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"Ni siquiera me permitiste explicar." Me quejé, golpeando sus muslos con los puños.



Se sentó, con el objetivo de salir. "No voy a modelar para tu mamá." Su figura estaba fuera de la habitación antes de que tuviera tiempo de parpadear.



Seguí detrás de él. No iba a dejar que niegue esta oferta. "Manuel." Arrastré su nombre.



"______." Él me imitó, abriendo la nevera para sacar una lata de cerveza.



"Jesse.'' La broma escapó de mis labios antes de que pudiera detenerla, por lo que di una palmada con la mano a mi boca.



Manuel me miró ofendido, pisando fuerte junto a mí y de nuevo en la sala de estar. Lo seguí como un perrito perdido y me quedé junto a la puerta mientras él estaba sentado y abría la lata. El chasquido de la tapa y el gas que salía de la lata fueron los únicos sonidos que se escucharon.



"No puedes rechazar esto, Manuel." Me quejé, pasando mis manos por el pelo.



Al principio, ni siquiera miró a mi camino, pero luego me lanzó una mirada sarcástica. "Mírame."



Suspiré ante su terquedad. "Es una gran oportunidad. No sabes lo bien que se pagan estas cosas." Mordisqueé mi labio inferior, esperando que el dinero le haga cambiar de opinión.



"Ya tengo mis maneras de ganar dinero." Él se encogió de hombros, tomando un trago del líquido.



"Me gustaría que no las hicieras." Murmuré para mí misma, rodando los ojos.



"¿Qué fue eso?" Sus cejas se dispararon hacia arriba como retando a que lo diga otra vez. Maldita sea, ¿es bipolar? Un segundo estamos con bromas y diversión, el siguiente él está molesto conmigo.



"Nada." Murmuré. "Solo hazlo, Manuel. Es muy divertido."



"Nunca he hecho nada de eso." Se negó a mirarme, pero yo sabía que estaba empezando a darse por vencido.



"Eso no es un problema. Eres descarado y estás c..." me detuve a media frase, volviendome de rojo escarlata.


Manuel se volvió sonriendo. "Continua" Hizo un gesto con sus dedos para que siguiera adelante, disfrutando de mi vergüenza.



"No tenía nadas más que decir." Tartamudeé, mirando las uñas, los ojos mirando al suelo.



Manuel dejó la lata sin terminar en la mesa de café frente al sofá y comenzó su camino hacia mí. "Ibas a decir que estoy caliente."



Cuando me di cuenta de que ya estaba de pie frente a mí, mirando a los ojos inocentes, mi respiración se detuvo en la garganta. Sus manos se colocan en la pared a cada lado de mí, dejándome atrapada. Me parece que siempre termino en esta situación con este chico.



"No, no lo iba a decir." Me sentí como en los viejos días en que apenas conocía a Manuel y él me intimidaba fácilmente.



"¿Así que no estoy caliente?" Su voz bajó hasta un susurro sexy que siempre conseguía barrerme fuera de la tierra y tropezara en el aire, al igual que mis piernas se habían convertido en jalea y ya no podían soportar mi peso.



Yo, literalmente, no podía articular palabra y Manuel sólo se rió a sabiendas, su aliento caliente golpeando mi mejilla nerviosa cuando se acercó a mi oído.



"No." Me las arreglé para exhalar, a pesar de que era una mentira.



Casi podía imaginar a Manuel sonriendo. "¿Es por eso que tengo ese efecto en ti?" Sus labios rozaron mi piel sensible, dejando besos como plumas a lo largo de la mandíbula y el cuello, volviendo a mirar a mi cara justo después. Estaba apoyado tan cerca que nuestras narices se tocaban y yo estaba casi hiperventilando.

B.R.O.N.X/ Manuel Turizo/ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora