Enemigos| ᴹᴱᵂᴳᵁᴸᶠ

Capitulo 14

ᴰᴵˢᶜᵁᴸᴾᴱᴺ ᴸᴼˢ ᴱᴿᴿᴼᴿᴱˢ

Max

—Consíguete una cama Tul—lo empujé levemente.

—No te enojes Maxi—dijo en tono de broma.

—No me llames así—me tapé.

—¿Porque?—se sentó en la cama.

—Solo... cállate y duerme—dije entre dientes.

—Pff está bien —se volvió a acostar—Hasta mañana Maxi—me dió un culazo, haciéndome gruñir.

—Hasta mañana Tul—cerré mis ojos.

Hoy había estado insoportable.

Tul

—Oye Maxi—lo moví pero sólo recibí un manotazo a cambio—¿Me prestas una remera?—no hubo respuesta.

No creo que le moleste, agarré una remera negra que usó ayer y me la puse, tenia su perfume.

Bajé donde Gulfy y Cho charlaban comiendo algo.

—Hola, amigo—me saludó Gulfy.

—¿Como te trata la bestia eh?—rió Cho.

—Bien hasta que de de cuenta que agarré su remera —reímos.

—Buenos dias—Mew bajó sólo con unos shorts, Cho y yo reímos al ver a Gulf babear.

—Bueno días—saludamos.

Mew fue directo a Gulf y lo besó, comiéndole la boca, Cho y yo nos quedamos mirando embobados la escena.

—Creo que ya se arreglaron —susurró Cho en mi oído.

—Ni que lo digas—reí y salimos de la cocina para dejar a la parejita tranquilos.

En eso Max venía bajando ya vestido.

—Cho dile a Krist que voy a los depósitos, vengo en un rato —ni me miró.

—Yo voy contigo —me paré saliendo detrás de él.

—Tú no vas a ningún lado conmigo—se subió a su preciosa moto.

—Claro que si —me subí atrás.

—Eres insoportable—bufó.

—Me lo dicen seguido—reí.

—Agarrate—arrancó.

Enredé mis brazos en su cintura sintiendo su cuerpo tensarse bajo mi tacto, pero luego se relajó y seguimos nuestro camino.

Pasamos por la ciudad y nos adentramos en los bosques, tomamos una camino de tierra y seguimos todo derecho hasta llegar a un gran depósito escondido entre los árboles.

—Vamos—me solté de su cintura y bajamos de la moto.

—¿A que vinimos?—pregunté mirando a los alrededores.

—Yo a ver si todo está bien, tú a molestar—abrió el depósito y entró en el.

Fuí a entrar, pero algo moviéndose detrás de un árbol captó mi atención.

—Maxi acabo de ver algo—le susurré.

—Debe ser un lobo, siempre hay por aquí—me respondió desde adentro.

Me escondí detrás de la puerta y me quedé observando el mismo lugar, mis dudas se fueron al ver un hombre salir de su escondite y apuntar hacia el otro lado del depósito, donde estaba Max.