X: Vete

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—Tú puedes hacerlo

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—Tú puedes hacerlo. —Se dijo Liam varias tratando de tranquilizarse. Le sudaban las manos y su corazón estaba latiendo desbocado ¿Por qué a su familia le gustaba hacerle las cosas difíciles?

—Pareces tonto. —Liam volteó y se encontró con Roland.

—¡Es un país libre! —Se defendió.

—Lo dejó de ser cuando cruzaste la verja del jardín de mi casa. —Liam no pudo refutar eso— ¿Vienes por algo en especial?

—Yo...—su frase quedó olvidada ya que un torbellino de color café salió de la casa y se pegó a Liam.

—¡Buenos días, señor Liam! —Henry buscó con la mirada un bulto en brazos de Jones, pero no lo encontró— ¿Lu no viene?

—Lo siento, chico, está dormida. —Al no estar su objetivo, Henry se separó del adulto y regresó corriendo a su casa sin decir nada.

—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Liam confuso, Roland soltó una carcajada.

—Se aficionó a tu hija, siempre pregunta por ella.

—¿Debería preocuparme?

—Nah, es un niño, se le pasará pronto —Le restó importancia Roland—, pero no creo que estés aquí para eso ¿o si?

Liam estaba apunto de inventar una excusa cuando el grito de la señora Cook los alertó.

—¡Fuera de aquí, vagabundo! —Roland se palmeó la cara.

—¿Te molestaría entrar por tu cuenta a la casa? Seguro mi mamá o Mía están ahí con Henry, yo tengo que...—Se escuchaban gritos y golpes— ¡Te veo luego, Liam!

Extrañado el chico Jones acató las órdenes de su cuñado, de todos modos, Liam había ido con propósito de agradecer a Henry y a Mía. Lo ideal hubiera sido decirle al niño cuando salió, pero fue tan rápido que cuando se acordó, él ya estaba adentro, ni modo, el destino quería que los dos ex amigos se reencontraran.

Tocó el timbre y espero.

—¿Hola? ¿Señora Rebecca? ¿Amelia? —Al chico le resultó improbable que Henry estuviera solo en casa, pero nadie salió— ¿Henry? Caballerito, voy a entrar.

Nadie le respondió, así que comenzó a entrar a la casa de su ex mejor amiga, que antes había sido su segundo hogar. Caminó hacia la impoluta sala de la señora Rebecca que aún conservaba ese toque sofisticado y hogareño con muebles de color blanco con un toque amaderado y un tanto...inglés, una influencia clara del señor Ambrose.

A Liam todavía, después de conocer toda su vida a la familia Dagger, le seguía sorprendiendo la forma en que el matrimonio podía encajar a pesar de ser muy diferentes; Ambrose amaba la naturaleza y era muy liberal, Rebecca era todo lo contrario ¡Y aún seguían casados! Siguió su camino hasta encontrar a Henry sentado en la alfombra frente a uno de los inmaculados sillones de Rebecca Dagger.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora