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Os dejo de nuevo la play list de spotify, he añadido las canciones que sirven para este relato así que espero que la uséis para leerlo, si queréis. 

https://open.spotify.com/playlist/6DqpmHGTJazsEyMEQYJrs8?si=CCQs-t5rSEymA2LW5EZ-hA

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La vida es eterna en cinco minutos como bien dice la canción de Víctor Jara. En el verano de 1973 pensaba que mi vida era solo mía, que había encontrado un lugar al que llamar hogar y una familia elegida. Aquel verano descubrí que no solo con los ideales se cambia el mundo. El verano de 1973 me trajo de vuelta el amor, uno que pensé perdido para siempre, me regaló mis eternos cinco minutos con ella mientras sonaba la canción de Victor Jara de fondo para siempre. 

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(Escuchar antes de empezar a leer).

Aceleró para disfrutar de la sensación de libertad que siempre le aportaba su moto por las calles de Santiago, ciudad que en tan poco tiempo se había convertido en su hogar. Había llegado aquí por casualidad, quizás por culpa del destino en el que no creía o puede que por la música su constante desde hacia años. La música trajo el amor a su vida, bailando un verano entero con ella y creyendo que su historia sería de las de para siempre. Pero la vida tenía otros planes y en Setiembre su mundo se rompió, o más bien su corazón cuando recibió aquella carta de Natalia. La había leído tantas veces que se la sabía de memoria, cada una de esas palabras que golpearon su corazón hasta hacerlo desaparecer. En alguna ocasión había pensado en romperla y olvidarse, pero no podía, a pesar de todo el dolor aquello era lo único que le quedaba, la carta y una fotografía que seguía en alguna de esas cajas que llevaba con ella.

El amor no es suficiente, vas a hacer grandes cosas y yo no seré el lastre que te frene. Te amo, pero es mejor que nos alejemos para siempre.

Nat.

Muchas veces pensó en ir a buscarla y gritarle que no era su freno sino su motor, que ella había creado a la Alba que ahora por fin pisaba el mundo con firmeza. Pero no lo hizo, por orgullo quizás o más bien por miedo, tener por escrito aquello era una cosa, pero escucharlo de sus labios, de eso no se habría podido recuperar nunca.

Aparcó el amor para siempre, ya había querido una vez y en su interior sabía que era ella así que le parecía estúpido engañarse buscándolo en otra persona. Su foco estaba en sus estudios de periodismo y en el nuevo mundo que la universidad abrió ante ella, un mundo de desigualdades entre hombres y mujeres que requerían de una lucha activa a la que se sintió llamada. Fue presidenta de la Asociación Feminista de su facultad, de la que también había sido fundadora junto con otras compañeras, y no dejó nunca de dar voz a lo que pensaba era justo. Muchas veces sus amigas le decían que era demasiado beligerante, que parecía no tener miedo a las consecuencias. Y no las tenía, había vivido con miedo la mayor parte de su vida y ahora que por fin era ella misma no pensaba tenerlo nunca más.

Consciente de que en la mayoría de medios no le permitirían escribir acerca de lo que ella quería y cómo ella quería, convenció a su mejor amiga María para fundar su propia revista y contra todo pronóstico les iba de maravilla. Sus reportajes escritos con su estilo directo y a veces un poco agresivo eran el motor de aquella publicación mensual en la que además se escribía acerca de actos feministas, manifestaciones en contra de la Guerra del Vietnam y política, mucha política. Pero ella necesitaba más, necesitaba acercase a los hechos y vivirlos, por eso no dudó en viajar a Europa y ser testigo de lujo de momentos tan importantes como la revolución en Praga en el 68 o unas protestas en contra de la Guerra de Vietnam en Helsinki en el 69. Y fue precisamente allí donde vio por primera vez a Víctor Jara, su voz la cautivó, pero cuando lo entrevistó y hablaron de su país y todo aquello que estaba por venir simplemente lo supo.

DIRTY DANCING (ALBALIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora