Capitulo 10:La historia de como me convertí en héroe.

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La primera mañana que entrenó con Tina casi se queda dormido, había cabeceado y soñado por lo que parecían horas antes de despertar asustado y bajar a ayudar en la cocina. Gracias a eso, ella terminaba su tarea en la mitad del tiempo, y lograba conseguir tiempo para el.

Las únicas condiciones que le había puesto era que debía seguir esforzándose en los entrenamientos con los demás, y en su aprendizaje sobre su cultura, lo que para el no estaba a discusión.

Al principio creyó que ella le estaba tomando el pelo, pues en cada entrenamiento ella ponía música en un grabador y practicaban pasos de valet. Lo hacia porque ella no precia de las personas que bromeaban así o se burlaban de las personas.

Después de la primera semana el ya notaba un cambio, era mas ágil y mas cuidadoso con sus movimientos y encontraba mas facilidad para esquivar cuando alguien le lanzaba cosas en los entrenamientos.

Luego de diez días, en los que Valen, -que para el ya no era Tina, sino Valen- lo ayudó el se animo a pedirle que le enseñara a pelear de verdad.

-¿estas loco?- apenas dominaba algunas posiciones y unos pocos enlaces, pero nada como para permitirse pelear.- Tus músculos no soportarían el desgaste, tienes que seguir entrenándolos de esta forma- a ella le había llevado años aprender Valet y muchos meses integrar el baile a su forma de pelear.

-Puedo curarme rápido- ese era el único don que creía tener. Con tantos golpes que recibía a diario en los entrenamientos por ser tan lento, dudaba que un desgarre pudiera ser peor.

-Ni hablar, vas a cuidar ese cuerpo como corresponde. Es el único que tienes y no vas a terminar con los ligamentos hechos pedazos por querer tomar el camino fácil- aquello sonaba a la forma en la que su madre la regañaba cuando entrenaba de mas. Se agacho para desatarse las zapatillas. Si pensaba en su madre tan temprano significaba que estaba cansada.

-¿Estas bien?- el la había visto enseñarle con paciencia durante días, corrigiendo sus posiciones y la forma de sus brazos constantemente, sin rastro de la niña tímida que veía en los entrenamientos por la tarde, no parecía ser la misma persona que ganaba todas las carreras casi sin esfuerzo. Pero en ese momento la veía apagada, incluso parecía que esa energía de paz que tenia siempre se había apagado un poco.

-Soné exactamente como mi madre, pero ella claramente tenia razón- estiró sus brazos y giro su cuello hasta que hizo ruido. Matt no creía que eso fuera sano. Se estiraba como una gatita, las puntas de sus pies conseguían una lineal recta con toda su pierna, de tal forma que a el le dolía verlo.

-¿Eso te duele?- ella soltó una risita baja y negó, le había preguntado lo mismo tres días atrás.

-Mis articulaciones ya están acostumbradas, las tuyas no. Por eso te parece doloroso y por eso, te vas a romper los ligamentos si intentas combinar luchas y valet- el asintió sin perder la paciencia. Ella sabia lo que hacia.

-Entonces, ¿soy buen bailarín?- comenzó a estirar en el piso, si ella se sacaba el calzado era señal de que la clase había terminado.

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Con el correr de los días le costaba menos madrugar, su cuerpo se iba adaptando a la nueva rutina y a exigirse tanto. Luego de los entrenamientos de Valen pasaba directamente a correr con sus compañeros. Ni por asomo lograba alcanzarla en una carrera, pero no se cansaba tan rápido y podía terminar todo el circuito, lo que para el era un gran logro.

Por la tarde, luego de la clase de historia, estaban peleando en combate y tratando de despertar algún don. Eso consistía básicamente en que lo golpeaban mucho en las peleas, pero no reaccionaba. No era a prueba de fuego (aunque Elena se veía animada al quemarlo), no podía respirar bajo el agua, manipular el viento, no era rápido, no tenia poder alguno sobre la naturaleza ni sentía las emociones de los demás.

Diamante NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora