Tic tac tic tac
En el pueblo de Raven Creek solo existía un hospital y algunas consultas privadas de especialistas y nadie había visto algo como lo que le pasaba a Liam.
Todo había sido muy rápido y confuso; al principio se atribuía a una baja de presión de forma súbita, pero después de desmayarse aún no despertaba y nadie daba una explicación coherente a ese hecho.
Ya iba para tres días inconsciente y toda su familia estaba desesperada.
—¿Y si lo llevamos a Boston? —Emilie no sabía que hacer; de niño Liam nunca había sido enfermizo y justo ahora que las cosas iban bien con Amelia, pasaba eso.
—El problema no es ese, Emilie —explicó Ambrose, quien estaba con ella; Keith y Rebecca estaban con Amelia y los niños—. Whale está haciendo lo que puede, nadie sabe que tiene Liam, llevarlo a cualquier lado será lo mismo.
—Tienes razón, solo...esto me rebasa Ambrose ¿Por qué a ellos? Ahora que estaban bien.
—Nadie sabe porque pasan las cosas, por ahora tenemos estar pendientes de Amelia y los niños que son los más afectados.
—Tienes razón ¿por qué no te vas tu primero? Yo iré en un momento —dijo Emilie con una sonrisa que no le llegaba a los ojos, Ambrose no quería dejarla sola, pero al final asintió. Una vez que Ambrose Dagger estuvo fuera de su rango de vista, Emilie volteó a una pared cercana; Karl Andreas estaba ahí sonriendo.
—Es increíble cómo el instinto de madre te advirtió de mi presencia. —Emilie no le regresó la sonrisa solo lo vio con seriedad.
—Tu sabes lo que le pasa a mi hijo ¿verdad? —Aunque Emilie fuera más tranquila que su amiga Rebecca, si se trataba de sus hijos, podía ser más fiera que una leona cazando; aunque eso a Andreas le tenia sin el menor cuidado.
—Podría ser que si o podría ser que no. —Bromeó como si la vida de Liam no estuviera en peligro, pero al ver la cara sería de Emilie, decidió mejor no agregar más.
—Sea lo que sea que le hayas hecho a mi hijo, deshazlo ya.
—No espero que lo entiendas, pero tú hijo tiene una deuda karmica que debe saldar, eso eso lo que lo tiene así, no algo que yo haya hecho. —Andreas no pensó que debía darle tantas explicaciones a la madre del chico, quien no entendía las fuerzas externas que ataban tanto a Liam como a Amelia.
—No te creo y cuando averigüe qué hiciste enfrentarás a la ley.
Dichas esas palabras, Emilie Jones se dio media vuelta furiosa mientras Karl Andreas se aguantaba las ganas de soltarse a reír como poseído ¿Enfrentar la ley? ¿Un Dios? Antes de que Emilie supiera que había pasado con su hijo, Karl Andreas dejaría de existir...sólo era cuestión de tiempo.
(...)
Si alguna vez le hubieran preguntado a Liam como se sentía el limbo entre la vida y la muerte, quizá su respuesta sería contar la experiencia que estaba viviendo en este momento; no se sentía vivo, pero tampoco muerto...Era más bien estar como en un bucle repitiendo ciertas escenas una y otra vez.
Algunas eran de la propia infancia de Liam, de su adolescencia, pero otras...lo confundían demasiado ¿que querían mostrarle? ¿con que fin? Eran escenas protagonizadas por el mismo y la mujer que amaba, pero que no recordaba que hubieran pasado ¿o era otra jugarreta de su mente?
Mientras Liam seguía divagando escuchó una risa femenina demasiado cerca, pero no era de los recuerdos que veía, era algo más...aterrador.
—Es un placer verte, yokai, lastima que no recuerdes nada. —Frente al hombre, una mujer joven, de cabello negro como la noche y una sonrisa socarrona con una ropa que incitaba al pecado hablaba como si fueran grandes amigos, aunque Liam no la hubiera visto jamás.
—¿Quien eres? ¿Por qué me dices Yokai? Tu...¿eres la dueña de este espacio?
Como si tuviera una silla, la mujer hizo amargo de sentarse en el aire mientras ponía una mano en su mentón de manera pensativa, pero solo por un instante, ya que después se largó a reír.
—No entiendo que es lo gracioso, te hice una pregunta.
La mujer dejó de reír.
—Todo lo que vez aquí es tu mente, tu solito te metiste en esto, mi hermano solo te está haciendo pagar por sus pecados.
—¿Hermano?
Sin responder, ella solo dirigió su dedo hacia una de las paredes, con expresión divertida.
—Yo que tú, olvidaba eso y comenzaba a buscar una salida o tú querido amor lo va a lamentar. —dicho eso, la mujer hizo una reverencia y desapareció, dejando a Liam con más preguntas que respuestas.
—¡Espera!
(...)
Con Liam en coma; las vidas de Amelia, Henry y Lucia dieron un cambio drástico que ninguno de ellos esperaba, siendo la bebe quien tuvo que adaptarse a no ver, escuchar o sentir a su padre.
Amelia jamás había sentido tanto dolor en su vida ni siquiera cuando vivía con John, sentir que había perdido a Liam la tenía en una acongoja diaria; aún cuando sus padres y suegros parecían no querer dejarla caer; aunque ella misma no lo haría, por los niños.
Ese día en particular, su madre y el señor Keith habían ido por ellos para que salieran a jugar antes de llevarlos a ver a Liam un rato, cosa que Amelia agradecida pues ella no tenía el valor ni la fuerza para ver al amor de su vida en ese estado.
Con amargura, la chica recordó cuando Liam le había preguntado si creía en los cuentos de hadas y ella, ingenua por la edad y la vida que había llevado, respondió que si con la mayor de las sonrisas y ahora después de pensar en todo lo fue su vida, su respuesta era un rotundo no.
<<Si eso fuera real...solo pediría poder despertar a Liam con un beso, como una princesa salvando a su príncipe de su destino>> pensó Amelia mientras recogía unos juguetes del suelo.
Siguió con su tarea de limpiar hasta que sonó el timbre y ella, extrañada, fue a abrir.
—¿Que...? —Sus palabras murieron antes de poderlas pronunciar, su cuerpo se puso rígido y tragó saliva un par de veces sin poder articular palabra al ver a la persona que estaba en su puerta.
—¿No me invitas a pasar, dulzura? —John sonrió con inocencia fingida mientras aprovechaba el estupor de su ex mujer para entrar, pero ella, después de superar la sorpresa se puso entre su ex marido y la entrada.
—Lárgate de mi casa. —Amelia no estaba dispuesta que esa...excusa de hombre profanara la casa donde vivía con Liam y sus hijos, antes tendría que pasar por su cadaver.
—¿Acaso no recuerdas los buenos momentos? —John mencionaba con malicia las palabras que sabía eran como dagas para Amelia.
La mujer se paralizó recordando con nitidez los gritos de desesperación, los besos y la forma tan cruel como era utilizada por ese hombre y por un minuto estuvo a punto de derrumbarse hasta que recordó las palabras de Liam, sus caricias y todo el amor que le había dado en poco tiempo de estar juntos y su valor regresó.
—Lárgate o llamaré a la policía y te aseguro que armaré tal escándalo que todos sabrán la clase de basura que eres... —No pudo terminar de decir todo lo que tenía para decirle ya que de repente todo se volvió negro, teniendo la socarrona sonrisa de John como última vista.
"Tic Toc, Liam. Te queda poco tiempo o lo lamentarás"
ESTÁS LEYENDO
Sempiterno
Romance"Otro cuerpo y cara se te dará para que a tu amado puedas encontrar, sin embargo una advertencia hay: Si no es capaz de reconocerte, un precio ambos han de pagar" El precio fue dado y ahora el reloj gira para no detenerse; reencarnación tras reenca...