Capitulo 44: Daños colaterales.

11 0 0
                                    


-Te hice una pregunta- la voz de Elena le había llegado fuerte y claro, pero el seguia sin saber como responderle.

Había estado soñando que la perdía en el fondo del mar, y de pronto se sintió en calma. La había encontrado y abrazado en sueños, lo cual le dio paz un momento... antes de despertar por sentir que la perdía de nuevo, justo cuando ella se zafaba de sus brazos.

-¿Como llegaste aquí?- no intentó mentirle, y decirle que pensaba que era su novia. No insultaría su inteligencia, además de que era plenamente consiente de que reconoció el cuerpo entre sus brazos como una distinto al de Valentina.

-Por la puerta claramente- puso los ojos en blanco, a la defensiva- me despertaste, estabas llamándome y cuando te moví para despertarte de la pesadilla....-

-¡No tenias derecho de meterte en mi cabeza!- interrumpió. No notaba, como el miedo, estaba logrando que actuara de forma negativa con ella.

-Yo no me metí, Idiota. Me metiste tu- se puso de pie, temerosa de confesarle que en realidad había salido corriendo solo de sentir que el la necesitaba.

Antes de que lograra atravesar la puerta, la tomo del brazo y ella lo miró por encima de su hombro. -No vuelvas a escuchar mi mente- eso sonaba a orden, y ambos lo sabían.

-No me llames entonces- se soltó y salió enfurecida de alli, sin molestarse en cerrar la puerta.

(...)

Bajó a beber agua, para intentar calmar sus nervios, por suerte nadie los había escuchado.

Ya en la cocina, buscó la hora en el reloj y fue así como se dio cuenta, que apenas eras las dos de la madrugada. Llenó un vaso, y decidió llevarlo hacia arriba.

Gracias a su sigilo al caminar, fue que los escuchó discutir.

-¿Entonces vino hasta aquí?- Elena cerró los ojos y se apoyó en la pared. Era la voz de Tina, le llegaba a través de la puerta entreabierta de la habitación de Matt.

La vergüenza y el arrepentimiento comenzaron a hacerla sentir mal. Sentia las orejas calientes y un nudo en la boca del estomago que amenazaba con provocar vomito. 

-Si...- Matt se lo había contado.

Esperó por un grito, una cachetada, algo.

-¿y tu la echaste?- tanto su tono de voz, como la pregunta, hicieron que Elena abriera los ojos sorprendida. No lucia enfadada.

-¿Que mas podía hacer?¡No puede aparecerse en mi cama mientras duermo!- en cambio Matt, si. 

-No actuar como idiota, por ejemplo- su tono de voz cambió drásticamente- ¿No seria mas fácil que le explicaras lo que sientes en lugar de confundirla de esta manera?- 

Los cuestionamientos de Tina, no tenían sentido para Elena. No si venían de la novia del dueño de la cama que invadió apenas media hora antes.

Unos pasos apresurados en el pasillo, obligaron a Elena a retroceder a la escalera. Aun podía fingir que recién estaba subiendo a su habitación.

Contó hasta tres, antes de volver a subir a toda velocidad los pocos escalones que bajó, y al doblar de nuevo al pasillo de las habitaciones se encontró a Joshua, quien observaba algo en el siguiente pasillo, y a Matt sacando la cabeza por su puerta, intentando descubrir que era ese alboroto.

-¿Que pasó?- a pesar de que quiso sonar casual, su voz sonaba una octava mas afinada.

-Una pijamada clandestina, ¡A dormir Elena!- ordenó.

Diamante NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora