━ Capítulo 1

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|El novio de Michelle|

𝙲𝙰𝚂𝚂𝙸𝙴

[𝟹 𝚊𝚗̃𝚘𝚜 𝚍𝚎𝚜𝚙𝚞𝚎́𝚜]

—Bienvenidos a Delta Cafe, ¿qué les pongo? —pregunté por vigésimo primera vez en el día.

   —Dos bocadillos de lomo con queso —contestó el hombre mientras miraba a su acompañante, por los uniformes que llevaban puestos, pude adivinar que eran compañeros de trabajo. Y que, seguramente, habían hecho un parón para comer.

   —¿De beber? —dije mientras apuntaba su pedido.

   —Dos Coca-Colas.

   —Enseguida lo traigo —dije con una sonrisa. Me alejé de ellos y fui detrás de la barra, me acerqué a la ventana que separaba la cocina de la sala donde teníamos a todos los clientes impacientes por recibir su comida. Miré a Joe, el cocinero que tenía más cerca, me alcanzó un plato con dos sándwiches de jamón y queso y yo le entregué la comanda.

   —Mesa cinco —dijo secándose el sudor de la frente con el antebrazo—. Falta un batido de fresa con nata.

   —Voy —dije agarrando el plato. Me dirigí con prisa hacia la mesa 5 encontrándome con una familia que se divertía viendo la televisión del local. La niña pequeña me miró con una sonrisa e indicó con el dedo que, el plato que llevaba en las manos, era para ella. Le sonreí de vuelta y le serví su comida antes de volver a la barra.

   Agarré una de las jarras de plástico en las que, hacía no más de 10 minutos, mi compañera Lucy había hecho una gran cantidad de batido de fresa. Cogí un vaso largo y lo llené con el contenido de la jarra, viendo cómo el espeso líquido de color rosa ocupaba poco a poco el recipiente de cristal. Luego, me dirigí con el batido hacia la máquina de nata montada, pulsé el botón y puse la nata haciendo una especie de tirabuzón en la superficie del vaso. Agarré una pajita de colores y la coloqué con cuidado de no hacer un destrozo. Me apresuré a llegar de nuevo a la mesa donde estaba la familia sentada y dejé el batido al lado de la niña pequeña.

   —Gracias —susurró, sus mejillas se coloraron levemente, haciéndome saber que decir esa simple palabra le había costado bastante, dado a la timidez que sentía.

   —No hay de qué, preciosa —dije guiñándole un ojo, ella soltó una risa nerviosa.

   —¡O'Brien! —me llamó Dave, el encargado.

   —¿Sí? —me limité a contestar.

   —Te necesitan en la cocina, corre —dijo pasando por mi lado.

   —Voy —susurré, aun sabiendo que no me iba a escuchar. Solté un suspiro pesado y me dirigí hacia allí.

[...]

—Estoy muerta —dije acabando de limpiar la última mesa del local.

   —A mí me duele la espalda —se quejó Lucy reponiendo un servilletero.

   —Bueno, te deseo suerte con los siete que te quedan —dije señalando con la cabeza los demás servilleteros que tenía a su derecha—. Yo me voy ya.

𝐒𝐎𝐌𝐄𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆 ➢ Thomas Brodie-SangsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora