━ Capítulo 21

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|Momentos perdidos|

𝙲𝙰𝚂𝚂𝙸𝙴

Me miré al espejo y acomodé el vestido que llevaba puesto. Era rojo, como mi pintalabios, y tenía una falda que me llegaba por encima de las rodillas. Era muy navideño, perfecto para la cena a la que me había invitado Dylan. Estaba guapa, o eso creía.

   Me ponía nerviosa al tomar conciencia de que eran las primeras fiestas que celebraría con alguien después de mucho tiempo. Aun así estaba contenta, prefería eso a estar sola toda la noche.

   Dylan llamó a mi teléfono móvil sobre las ocho de la tarde. Agarré mis cosas y bajé a la calle buscando a mi hermano con la mirada. La bocina de un coche sonó llamando mi atención. No caí en la cuenta de que Dylan tenía un vehículo nuevo, mucho mejor que el anterior, por eso tardé en reconocerlo.

   Caminé hacia él y me subí al coche saludándolo con un beso en la mejilla.

   —¡Feliz Navidad! —me dijo con una sonrisa.

   —Igualmente —contesté contenta.

   —Te has puesto guapa, ¿eh?

   —Obviamente, no me subestimes —dije divertida—. He traído un vino, ya que me habéis invitado...

   —No hacía falta, pero muchas gracias —dijo antes de arrancar el coche.

    Dylan encendió la radio y empezó a sonar un villancico de Bing Crosby. Aquello me puso nostálgica, ya que en casa de nuestros padres había un disco con canciones navideñas de los años cincuenta, lo reproducíamos todos los años por esas fechas. Me encantaba ese tipo de música.

   No tardamos más de un cuarto de hora en llegar al nuevo hogar de mi hermano. Era un edificio moderno, vivir ahí tenía pinta de ser bastante caro. Subimos por el ascensor hasta el piso correspondiente y nos paramos delante de una puerta decorada con una corona navideña.

   Dylan sacó las llaves y, nada más abrir, un perrito de apenas un año se acercó corriendo a nosotros.

   —¡Qué monada! —exclamé acariciando el rizado pelaje marrón del animalito—. No sabía que tenías un perro.

   —Se llama Fosky —dijo mi hermano saludando a su mascota—. No soy fan del nombre, para nada. La culpable es Amy.

    —¡Ya habéis llegado! —Se escuchó una voz femenina proveniente de dentro de la estancia.

    Se asomó a la entrada una chica de estatura media, tez pálida, con el cabello marrón oscuro a la altura de los hombros y una sonrisa grande y radiante. No iba muy maquillada, solo lo justo. Su atuendo me pareció perfecto para la ocasión y su mirada me hizo saber que estaba muy contenta de verme allí.

   —Madre mía, qué hermana más guapa tienes —dijo Amy acercándose a mí, me saludó con un abrazo y me observó atentamente.

   —Gracias —susurré algo avergonzada.

   —Tenía muchas ganas de conocerte —añadió conduciéndome hacia el salón.

   Era bastante espacioso y acogedor, con una decoración sencilla y minimalista. Había fotos de ellos colgadas por las paredes blancas, una mesa de centro y un sofá que parecía ser muy cómodo, casi tanto como la cama del perro. También había un espacio con sillas y una gran mesa decorada por Navidad, donde cenaríamos tranquilamente.

   —He traído un vino —comenté tendiéndole la bolsa que llevaba en la mano a Amy.

   —¡Vaya! No tenías por qué traerlo, muchas gracias —dijo caminando hacia otro lugar de la casa. La seguí y observé el espacio, reducido y estrecho. No obstante, no faltaba de nada en aquella cocina.

𝐒𝐎𝐌𝐄𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆 ➢ Thomas Brodie-SangsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora