XIV: Por los niños

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Aunque Liam estaba acostumbrado a cargar a Lucia, Henry no se le hacía tan pesado para ser un niño de seis años que debería de pesar más que una niña de un año

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Aunque Liam estaba acostumbrado a cargar a Lucia, Henry no se le hacía tan pesado para ser un niño de seis años que debería de pesar más que una niña de un año.

<<¿Se alimentará bien?>> pensó pero luego se dio una cachetada mental, era más que obvio que Amelia no lo mataría de hambre, era su todo, simplemente estaba paranoico.

Abrazar a Henry llenaba de paz al hombre, sentir su corazón latir tranquilo y sin preocupaciones; un niño sin traumas y solo refugiándose en una persona en la que confiaba.

Liam pensó en cómo maniobrar para no despertar a Henry y tocar la puerta, pero no fue necesario, Amelia estaba esperando sentada en las escaleras.

—Lo siento, él...—Ella negó.

—Yo le pedí que fuera por ti—su cara estaba muy contrariada, sin saber si pedir perdón—lamento la escena de Lucia, solo... —Liam hizo un gesto con su mano.

—Al contrario, te agradezco la ayuda, tenías razón soy mal padre, no me daba cuenta de lo desesperaba que estaba por calor materno, yo...—Se rascó detrás la ojera— ¿Donde puedo acostar a Henry?

—Pasa, por favor —Liam hizo caso, pero ni bien puso un pie sintió muchos recuerdos llegar a su mente; esa casa había sido su refugio y su segundo hogar durante mucho tiempo y ahora se le antojaba lejano, como si fuera un invitado más. En la primera visita no lo había notado, pues su desconcierto fue mayor, pero ahora siendo solo ellos dos, se notaba y mucho.

Subieron en silencio las escaleras camino al antiguo cuarto de Amelia; no era un camino desconocido para ninguno, pero existía la incomodidad, ya no eran críos de 15 años.

Amelia abrió la puerta y Liam vio a Lucia dormida en una cuna. Con la mirada interrogante, el chico formuló una pregunta muda que Amelia entendió a la perfección.

—Creo que es la cuna de Roland cuando era bebé, no tengo claro en que momento mis padres la bajaron y la pusieron aquí, aunque es mucho más seguro dejarla dormir ahí que en mi cama.

—Ya veo —Liam acomodó a Henry en la cama matrimonial de Amelia— ¿Te molestaría quedarte con ellos por esta noche? Es tarde y si levanto a Lu, se despertará. Te prometo venir a primera hora por ella.

Amelia tenía sentimientos encontrados; ya era tarde y aunque fueran vecinos no se sentía cómoda dejándolo ir, pero tampoco le apetecía compartir cama con él, aunque fuera de esa forma, sonaba tonto pero le daba miedo volver a intimar con un hombre.

<<Es Liam, tu mejor amigo y la persona que nunca te haría daño, hazlo por los niños>> pensó Amelia y después de mucho pensar y morderse los labios pudo articular:

—Quédate —Bajó la mirada mientras lo agarraba de una manga—, digo—se muerde el labio— si te parece bien.

Liam no supo que decir, estaba dividido: una parte quería quedarse y la otra veía lo mucho que Amelia estaba dudando al dejarlo ahí.

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