero Seleccionador yacía. Su boca, para sorpresa de Maxine, se encontraba cerrada, casi sellada. No había indicios de que éste quisiera entablar una conversación lo cual desalentó a la princesa, deseosa de la idea de obtener más información sobre Bringstone.

La ida hacia el tercer piso no había dejado a la rubia pensar claramente acerca de la visita del mismísimo Ministro. Su conversación con Tom no había hecho otra cosa más que confundir todas sus ideas alejándola de la realidad que estaba viviendo en ese preciso instante junto al vetusto hombre frente a ella.

Maxine, ansiosa por saber sus intenciones desconocidas, saludó al Ministro Leonard de forma sumamente amable. El Director se paró de su asiento imitando al otro hombre sonriendo en dirección a la princesa.

—Señorita Windsor —llamó su atención—. Me complace tenerla aquí tanto a usted como al Ministro de Magia, Leonard Spencer-Moon, para charlar sobre el intrigante futuro que tendrá por delante.

Habiendo dicho aquellas palabras, la prefecta dio unos pasos al frente para ubicarse en el asiento libre que le habían guardado. Se sentó en la silla anaranjada dejando reposar sus piernas hacia un lado, tal como su madre le había enseñado, posando suavemente sus manos en sus rodillas. Maxine estaba contenta ante la idea de mostrarse en su verdadera identidad, en no tener que fingir ser igual de ordinaria que el resto de sus compañeros. En cambio, allí en presencia de las pocas personas que conocían a la futura reina, sentía su poder alcanzar las puntas de sus extremidades.

𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐈𝐆𝐇𝐍𝐄𝐒𝐒 | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora