Recogieron todo y se subieron al coche para reanudar el viaje hacía un destino que, de nuevo, no era el que tenían previsto. El viaje hasta Nueva York era largo así que tuvieron que turnarse para conducir, Amanda descubrió entonces una nueva faceta de Camile que no sabía si le gustaba o le daba miedo. La Camile conductora agresiva.
– Creo que esa señora va a estar llorando una semana después de escucharte. – Se rió Amanda.
– Debería saber quién tiene preferencia en este tipo de cruce de carreteras. – dijo Camile con el ceño fruncido y las manos bien firmes en el volante.
– Me acabo de dar cuenta que solo yo tengo fotos conduciendo. – Amanda cogió la cámara que estaba en el asiento trasero y enfocó hacia Camile.
– La fotógrafa soy yo. – Se quejó ella, pero Amanda la ignoró sacando unas cuantas instantáneas de la rubia – ¿Feliz?
– Mucho. – Y se acercó para dejarle un beso en la mejilla que la hizo sonreír – ¿Y tú?
– Inesperadamente sí, ¿quién me lo iba a decir? – Se giró para sacarle la lengua y Amanda negó sin borrar la sonrisa.
Llegaron a Nueva York a media tarde, el bullicio de esa ciudad era contagioso y la sensación de ir con prisas también. No tenían mucha idea de cómo localizar a Marina en una metrópolis como aquella, pero decidieron hacerle caso a María, centrarse en los eventos de la alta sociedad neoyorquina. ¿Pero cómo iban a hacer eso?
– He hablado con mi padre, me ha dado la dirección de una amiga suya, al parecer está encantada de que nos quedemos con ella. – Amanda asintió – Ah, y Elena me ha dicho que si no regresamos pronto hará madrina del bebé a Marilia. – Ambas rieron.
Cruzar una ciudad tan grande y tan superpoblada, como es Nueva York, no era tarea fácil, pero dos horas más tarde y veinte mini infartos de Amanda por permitir a Camile llevar el coche, llegaron a su destino; una casa de dos plantas en pleno Uper East Side. Al parecer la amiga de Georg se movía en los mismos círculos que lo haría Marina, o eso esperaban. Llamaron a la puerta y una mujer, algo mayor que el padre de Camile, las recibió con una amable sonrisa. Sin duda era Noemí, la amiga de Georg, por la descripción que este le había hecho a su hija, gafas de pasta negras, zapatillas de deporte y camisetas a cuál más estrafalaria que la anterior.
– ¡Camile! No sabes lo que me alegro de conocerte al fin. – dijo dándole un inesperado abrazo – Tu padre no deja de hablar de ti cada vez que nos vemos.
– Ah, vaya. Gracias. – Contestó ella un poco desubicada – Ella es... Mi... Amanda.
– Encantada su Amanda. – Se burló Noemí haciendo que ambas chicas se sonrojaran y ella estallara en una carcajada – Entrad anda que el calor es insoportable aquí fuera. Ahora cogeremos vuestras cosas del coche.
Siguieron a Noemí por un largo pasillo hasta llegar a un precioso salón perfectamente decorado, parecía que estuvieran en una de esas revistas de interiores, al menos fue así hasta que tres enormes perros irrumpieron asustando a las dos jóvenes en el proceso.
– ¡Ey! ¿Quién os ha dejado entrar? ¡Asquerosos! – Les hablaba como si fueran personas y ellas dos no pudieron evitar sonreír ante la imagen – Perdonadlos, siempre que viene gente se ponen un poco locos, pero son muy buenos.
Amanda se acercó a ellos y comenzó a acariciarlos provocando un estallido de felicidad perruna. Camile la miraba reír y corresponder a los lametones y cabezazos de esos animales, estaba preciosa, «creo que la quiero» pensó. Y esa idea por alguna razón la asustó desviando sus ojos hacia Noemí que sonreía viendo a sus pequeños recibir caricias de esa chica.
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DIRTY DANCING (ALBALIA)
Fanfiction¿Conocéis la película? Pues eso con Alba y Natalia de protagonistas. Dos personas de mundos distintos, un amor que puede parecer condenado al fracaso y baile, mucho baile. Bienvenidas al mejor verano de vuestras vidas.