꧞VI. A todos no se nos dan las oportunidades ꧞

57 13 1
                                    

Kim Jisoo

Cuando conseguí abrir los ojos estaba amarrada a una silla con una cuerda en mi propia habitación.Traté de zafarme, pero no pude.

Una figura femenina se colocó a una corta distancia de mí, sus ojos me veían desafiante. Parpadee dos veces, no podía creer lo que observaban mis ojos.

Yoo Jimin.

Estaba en perfecto estado, al parecer no me reconocía. Llevaba puesto un enorme abrigo y su pelo se encontraba recogido en una cola de caballo alta.

—Te preguntaré denuevo, ¿A qué has venido aquí? —exigió— Te he estado vigilando y eres muy sospechosa.

—¿No me recuerdas?

—No, espera, conoces a mi yo de ahora.

¿Yo de ahora?

Ella comenzó a caminar por la habitación con sus manos hacia atrás. Algo en ella no andaba bien, debía decir una mentira para que no desconfiara de mí.

—Necesitaba un empleo. Acabo de salir del orfanato donde crecimos juntas. ¿No te acuerdas? —mentí— Me recomendaste este lugar. Me ha ido muy bien, pero ¿por qué me tienes así? No entiendo. ¿No me recuerdas?

—No, no te recuerdo —ella comenzó a ponerse nerviosa.

—¡Jin Si! Pasa algo ahí dentro. Vine a ver como estabas después de que casi te mata la flecha —Soobin llamaba desde afuera.

—Mierda, ese estúpido —se quejó la del abrigo de piel— De esta te salvas, pero si veo que intentas otra cosa no me creeré tu cuentito —rápidamente me desató y salió por la ventana. La dejaré pasar por ahora.

—Soobin, estoy bien, pero no puedo abrirte, estoy........estoy desnuda, me iba a bañar ¿¡si!?

—Vale, esta bien.

A la mañanita siguiente me tocaba llevarle el desayuno al personaje principal de mi misión, pero nuevamente ocurrió lo mismo. No me abrió la puerta de su dormitorio aunque le tocara , solo pude dejarselo en la entrada, pero hubo algo diferente en está ocasión. Cuando estaba por bajar las escaleras, la puerta se abrió y un hombre vestido completamente de negro cogió la bandeja. Eso fue para desilucionarme, no había visto bien su cara, era Soobin, solo que en esta ocación estaba más cubierto que de costumbre.



Choi Soobin

Miraba atentamente los cuantiosos cuadros de una preciosa mujer colgados en el dormitorio de mi amo.

—Es hermosa, ¿no es cierto? —me preguntó él.

—Si señor, muy bella.

—Y también una traicionera. Estás son de las peores. Llegan a tu casa con las peores intenciones, te enamoran y luego ¡Bam! se escapan de tí cuando tienen la oportunidad.

—¿Es ella Miyeon?

—Si.

—¿Por qué todavía guarda sus retratos? Ha pasado tanto tiempo. ¿Todavía quiere vengarse de ella?

Él apartó su vista de mí y se concentró en delinear con sus ojos los rasgos faciales de su antiguo amor.

—¿Nunca te has enamorado? El amor vuelve loco a cualquiera —se sirvió una copa de vino.

—Señor no debería seguir bebiendo.

Siempre que lo hacía desaparecía. Intenté detenerlo, pero fue en vano.

—Beber calma el corazón y tú lo sabes. No sabes cuanto la extraño, ella era, era preciosa, cariñosa y tan falsa al mismo tiempo —lanzó su copa al suelo.

—Cuidado. Puede lastimarse.

—Sabes que no me lastimaré, se curará a los pocos segundos.

Tenía razón. Siendo un vampiro sus heridas se curaban más deprisa. Cuanto hubiese querido que ese superpoder curativo sirviera para el dolor del corazón.

Me agaché en el suelo para recoger los pedacitos de cristal roto y me corté, eso atrajó a Jin, sus huecos de la nariz se agrandaron por un segundo y toda su cara se llenó de cicatrices como si su piel se rompiera.

Saqué rápidamente de mi bolsillo un ajo, esto lo distrajo  hasta que pude salir de donde nos encontrábamos.

Si me pidieran volver a nacer, nunca hubiese entrado a esta casa, porque ahora para volver a salir es muy complicado, pues le debo la vida a ese vampiro.



Hace dos años atrás


Estaba muy borracho, no había conseguido ser admitido en la universidad por la que tanto había estudiado. Mi sueño desde niño era ser científico, pero no pudo ser.

Mis padres estaban decepcionados de mí, solo eramos las cervezas y yo para consolarme.

Un hombre con un sombrero y un atuendo anticuado se sentó a un lado de la barra donde me encontraba. Pidió un martini mientras leía un libro. Ahí se pasó horas leyendo.

El alcohol tenía alterado mis sentidos y me le acerqué.  —No estudies tanto, no te quemes, a todos no se nos dan las oportunidades por mucho esfuerzo que les demos —le dí un sorbo a su bebida— Esto —la señalé— Ahora es mío.

—Puedes quedartelo, lo necesitas más que yo. Sabes, tengo una casa y me hace falta un buen mayordomo, necesito a alguien de confianza.

—Ni siquiera me conoces.

—Te he estado observando por mucho tiempo, querido amigo —me extendió una tarjeta— Llámame si quieres trabajar para mí.

En esos momentos no tenía un rumbo. Entonces era eso o la calle.


Me concentré en mirar el fuego de la chimenea mientras me calentaba, era una mañana de bajas temperaturas.

Un mensaje llegó a mi celular, al leerlo decía:

Ella quiere volver¿Qué hago?

De: Karina






De: Karina

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Depredador y ՏҽժմςԵօɾ  [✓ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora