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Advertencia: violencia y gore

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Advertencia: violencia y gore.






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CATCH ME IF YOU CAN

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La princesa nunca le iba a perdonar a Toni por bailar y disfrutar su noche de la mano de Sigrid Björklund. No fue tan insensata e hipócrita para recriminarle nada, siendo que fue ella quien abandonó el Yule Ball para casi rasgar el escritorio del Profesor Dumbledore mientras el heredero tomaba su cuerpo, como si fuera la última vez que lo hiciera.

Mientras Maxine se convertía en la Perséfone del Inframundo que Tom había creado, el príncipe bastardo no desaprovechó su tiempo. En vistas de que su pareja no aparecía, y tampoco la de la campeona de Durmstrang, Miyazaki llevó su investigación al siguiente de nivel. Utilizando sus mejores herramientas de persuasión, invitó a la völva a que bailara con él. Ésta no cayó por la fachada celestial e inocente del Bringstone, pero le siguió el juego.

Ambos extranjeros bailaron bajo la luz de la velas que levitaban del techo. El vestido de Sigrid era pesado y abultado en su pollera blanca. Era la primera vez que su torso se veía tan descubierto y expuesto al calor, apenas cubriendo su pecho en un escote de corazón. Antonio, a su vez, destacaba como galán entre los magos, aún cuando no llevaba aires de conquistador ni especie alguna de insolencia ni de estudiada gallardía. Juntos se movieron en majestuosa armonía por la pista de baile. Lento, sincrónico, solemne, mayestático. Tan celestiales que hasta parecían dos bestias salvajes luchando con las correas imaginarias que evitaban la mutilación del otro. Una ferocidad que ambos podían leer en los ojos del otro.

Luego Antonio puso en uso su natural talento para la elocuente oratoria. Encantador y carismático, Miyazaki parloteó en su mejor voz seductora, ansioso de exprimir el jugo que tenía la völva sobre la segunda prueba. Sigrid, sin embargo, podía definirse quizás como la bruja más astuta de todas las presentes. Pudo ver a través de sus intenciones, pues sus ojos eran su ventana al alma. Su lealtad era envidiable, atada y soldada permanentemente a la princesa.

Björklund se tomó enternecedora la forma en la que el Bringstone trataba de ser condescendiente e inducirla a que soltara su información sobre el siguiente desafío. Podía hacerse un cóctel y escucharle todo el día elogiándola. Por la mera gracia de encontrar irresistible sus palabras, Sigrid decidió concederle una probada de su almacén de saberes.

Con el reloj casi dando medianoche, la völva se acercó al oído del príncipe bastardo, sus palabras elegidas meticulosamente.

𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐈𝐆𝐇𝐍𝐄𝐒𝐒 | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora