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THE PARTY IS OVER

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Fin de semana y Maxine ya sabía que nada bueno traería consigo.

Afortunadamente, ningún alumno elevó un reclamo sobre sus métodos extremistas en cuanto a la elección de capitanes. De hecho, muchos más estudiantes decidieron apuntarse al oír que Waterflame se trataba de una ardua y peligrosa competencia, y no una simple y aburrida zambullida en el lago.

Aquel día era uno particular y era que el famoso Rufus Lestrange, un Slytherin del elenco de Tom Riddle, cumplía diecisiete años de edad. Y aunque la princesa no tenía relación alguna con él, Walburga Black se había encargado de invitarla a su fiesta sorpresa en la Sala Común de las serpientes. De nuevo, todo bajo el pretexto de querer establecer un esencial acercamiento con la heredera. Para sorpresa del rizado, la pelinegra había hecho un muy buen trabajo sonsacándole información sobre su pasatiempo en Castelobruxo el día de las pruebas. Ahora con el conocimiento de las facciones, sabría que cuando Phoenix Nott le entregase el listado de alumnos podría descartar unos cuantos.

Tom no sabía qué encontraría en aquella lista. Lo que sí sabía por excelencia era que no existía ninguna Demetria Gaenor en los registros. Luego estaba Ms. Nixie Onward, el nombre que su basilisco le había dicho. Pero suficiente había estudiado a la heredera como para entender que no cedería su identidad tan despreocupadamente.

Frente al espejo de cuerpo entero, Maxine ladeaba su vestido rosa y blanco de un lado a otro. La tela se deslizaba entre sus dedos como el suave terciopelo. Sus mangas de encaje envolvían sus brazos fuertes del arduo entrenamiento. De sus lóbulos colgaban unos costosos pendientes de oro puro que rara vez se permitía usar. El cabello como siempre ondulado y prolijo, lo había peinado hacia atrás despejando su pálido rostro.

En un costado del espejo, tendía su túnica negra y morada. De su bolsillo se podía entrever el pequeño frasco del Veritaserum asomándose. Como si sus instintos hablaran por ella, tomó el serum para esconderlo dentro su sostén. No pudo evitar pensar que era muy probablemente que el heredero estuviese en la fiesta. Si así era y él portaba su arma, lo más lógico era que Maxine hiciera lo mismo.

Su reflejo le brindó una sonrisa quisquillosa, y ya conforme con su apariencia, abandonó su Sala Común púrpura en dirección a las mazmorras.

En su trayecto por los corredores, muchas miradas curiosas se habían posado en su pequeña figura. La heredera sabía que su atuendo quizás era demasiado ostentoso para la ocasión pero honestamente llamar la atención era uno de sus pasatiempos favoritos. Y esa noche tenía mucho interés en cautivar a más de una persona.

𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐈𝐆𝐇𝐍𝐄𝐒𝐒 | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora