El día había amanecido despejado, aquel mes de Enero estaba siendo uno de los más calurosos de los últimos años y costaba encontrar una sombra en la que cobijarse y sentirse bien. Amanda abrió los ojos y se fijó en la grieta del techo, debía hacer algo con ella pronto, cada mañana pensaba lo mismo y cada mañana lo olvidaba en cuanto la vida se ponía de por medio. Un brazo la rodeó por la cintura y el murmurar adormilado de Camile la hizo sonreír, daban igual los años que pasaran, el despertar siempre era igual entre ellas. La rubia se aferró un poco más al cuerpo de la morena acercando su cara hasta el cuello de esta para dejar un beso de buenos días, sabía que Amanda ya estaría despierta, siempre lo estaba, pero también que aun así esperaba ese beso para salir de la cama.
– ¿Cuánto tiempo crees que tenemos? – Susurró Camile.
– Conociendo a tu hija, diez minutos.
– En lo de madrugar no es para nada mía y lo sabes. – Ambas sonrieron – Buenos días mi amor.
Camile se incorporó un poco y se dejó caer encima del cuerpo de su mujer uniendo sus labios en un beso que, lentamente, se iba convirtiendo en mucho mas. Las manos de Amanda se pasearon por la espalda desnuda de Camile hasta caer en su culo y la empujó un poco hacia ella para sentirla aún más cerca. Un gemido de la rubia le indicó que iba por buen camino y cuando estaban ya listas para ir más allá los pasitos de su terremoto las alertó. Esta vez no fueron diez minutos, pensaron ambas. Por suerte el pestillo, colocado meses atrás después de constatar que su bebé ya no era tal y lo de entrar sin llamar le encantaba, hizo su labor dándoles los segundos necesarios para ponerse el pijama.
– Mamá, mami no abe. – Escucharon al otro lado y ambas negaron, cabezota como su madre sin duda.
– Deja entrar a tu hija antes de que eche la casa abajo. – dijo Camile sonriendo.
Amanda salió de la cama y quitó el pestillo, la puerta de inmediato se abrió, su pequeña de ojos azules como una de sus madres y cabello negro como la otra, estaba allí de pie con los brazos en jarra y el ceño fruncido. Cuando hacía eso era igual a Camile, se dijo Amanda a si misma, aun sin poderse creer que aquel ángel perfecto y hermoso fuera de ambas.
– No abe. – Repitió la pequeña molesta.
– ¿Qué dijimos de despertar a mamá y mami los domingos? – La pequeña parecía pensar y luego sonrió, igualita que Camile.
– Dibus. – Señaló hacía el final del pasillo donde estaba el pequeño comedor del apartamento.
– Luego diablillo, ahora ven a darme un beso. – La niña estiró sus bracitos y Amanda se inclinó para cogerla y comenzar a darle besos que la hacían reír y chillar.
– ¿Y para mami no hay besos? – dijo Camile detrás de Amanda, entonces la pequeña se lanzó literalmente a sus brazos para ser ella la que le diera los besos a mamá.
Ambas mujeres estaban allí de pie, en medio de la habitación con su hija en brazos dándoles besos y haciéndolas reír. Sintiendo su corazón lleno de felicidad y la paz de saber qué la vida en ese instante era perfecta en su misma.
– Diablillo, ¿sabes quién viene hoy? – La niña asintió y se retorció hasta que la bajaron al suelo.
– ¡Buela! ¡Vene buela! – Las mayores asintieron mientras la pequeña salía corriendo por el pasillo.
– Oye, pero la abuela viene más tarde y antes tenemos que desayunar. – dijo Camile siguiéndola.
– Impaciente como su madre. – Se burló Amanda saliendo de la habitación tras las mujeres de su vida.
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DIRTY DANCING (ALBALIA)
Fanfiction¿Conocéis la película? Pues eso con Alba y Natalia de protagonistas. Dos personas de mundos distintos, un amor que puede parecer condenado al fracaso y baile, mucho baile. Bienvenidas al mejor verano de vuestras vidas.