¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Advertencia: Este capítulo tiene contenido explicito.
Jaemin
Acabé de darme una deliciosa ducha después de lavar y enjuagar hasta la última coloración del cabello negro que habíamos usado durante nuestra huida del reino de Mark. Me froté el cabello con una toalla suave y examiné mi cabello de color cobrizo en el espejo.
Después de un rápido vistazo a mis dientes, confirmé que nada estaba mal, abrí una de las nuevas herramientas para cepillar los dientes que con tanta utilidad fue dejada en el mostrador. Después de un momento de examinar el banco de memoria de Renjun, tomé un tubo de la pasta que usaban en esta época para limpiar los dientes y apreté un poco sobre el cepillo. Pasé varios minutos limpiándome los dientes, disfrutando del fresco sabor a menta de la pasta. No fue hasta después de que lo escupí y me enjuagué la boca que noté que un olor extraño se había abierto camino debajo de la puerta.
Dejando caer todo, caminé hacia la puerta en una bruma, dándome cuenta lentamente de lo que estaba oliendo. ¡El cuerpo de mi compañero me estaba llamando! Se había puesto en celo y necesitaba saciarse con mi nudo. Abrí la puerta, apagando la luz del baño cuando salía.
Renjun me miró mientras se retorcía de necesidad, y una chispa de alegría explotó en mi corazón. Me apresuré y apagué la luz en la habitación, mis ojos de dragón eran más que capaces de ver completamente a mi compañero en el espacio iluminado por la luna mientras me dirigía hacia la cama.
Inmediatamente me di cuenta del excelente trabajo de nidificación que mi compañero había hecho con las almohadas apiladas y la ropa de cama torcida, y no pude evitar sentir orgullo cuando consideré lo que podría lograr cuando se llenara de mi y tuviera nuestros hijos. Mientras él madurara con nuestros jóvenes, la necesidad de anidar crecería aún más. Si esta muestra fuera una indicación de lo que podía esperar en el futuro, sabía que nuestros hijos estarían bien cuidados.
Sin dudarlo, lo levanté contra mi pecho y le quité los lentes con cuidado. Me estiré y las puse suavemente en la mesita de noche antes de volver a acomodarme en el abrazo a mi sexy pareja.
—¿Eres consciente de lo que está pasando aquí, Injunnie? ¿Me odiarás si te doy mi nudo? —explore con la punta de mis dedos su mejilla, anhelando un beso. El olor de su calor me estaba volviendo loco, y vi la incertidumbre en su rostro—. Prometo no iniciar un reclamo mientras estés en esta condición. De eso, te doy mi solemne voto.—
—Injunnie. Creo que me gusta ese—dijo distante—. Sí. Lo sé...sé lo que está pasando, y lo acepto. Sólo por favor, haz que esta espantosa necesidad se vaya, Jaemin. Apaga este fuego que me está quemando. No puedo soportarlo.—
—Cualquier cosa por ti, Injunnie —murmuré, mientras tomaba sus labios con los míos. Lo coloqué de espaldas y me arrodillé entre sus piernas, confiando en el instinto de guiarnos a través del antiguo baile de apareamiento. Sus rodillas subieron automáticamente por su pecho, dejando al descubierto su intimidad empapada para mí.