Capitulo 40: El tiempo no se detiene.

16 0 0
                                    

Joshua no la encontró. 

Se fue solo, porque al buscar a la madre de Tomas, no quería exponer a Felix a una pelea con los noxis. 

También porque sabia que Makena la pasaba mal en su cumpleaños, y que ella abrumada por los sentimientos que rondaban en esa fecha, podía descontrolarse y necesitar a sus amigos. Es por eso, que no se sorprendió cuando Elena, quien parecía haber salido por fin de su duelo y recuperado sus dones, le comentó que Makena había anulado un sentido nuevamente. 

Le dio un par de dias, esperado a que su cumpleaños pasara y ella estuviera mas tranquila, antes de ponerla a practicar: todas las tardes le pedía que lo dejase mudo, o sordo, o sin gusto y lo conseguía, lo que no lograba, era cegarlo.

-Es la resistencia- le explicó una tarde a Tahiel. Desde su ultimo viaje, le pedía que lo acompañara también a las clases que cada uno tomaba individualmente y le enseñaba a viajar atrás, en los recuerdos del tiempo. No en los suyos, ni en los propios, o en lo de las cosas.  

-Tiene miedo- aceptó.- solo necesita mas tiempo- Joshua asintió con orgullo. 

Tahiel, era cada dias mas receptivo, mas sabio.

(...)

-¿En que piensas tanto?- Sarai estaba con la cabeza colgando de la cama, viendo como Elena estiraba sus musculo. Acababa de terminar el entrenamiento con Tobbi.

-En nada- mintió, y Sarai pareció dejarlo pasar, por eso se sorprendió cuando ella extendió el pie en su dirección, invitándola a tocarla.

Cuando Elena no podía hablar o no sabia como expresarse, siempre le mostraba aquello que la tuviera confundida.  

Le mostró a Matt, entrenando sin camiseta, lo cual le removía ciertas partes del cuerpo que nadie mas conseguía. Había entrenado con todos ellos por años, había visto físicos aun mas desarrollados que el de él, pero nunca se percataba de ello, no aparecía en sus sueños ni en sus pensamientos cuando estaba distraída.

-Está mejorando su técnica- le dijo  Sarai, sin embargo eso no es lo que confundía a Elena.

-¿Como?- entrenaban todos juntos, siempre. No era posible que el mejorara de esa manera por si mismo.

-Tina le da clases todas las mañanas, el rumor es que se despiertan muy temprano para ello- algo en su voz, alertó a Elena.

-Ya duermen juntos- adivinó, perpleja. -Tan tímida que parece- era el comienzo de los celos lo que hablaba por ella. Sarai no sabia, no veía, que Elena comenzaba a sentirse incomoda, creía ver a su hermana, comentando un hecho solo por el mero gusto de enterarse de todo, como antes.  

-¿Supiste lo que vio el otro día? ¿Tina?- negó, trataba de no estar pendiente de ella.- Estaba practicando con papá, y ahora Tahi los acompaña siempre...- la rusa asintió, también había estado presente en sus sesiones de terapia-... le están enseñando a encontrar la vida. Papá le pidió encontrar a alguien conocido y ella buscó a Samir, lo encontró con sus sentidos en la azotea. Cuando le preguntaron sus signos vitales, se percató de que su ritmo cardiaco estaba elevado a pesar de encontrarse quieto, de repente se puso toda colorada y cuando papá intentó ver lo mismo que ella veía, se dio cuenta que alguien estaba... haciéndole un trabajo oral al buen Sam y por eso su corazón latía como loco.- Elena estaba boquiabierta. -¡Esa misma expresión tenia mi papá!- Sarai comenzó a carcajearse- Debiste verlo, Tahi me lo mostró todo-

-¡Por Dios!- de repente se sentia acalorada, aumentando la risa de la otra.

Elena no era pudorosa, menos le incomodaba hablar de sexo, Sarai siempre le había contado sus encuentros con lujos de detalles, e incluso vio sin querer a varios de los muchachos fantaseando en sus mentes. Era el recuerdo aun latente de Matt, sumado a lo que Sarai estaba contándole, os que removían eso que ella aun no entendía, pero que siempre aparecía por culpa del argentino.

Diamante NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora