━ Capítulo 5

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|La traeremos de vuelta|

𝙲𝙰𝚂𝚂𝙸𝙴

El apartamento de Thomas no era muy grande. Estaba compuesto por un salón, una cocina, un dormitorio, un estudio y un único baño. Nada más llegar, Thomas me enseñó rápidamente toda la casa para que pudiera ubicarme. Luego se fue a su cuarto para cambiarse y me dejó curioseando por la sala de estar.

   El sofá del salón me pareció excesivamente cómodo, lo cual no esperaba para nada. Era de color azul grisáceo y las fundas de los cojines eran suaves y agradables de tocar.

   Justo delante, tenía el televisor, colocado en un mueble blanco con cajones. A la izquierda del todo, había una mesa con sillas. Y a mi derecha, una puerta corredera que daba al balcón de la casa.

   La pared en la que estaba apoyado el sofá, tenía una puerta. Detrás de ella se encontraba la cocina, la cual no tenía mucho; era sosa, sencilla y algo claustrofóbica.

   En la parte opuesta del salón, había un pasillo, donde iban a dar el resto de habitaciones. A mano izquierda, estaba el estudio. A mano derecha, el baño. Y al fondo, el dormitorio de Thomas. Algo que me llamó la atención de este último, fue la cama de matrimonio que tenía. Era demasiado grande como para que durmiera él solo todas las noches. Me preguntaba cuántas veces habría estado Michelle ahí acostada.

   Volví al salón para sentarme en el sofá y Thomas apareció a los segundos.

   —Ya está... —murmuró mirando al suelo. Llevaba unos tejanos oscuros y una camiseta de manga larga negra. Se pasó una mano por el pelo antes de quedarse de pie pensativo.

   —¿Pasa algo? —pregunté.

   —Ahora que lo pienso... Sí —empezó a decir dirigiéndose al mueble de la televisión—. Tengo algo para ti. Bueno, más bien, algo que devolverte.

   Fruncí el ceño extrañada y esperé a que el chico sacara ese "algo" de uno de los cajones. Cuando se dio la vuelta, me fijé mejor en lo que llevaba en las manos. Entreabrí la boca sorprendida.

   —Mi cuaderno de dibujo...

   —Veo que no te ha costado reconocerlo —comentó acercándose al sofá. Se sentó a mi lado y dejó el cuaderno en mi regazo. No me atreví a abrirlo, giré la cabeza para mirarle y hablé con un hilo de voz.

   —¿Cómo...? ¿Dónde has...?

   —El día que volví a casa de Dylan para recoger mis cosas, entré a tu habitación por última vez. Me di cuenta de que la pequeña papelera que había al lado del escritorio no cerraba bien. Me agaché con curiosidad y cuando abrí la tapa del cubo, vi el cuaderno dentro… destrozado. No te voy a mentir, me dio mucha pena y me entraron unas ganas infinitas de preguntarte por qué lo hiciste.

   Hizo una pausa esperando a que contestara. Pero como no dije nada, siguió hablando.

   —Empecé a sacar todos los dibujos; algunos estaban arrugados, otros estaban rotos y la mayoría estaban arrancados del cuaderno. Me negué a dejarlo allí. Así que agarré una bolsa y lo metí todo dentro. La llevé conmigo hasta que pude ponerme a arreglar los dibujos. Fui pegando los pedazos y los guardé con la esperanza de devolvértelos algún día, aunque ya había aceptado que no volvería a verte. Pero ahora estás aquí... Así que son todo tuyos. Y por favor, no vuelvas a destruir algo tan bonito.

   Guardé silencio a su lado. No me podía creer que Thomas se hubiera molestado en arreglar el cuaderno que, gracias al dolor de un corazón roto, decidí destrozar.

𝐒𝐎𝐌𝐄𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆 ➢ Thomas Brodie-SangsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora