61

96 5 9
                                    


''Los chicos de mi lado de la ciudad no reciben finales de cuento de hadas."




Manuel



Bien, mierda.


"¡______, espera!" La llamé cuando pasó junto a nosotros, con la puerta como objetivo.



Pude ver las lágrimas bajando por su rostro, y saber que era mi culpa, me hizo sentir tan culpable como siempre. Yo nunca había estado orgulloso de aquella noche, pero me las había arreglado para mantener de alguna manera el recuerdo escondido en un rincón de mi mente hasta que Ryan regresó. Y ahora se había jodido todo. Ahora mi novia pensaba que yo era un maldito monstruo.



______ no me hizo caso y siguió andando. Podía oír su respiración irregular, y sólo recordar la expresión de su cara cuando Ryan había terminado de contar la historia me dieron ganas de vomitar. Ella me miró como si estuviera aterrorizada. De mí. Y yo no podía aceptar eso.



"La cagaste." Le dije a Ryan, quien, para mi sorpresa, no estaba sonriendo triunfalmente. "No creo que esto haga las cosas más fáciles para ella. ¿Era realmente necesario que le dijeras?¿De esa manera?¡Ella está jodidamente afectada!" Exclamé, tirando de mi pelo, que ya estaba en mal estado lo suficiente como para hacerme ver como un loco.



"Ella lo merecía saber." Ryan respondió, pero él no parecía muy convencido. "Hubieras tenido que decirle, tarde o temprano."


"¡No, yo no hubiera tenido que hacerlo!" Negué con la cabeza violentamente. "Era mejor estar como antes."


"Sólo dices eso porque no quieres perder-la." Ryan se burló. "Ahora, a lo mejor ella querrá que la dejes en paz. Eso es lo que espero."

La sola idea hizo que me dieran ganas de darle un puñetazo. De hecho, había estado esperando para darle un puñetazo desde hace ya un tiempo. "¡Por supuesto que no quiero perder-la, la amo jodidamente! "

Ryan trató de permanecer impasible, pero sus ojos lo traicionaron. Tal vez se estaba arrepintiendo de tener que abrir la boca porque sabía cuánto dolor le había causado a ______. O tal vez no esperaba que yo le gritara que la amaba en la cara.


"Tengo que hablar con ella." Dije a nadie en particular, y Ryan no trató de detenerme al salir.

Salí al pasillo por el que habíamos venido de antes, y corrí. Dado que ___* llevaba tacones no había llegado demasiado lejos. Sin embargo, podía escuchar sus sollozos y ver sus manos temblando desde la distancia. Mi corazón se encogió. Yo no quiero que me odie como Ryan había dicho que haría, pero yo sabía que las probabilidades no estaban a mi favor esta vez.

"¡___*, espera!" La llamé de nuevo, y se dio la vuelta. Su maquillaje estaba manchando con dos finas rallas sus mejillas, pero ella todavía se veía hermosa. Sin embargo, verla llorando -y saber que era yo la razón de eso- hizo que mi corazón se rompiera.
Ella abrió la boca, pero no salió ninguna palabra. Finalmente la alcancé y traté de cogerla de la mano, pero ella se estremeció. "Sólo escúchame, por favor." Le supliqué.


Sus ojos se encontraron con los míos, y vi ese sentimiento desgarrador de miedo otra vez. Tragué saliva. No podía soportar la idea de ella tuviera miedo de mí. La forma en que Ryan había puesto la historia me hizo quedar como un hijo de puta sin corazón que disfrutaba arrojando cadáveres quemados a un río. No tenía ni idea de cómo me había sentido de disgustado conmigo mismo después de eso. No tenía ni idea de cómo había llorado hasta quedarme dormido esa noche. Y definitivamente no tenía idea de que me había jurado a mi mismo que nunca haría una cosa así.

"Creo que no quiero escuchar nada más.'' ______ graznó, limpiándose la nariz con el dorso de la mano. "Sólo quiero ir a casa."

"Está bien, yo te llevo." Le ofrecí. Necesitaba un poco de tiempo para estar con ella y tratar de calmarla.

"No." Dijo ella con dureza, y luego, como si se hubiera dado cuenta de que hice una mueca, añadió. "Quiero estar sola. Voy a llamar a un taxi."


Quería insistir en llevarla, o decirle que me enviara un mensaje de texto cuando ella estuviera en casa sana y salva, como siempre lo hacía, para que no me preocupara. Pero sabía que no podía pedirle aquello ahora. Sabía que no querría enviarme ningún mensaje, y no tenía derecho a exigir nada de ella tampoco. No después de eso.

"Sólo necesito saber que no me odias." Dije sin aliento, buscando su rostro en busca de signos de rechazo o reacios. Pero ella sólo se veía triste, cansada, y asustada.

______ frunció el ceño un momento. "No te odio." Dijo ella en voz baja. "Pero necesito tiempo para pensar, esto es mucho para tomar en poco tiempo." Un sollozo salió de su boca, y su voz se quebró.


"Entiendo." Traté de mantener la voz firme, evitando mirar las lágrimas que seguían rodando por debajo de sus ojos inyectados en sangre. Verla llorar fue la peor sensación del mundo. "Sólo recuerda que te amo, y que siento que te hayas enterado..."

Ella me interrumpió. "¿Sientes que me enterara?" Su tono adquirió un tono enojado. "Merecía saberlo. Me hubiese gustado que me lo hubieras dicho antes..." Se interrumpió, viéndose realmente molesta por eso.

"Tenía miedo de que si te lo decía, no quisieras tener nada que ver conmigo." Sin poder hacer nada traté de defenderme.


"Bueno, tal vez no quiero tener nada que ver contigo después de esto." Susurró ella, con voz apenas audible. Pero fue lo suficientemente alto como para hacer caer mi estómago.

______ me dio una última mirada, luego sacudió la cabeza y se alejó. Esta vez sabía que no la iba a seguir -no aunque mis pies estuvieran dispuestos a moverse de todos modos, así que solo vi su silueta desaparecer por las escaleras. Me quedé allí inmóvil durante Dios sabe cuánto tiempo hasta que mi ira se hizo presente y me sentí con ganas de matar a Ryan. Esto era su culpa. Si él hubiera cumplido su propio acuerdo y se hubiera quedado fuera de la relación entre ______ y yo, nada de esto habría ocurrido.

Tal vez yo no quiero tener nada que ver con usted después de esto.

Le di una patada a la pared cubierta de papel tapiz con mi pie, chocando mi puño contra ella después. El dolor se disparó por mi brazo haciendo su camino hasta mi hombro. "¡Joder!" Grité, sabiendo que nadie me iba a escuchar. Por lo menos el dolor físico ayudó a disminuir el dolor en mi corazón. Yo no estaba acostumbrado a todas estas cosas cursis acarameladas, pero sabía que si esto que sentía no era desamor, era algo muy, pero que muy parecido.



______



Me las arreglé para llegar a mi habitación sin llamar la atención de nadie. Mis padres estaban todavía en la cena, Tommy estaba dormido, y Blake estaba jugando video-juegos en su habitación. Todo el camino vine en taxi, había estado luchando las ganas de vomitar. El conductor ya me había mirado con cautela cuando se había dado cuenta de mi cara. Me veía como una mierda, pero me importaba un comino. Todo en lo que podía centrarme en estos momentos era el dolor en mi pecho, donde estaba mi corazón, y el martilleo en mi cabeza.

Una vez que estuve encerrada dentro de la seguridad de mi baño, me quité la ropa y me volví hacia el grifo de agua caliente de la ducha. Miré las pulseras de mi muñeca, que incluía la cadena con la placa de Manuel. Normalmente me la quitaba mientras me duchaba para que no se oxidara, pero en este momento no pensé que estaría dispuesta a ponerme-la de nuevo. Me recordaba mucho a Manuel, y no quería pensar en él ahora. Así que la dejé caer al lado de la pica y me alejé de ella.

El agua me picó en la piel al principio, pero tenía la esperanza de que me ayudara a relajar los músculos. Dejé que el agua descendiera, y permití que el sabor salado de mis lágrimas se mezclara con el agua dulce que caía en mí desde el cabezal de la ducha. Mi cuerpo se sacudió con los sollozos. Yo no podía dejar de vociferar, y no tenía sentido, ya que no iba a cambiar nada. No cambiaría el hecho de que ahora sabía que Michael Waters -el chico alegre de ojos grises con el que había pasado tantas tardes y domingos en mi casa después de los partidos de fútbol de Ryan- estaba muerto, había muerto hacía dos años, y sus padres no lo sabían. Pensaban que había desaparecido. Yo no había visto a la señora Waters en meses, pero estaba segura de que ella todavía estaba aferrada a la esperanza de que su hijo estaba un lugar seguro. Y vivo.

Empecé a fregar mi cuerpo más fuerte con la esponja rosada de The Body Shop que siempre he utilizado porque era mi favorita. Era sólo una esponja normal, igual que el gel con aroma de frambuesa era más que un gel normal, pero yo no utilizaría ninguna otra. Una vez oí en alguna parte -o leí, no estoy segura- que si te centras en el dolor físico ayudas a reducir el dolor emocional. Ojalá fuera cierto. Me rasqué la piel hasta que se puso roja, pero no sirvió de nada. Todavía podía ver la sonrisa torcida de Michael cuando él me preguntó si quería ir con los chicos a Starbucks, y mi hermano golpeó la parte posterior de su cabeza, porque estaba coqueteando con su hermana pequeña, y luego a Manuel empujando un coche incendiado por el borde del East River.

Cerré el agua y salí de la ducha, envolviendo mi bata de baño a mi alrededor. El espejo en el lavabo se había empañado y tuve que frotar una mano a través de el con el fin de poder ver mi reflejo. Aunque hubiera preferido no hacerlo. Todo el maquillaje se había ido y me veía tan pálida como un fantasma, y mis ojos estaban enrojecidos e hinchados de tanto llorar. Mis labios, sin embargo, todavía se veían rojizos, fruto de todos los besos que Manuel y yo nos habíamos dado hace unas horas. Yo los lamí y me imaginé que todavía lo podía probar en mi boca. Pero yo sólo pude probar lágrimas.

Sabes que te amo, ¿verdad?

Toda su insistencia en decirme que me amaba, toda la preocupación en su voz durante la semana pasada, toda la tristeza en sus ojos, todos los besos profundos.

No lo olvides nunca.

Debería haberlo visto venir. Debí haber adivinado que todo el misterio entre mi hermano y Natasha tenía algo que ver con Manuel y conmigo.

No importa qué, te amo.

Debería haber sido más insistente. Debería haberlo sacado de ellos antes. Yo debería haber escuchado a Ryan la primera vez que me advirtió acerca de Manuel.

Te amo mucho.

Debería haberlo descubierto antes de que fuera demasiado tarde, antes de que fuera demasiado profundo. Pero ¿por qué era ahora?¿Cómo se sube de un pozo profundo y sin una cuerda?

Me limpié la nueva oleada de lágrimas con mis manos, decidida a dejar mi mal humor y la situación. Sequé mi cuerpo y me puse un juego limpio de ropa interior debajo de mi bata, sin molestarme por mi pelo. Lo dejaría secarse de forma natural, y podría peinarlo por la mañana. Los nudos eran la menor de mis preocupaciones en ese momento.

En el momento en que salí del cuarto de baño era casi medianoche. De acuerdo con mi teléfono, Manuel había llamado en siete ocasiones. Había un mensaje de voz de una de las llamadas, pero no lo escuché. Sabía que si oía la voz de Manuel, me rompería de nuevo. Era consciente de que estaba herido, lo había visto en su rostro cuando le dije que era posible que quiera romper con él, pero no es como si pudiera pensar con claridad ahora. Me debatía entre mi lealtad a mi familia y mi amor por Manuel.

Justo cuando apagué mi teléfono, alguien tocó a mi puerta.

"Adelante." Dije, esperando ver a mi madre venir a darme las buenas noches, o incluso a Blake, quien parecía tener un sexto sentido para darse cuenta cuando yo estaba molesta.

Sin embargo, fue la cara de Ryan la que vi por la rendija de la puerta. "Hey."

"Hola.'' Dije en voz baja, no estaba segura de que me oyera. Me dejé caer en la cama, descansando la espalda contra las almohadas.

Cuando Ryan se dio cuenta de que no le estaba prohibiendo la entrada, abrió la puerta por completo, sólo para cerrarla detrás de él una vez que estuvo dentro. Tan pronto como se sentó en la cama junto a mí me envolvió en sus brazos, yo empecé a llorar de nuevo. Fue involuntario. Yo estaba todavía en estado de shock, y ver a Ryan sólo hizo que todo me recordara que Michael estaba realmente muerto, y que, efectivamente, Manuel había ayudado a deshacerse del cuerpo. La única cosa que aún me mantenía cuerda era el hecho de que él no lo había matado.

"Simplemente no lo puedo creer." Le dije, mi voz salió gangosa y apenas comprensible. Aquí va mi promesa de dejar de llorar.

"Lo sé, hermana." Ryan comenzó a acariciar mi cabello húmedo. "Lo siento mucho."

Me aparté un poco para verle la cara. "¿Por qué no me lo dijiste antes?" Le pregunté desesperada. Estaba exhausta, mis párpados caían, pero sabía que no iba a poder descansar. No esta noche.

"Quería hacerlo." Dijo Ryan, haciendo una mueca. "Pero esperaba que solo me escucharas a mi sin tener que escuchar la historia. Ya sé que no es agradable."

"No, no lo es." Estuve de acuerdo, desenredando-me a mí misma de sus brazos. "¿Por qué no le dijiste a nadie antes? Papá le habría protegido." Dije en voz baja. Por mucho que yo quería estar enojada con él por hacernos esto a Manuel y a mi, no podía pasar por alto el hecho de que él estaba sufriendo también, sí tenía una razón válida para querer que me alejara de Manuel. Él había visto a uno de sus mejores amigos morir delante de sus ojos.

"______, es más complicado que todo eso." Levantó la vista hacia el techo, como si buscara palabras antes de mirarme a los ojos de nuevo. "Esa gente es peligrosa, muy peligrosa. No quería enredarme con ellos. Mira donde dejó eso a Michael."

Me tragué el nudo que se había formado en mi garganta.

"Estoy seguro de que Manuel no quería hacer lo que hizo, ___*, pero tienes que entender por qué no creo que debas estar con un tipo como él." Dijo Ryan después de unos momentos.

No hice caso de esta última frase, no estaba segura si estaba de alguna manera admitiendo que no era culpa de Manuel, a pesar de que todavía lo despreciaba.

"Si algo así te hubiera pasado a ti..." Balbuceé, mi labio temblando de nuevo.

Ryan me abrazó contra él, y en sus musculosos brazos me sentí protegida. Sentía la seguridad de Manuel que siempre me había dado cuando me abrazaba así, un sentido de seguridad que era consciente de que tomaría mucho tenerla de vuelta. Eso si es que la tenía de vuelta, si es que alguna vez podía confiar en él de nuevo.

Ryan susurró cosas tranquilizadoras en mi oído mientras me abrazaba, diciendo que todo iba a estar bien. Pero no era así, porque; "El problema es que realmente lo amo." Murmuré contra su pecho.

Sentí a Ryan mirándome. "Ya lo sé." Dijo. "Y sé que él también te ama. Por mucho que me moleste, el chico claramente se preocupa por ti." Añadió en un tono ligeramente amargo.

Por un instante me quedé helada. Ryan pensaba que Manuel me amaba. Él siempre había insistido en que él era un jugador, que me iba a usar, y ahora estaba admitiendo que estaba equivocado. Por alguna razón me hizo querer llorar de nuevo. Oír a alguien decir que es obvio que otra persona te ama resulta aún más difícil que los odies.

"Hay que decirle a papá." Le dije para distraerme de la situación. "Los padres de Michael merecen saber que su hijo se ha ido... y que no va a volver nunca más." Era demasiado difícil de pronunciar la palabra 'muerto'.

"Lo sé." Ryan dejó escapar un profundo suspiro. "He estado pensando en ello durante mucho tiempo, confía en mí. Creo que voy a hablar con Jared, y luego vamos a hablar con el padre."

Asentí con la cabeza. "Ojalá la vida fuera más fácil." Murmuré, suspirando después de un minuto de silencio.

Me gustaría no tener que pasar por cosas como esta. Ojalá no me hubiera enamorado del malo de la película con problemas de confianza y un pasado oscuro. Pero al mismo tiempo no cambiaría nada. Ya que Manuel había sido mi primer amor, mi primera vez, mi primer novio real. Y no me arrepiento de todas las cosas que había hecho con él, aunque me habían metido en problemas. Y yo sabía que lo haría otra vez porque yo estaba enamorada, y tú haces cosas estúpidas cuando estás enamorado. Pero, ¿hasta dónde está el límite? Yo sabía que sólo necesitaba tiempo para procesar lo que Manuel había hecho y decidir si podía superarlo, como solía hacer, o si, en este caso, no podía perdonarlo.



Manuel


La pelota rebotó hacia mí desde la pared. La cogí en mi mano, y la tiré de nuevo, como había estado haciendo durante la última media hora.

"Estoy empezando a aburrirme." Tyson dijo mientras giraba a la derecha e izquierda en la silla de mi escritorio.

"Nadie dijo que tenías que quedarte." Me encogí de hombros, agarrando la pequeña bola azul que había cogido de la caja de juguetes de Julian.

Tyson probablemente puso los ojos, pero tenía la mirada fija en la pared frente a mí, así que no lo vi.

"Estoy aquí porque eres mi hermano, Manuel." Suspiró. "Pero en serio, no sé cómo jodidamente ayudarte a recuperar a tu chica."

Por sus palabras dejé que la pelota cayera en la cama junto a mí, y volví la cabeza para mirarlo. "Nada va a ayudar a conseguirla de vuelta." Le dije, convencido de que ya la había perdido. "Ella no contesta su teléfono, ella no ha tratado de llamarme o incluso enviarme algún mensaje, y ella dijo, básicamente, que habíamos terminado en el baile."

"¡Eso fue ayer, hombre!" Exclamó, lanzando sus brazos en el aire. "Hoy es un nuevo día, lleno de oportunidades."

Lo miré extrañamente. Eso no sonaba a Tyson en absoluto. "¿Qué?" Escupí, divertido.

Tyson hizo un gesto de impaciencia con las manos. "¿Sólo vas a asumir que ella no te quiere más?¿No vas a luchar por ella o algo?" Preguntó, haciendo que me mordiera el interior de mi mejilla. "¿Qué pasó con "nunca digas nunca"?'' Hizo comillas de aire.

Levanté las cejas hacia él y su realidad. "Teníamos como diez años cuando dije eso."

"¿Y qué? No significa que tienes que renunciar antes de haberlo intentado sólo porque has crecido. Significa que ahora debes ser lo suficientemente maduro como para tratar de pensar en maneras de solucionarlo."

Me burlé. Eso sonaba más fácil decirlo que hacerlo. "Hablas como mi padre."

"Pero sabes que tengo razón." Él sonrió, recostándose en la silla en su pose de como-un-jefe.

"Entonces, ¿qué sugieres que haga? Ella me odia jodidamente." Crucé los brazos sobre mi regazo y miré al frente, negándome a hacerme ilusiones. Lo más probable era que las palabras de ______ sean; 'Eres un idiota y espero no tener que verte nunca más'. Mis hombros se hundieron en derrota.
"No vas a llorar, ¿verdad?" Tyson preguntó de repente, mirándome con cautela.

Dejé escapar una respiración por la nariz, entrecerrando los ojos hacia él. "No, no voy a hacerlo. Sólo estoy pensando." Murmuré.
Tyson emitió un suspiro de alivio. Nunca hemos llorado delante de los demás, excepto tal vez cuando teníamos cinco años y nos caíamos al suela al tratar de trepar a un árbol, pero eso estaba permitido supongo. Ahora sería como el epítome de torpe.

"Bueno, vas a verla mañana en el partido de Julian, ¿no es así?" Tyson dijo, jugando con una pluma que estaba en mi escritorio entre sus dedos. Siempre había pensado que aquello era genial, porque cuando íbamos a la escuela en lugar de poner atención, aprendía cómo hacer eso.

"Suponiendo que ella va." Le contesté. "Y suponiendo que no se esconderá de mí." Me pasé la mano por el pelo. Parecía que había estado haciendo aquello muchas veces durante las últimas 24 horas.

"Probablemente estará asustada y confundida. Su hermano le acaba de decir la bomba como si no fuera gran cosa, y sin ánimo de ofender, pero tu chica es empalagosa." Dijo, poniendo sus manos en alto.
Lo miré. "No estás ayudando." Murmuré, volviendo a mi juego con la pelota azul.

"Mira, amigo, sé que te sientes como si te odiara ahora, pero sólo necesita tiempo para procesar esta mierda. No es fácil escuchar que tu novio se deshizo del cadáver del mejor amigo de tu hermano." Dijo Tyson sin rodeos. "Tal vez ella no quiere hablar contigo hoy, o mañana, o al día siguiente..."

Lo interrumpí con dureza. "Lo he captado."

"Lo que quiero decir es que ella va a entrar en razón porque te ama y todas esas cosas cursis. Ella no puede vivir sin ti, algo que yo realmente no entiendo."
Arrugué mi cara y le lancé la pelota de espuma a Tyson, apuntando a su cara, pero la esquivó por lo que golpeó la pared. Él se echó a reír mientras yo negaba con la cabeza.

"Sabes que tengo razón. Vosotros dos sois almas gemelas." Bromeó, lanzando la pelota hacia mí. Puse los ojos en blanco, y nos quedamos en silencio durante unos segundos . "No, en serio, Manuel." Su voz se volvió seria. "He visto cómo la miras. Te conozco de toda mi vida, y yo nunca te he visto mirar a cualquier otra chica de esa manera. Sé que estás loco por ella, y ella lo está por ti. Las cosas que están destinadas a ser siempre terminan funcionando." Él terminó, y me dejó un poco asombrado.

"¿Desde cuándo eres tan profundo, tío?"

"Kelsey tiende a filosofar." Dijo torpemente, dándose cuenta de que había sonado extraño. "Se está apegando en mí." Él se encogió de hombros para quitarle importancia.

"También te está enseñando nuevas palabras." Me burlé de él, cacareando.

"Oh cállate, tío." Él gritó, molesto. "¿Crees que ______ le dijo Kelsey, ya sabes, eso?"

"Ellas se lo cuentan todo, pero tengo la sensación de que Ryan no va a querer que lo comparta todavía. Probablemente vayan a hablar con sus padres, sin embargo." Admití, con un peso enorme por la idea sobre mi cabeza. "Y él es policía."

"Mierda, estamos jodidos." Tyson murmuró, mordiéndose el pulgar -que era su hábito de cuando estaba nervioso. Para ser honesto, en este momento ni siquiera me importaba si me iba a la cárcel. Hubiera terminado allí tarde o temprano. "¿Recuerda Reed nuestro trato?"

"Sí, pero no le importa, y honestamente esa amenaza está vacía. Él tiene a la policía de su lado, y Anthony no se va a poner con nosotros en esto. Él se irá del país antes de que puedan realizar un seguimiento de su paradero."

Tyson soltó una sarta de malas palabras en voz baja. "Esto es tan jodido, tío. Me niego a ir a la cárcel." Dijo con determinación, como si eso fuera decidido por él.

"Mira el lado positivo." Traté de sonar optimista como lo había hecho antes. "Ryan no te mencionó cuando le contó toda la historia a ______, así que tal vez Kelsey no se enterará de que también estabas allí esa noche."

Tyson levantó la vista de sus manos. "¡Oh, no, amigo. Esa chica es inteligente. Demasiado inteligente!" Insistió. "Ella va a averiguarlo antes de que pueda parpadear. Tal vez debería decirle antes de que ella lo descubra por sí misma. De esa manera no va a estar tan enfadada conmigo."

"Deberías hacerlo." Asentí con la cabeza. Tal vez si le hubiera dicho a ______ hace unos meses, ella no estaría tan molesta en este momento. O tal vez nunca habría accedido a salir contigo, mi conciencia señaló. De cualquier manera, yo me aferraba a la esperanza de que su amor por mí le permitía ver más allá de mis errores, ¿no? Tan cursi como sonaba.

Tyson se levantó para irse, ya que era casi la hora de la cena, palmeándome en la espalda antes de que él se fuera hacia la puerta.

"¿Puedes venir conmigo mañana? Ya sabes, como apoyo moral." Le dije antes de que llegara a la perilla.

"No puedo, tío.'' Él abrió los brazos como diciendo 'lo siento'. "Voy a llevar a Kels fuera, y tenemos una charla importante que hacer, al parecer."

"Bueno, buena suerte con ella." Traté de ocultar mi decepción. Era lo menos que podía hacer después de que mis acciones hubieran cargado su relación también.
"Vas a estar bien, Manuel." Me aseguró, y antes de desaparecer por la puerta, añadió: ''Ella va a entrar en razón, ya lo verás."
Después de que él se hubiera ido, enterré mi cara en mi almohada y gemí. La pelota azul se había caído de la cama y fue rebotando en el suelo con un sonido de boing bastante molesto. Supongo que si Tyson -mi mejor amigo desde que llevaba pañales, que usa en exceso las palabras "hermano" y "tío", siempre había estado ahí para animarme cuando estaba decaído por mi padre (o en este caso, una chica), y que se burlaba de el hecho de que nunca iba a ser de color negro- decía que las cosas se iban a poner bien, es porque se van a poner bien.

... Hey, un hombre puede soñar.






______



"¡Venga, ______!¡Nos vamos!" Blake gritó mientras golpeaba mi puerta con tanta fuerza que pensé que llegaría a romper sus bisagras.

"¡Por Dios, ya voy!" Grité de vuelta, atando los cordones de mis Converse blancas.

"No te ofendas, pero ¿qué te tomó tanto tiempo? Te ves como una mierda." Blake se encogió cuando abrí la puerta de mi habitación.

Di un grito ahogado por la ofensiva. "Gracias." Dije sarcásticamente, enderezando la parte delantera de mi camiseta roja Franklin & Marshall.
Pasé junto a Blake por el pasillo hacia la cocina. Podía sentirlo caminar detrás de mí. "Sé que algo te molesta." Dijo con suspicacia.
Le di una mirada inquisitiva.

"Ayer no saliste de tu habitación durante todo el día."

"Estaba estudiando." Mentí, mordiendo mi labio inferior.

"No tienes examen hasta dentro de dos semanas." Señaló, agarrando mi brazo para detenerme antes de que pudiera llegar más allá de la sala de estar.
"Estaba trabajando en un proyecto." Mentí de nuevo, evitando mirar a los ojos de mi hermano.
"Sí, y no has comido nada desde el viernes a por una intoxicación alimentaria." Él soltó un bufido.

"Les dije que el ponche estaba malo." Le dije a toda prisa. Maldito Blake y sus preguntas estúpidas. Él debe ser detective, ya que me estaba poniendo tanto de los nervios que estaba a punto de decirle todo.

"No bebes ponche." Respondió de forma automática. "Y no se tienen esos monstruosos círculos oscuros bajo los ojos a menos que se haya dormido menos de 3 horas durante dos días seguidos." Dijo con una sonrisa arrogante con los labios apretados.

"¿Qué eres ahora, doctor?" Traté de sonar confiada, pero maldita sea, prestaba demasiada atención a los detalles. Tenía que trabajar más duro en mi rol de hermana mayor.
"No, pero voy a averiguar lo que te está molestando." Respondió, seguro de sí mismo. "Siempre lo hago." Con un encogimiento de hombros me dejó allí de pie, y se dejó caer en el sofá del salón. Segundos después él comenzó a enviar mensajes de texto en su teléfono como si nada hubiera pasado.



Lo miré boquiabierta. ¿Cómo hizo eso? Cuando me di la vuelta para salir, capté mi reflejo en el espejo que colgaba de la pared de al lado. No me veía como una mierda. Bueno, tal vez un poco. No me había puesto ningún tipo de maquillaje porque no tenía ganas, y no había dormido mucho tampoco. ¿Y qué? Me basé en mi pelo, que lo había dejado haciendo cortina a los lados de mi cara a propósito. No es que me importara si alguien me veía con este aspecto, sobre todo en un partido de fútbol de niños de unos siete años de edad. Además, Manuel podría incluso no estar allí.

En la cocina, mi madre estaba mirando unos papeles, encaramada en un taburete. Cuando le dije buenos días, ni siquiera levantó la cabeza para mirarme cuando contestó, por lo que supuse que no se había dado cuenta de lo que llevaba puesto. Cuanto menos tiempo tuviera para ver mi conjunto, menor será el tiempo que tendré para cambiarme de ropa.

"¿Por fin vas a comer algo?" Preguntó ella, escribiendo algo que parecía su firma en la esquina de una hoja.



"Sí, me siento mejor." Asentí con la cabeza, aunque ella no podía verme, y agarré una barrita de granola del gabinete de los cereales -así es como lo habíamos llamado Ryan y yo cuando éramos pequeños, ya que siempre estaba lleno de cajas de Cap'n Crunch y todos esos cereales que les gustan a los niños. Cuando vi la caja de esos cereales que todavía teníamos para Tommy, sentí una punzada de nostalgia. Manuel y yo habíamos comido Cap'n Crunch para desayunar el día que dormí en su casa. Cerré rápidamente la puerta de madera y fui a la nevera para coger una botella de agua.

Necesitaba dejar de sentirme como esas chicas que se sentaban frente al televisor con una tina de helado porque sus novios las habían dejado. Manuel y yo todavía estábamos juntos, al menos por ahora.

"Bien, nos vamos en diez minutos." Casi me había olvidado de que mi madre estaba allí.

"Hmm." Le respondí con un sonido indescriptible mientras me comía de mi barra de granola. Teniendo en cuenta que no había comido durante aproximadamente 36 horas, no estaba particularmente hambrienta.

"Buenos días, hermana." Ryan entró en la cocina, besando mi frente antes de hacer una línea recta hacia el refrigerador.

"Wow, ¿vosotros dos realmente os lleváis bien?" Mi madre levantó la vista de sus papeles, inclinando sus gafas de lectura por su nariz con el dedo y mirándonos con incredulidad .

Me encogí de hombros, tratando de restarle importancia por el hecho de que nos pasamos la mayor parte del sábado hablando, él y yo, después de todo. Creo que estaba empezando a ser amiga de mi hermano otra vez, como en los viejos tiempos. Aunque las circunstancias que nos habían unido no eran las ideales.

"Dejamos de lado nuestras diferencias." Dijo Ryan, tomando asiento a mi lado en la barra de desayuno.

Mamá asintió, estupefacta. "Estoy tan feliz de escuchar eso."

Hice un intento de sonreír, pero cuando no te apetece, la sonrisa en general, sale falsa. A menos que seas una muy buena actriz, que confirmo que no era mi caso. Hoy no, de todos modos.

"¡Papá, vamos a llegar tarde!" Escuchamos el chillido de Tommy desde el vestíbulo, y todos nos echamos a reír. Estaba tan emocionado.

Aunque, al igual que la sonrisa, mi risa no era completamente de todo corazón tampoco.



* * *


No sé lo que me esperaba, pero cuando llegamos al campo, lo primero que vi fue una mata de desordenado cabello rubio sucio entre todos los demás. Debo tener algún tipo de problema mental, porque incluso cuando no quería ver a Manuel, me las arreglaba para verlo en el primer momento.

Afortunadamente, él no me vio. Había tanta gente que era imposible que estuviéramos sentados en cualquier lugar cerca uno del otro, de todos modos. Sin embargo, me puse mis gafas de sol sobre mis ojos y me senté en el primer asiento libre que vi. Pronto toda mi familia estaba sentada en las gradas que daban al campo de césped artificial. Hacía frío, pero al menos no estaba nevando o lloviendo. Mis padres se dedicaban a hablar, nadie sintió la necesidad de intervenir en sus aburridos temas-de-adultos y Ryan y Blake estaban discutiendo las posibilidades de ganar del equipo de Tommy.

Yo no estaba realmente por el juego cuando empezó, mis ojos seguían lanzándose de nuevo al lío de pelo rubio sucio a mi izquierda. Manuel estaba un par de filas más cerca del suelo por lo que no me podía ver a menos que él girara la cabeza hacia atrás. Y él no había hecho eso. Yo no sabía si quería que me viera o no todavía. Había estado orando para que no se hubiera quedado en casa, con la esperanza de conseguir volver a verlo, sólo para comprobar que estaba bien. ¿Qué? Estaba preocupada, a pesar de todo.

Durante el resto del partido me alegré cuando noté a personas vitoreando demasiado -creo que una vez grité cuando el equipo enemigo anotó, ganándome varias miradas sucias- y traté de dejar de mirar de nuevo a Manuel. Parecía estar bien. Desde esta distancia sólo podía distinguir que estaba vestido de azul y que tenía el pelo hacia abajo en vez de en punta. Lo que sea que signifique.

¿Era esta una clase de-comida-después-del-partido habitual en cada uno de los equipos de fútbol en los Estados Unidos o simplemente era habitual en el de Tommy? No importaba la respuesta, mis padres decidieron que estaba bien quedarse y "socializar con el resto de las familias". Teniendo en cuenta la edad promedia era de 10 y 40, me sentía un poco fuera de lugar. Sabía que Ryan había visto a Manuel, pero, por suerte, no se habían hecho ningún intento de hablarse mutuamente. No tenía ganas de ser testigo de otra pelea de testosterona. Sin embargo, tenía los nervios de punta. Mi labio estaba empezando a despegarse por el ataque sin piedad de mis dientes.

"Manuel te está mirando." Dijo Blake, discretamente deslizándose a mi lado mientras desinteresadamente removía la soda en mi taza con una pajita. Yo estaba apoyada contra una valla metálica, aislada del resto del mundo. Yo sin duda pagaría las consecuencias de mi torpeza social después, cuando llegáramos a casa y mi mamá comenzara con su perorata sobre lo importante que era nuestra imagen pública. A partir de ahora, no podría importarme menos. Nuestro equipo había ganado y todo el mundo estaba demasiado ocupado celebrando-lo como para notarme.

"¿Lo hace?" Le pregunté, aclarando mi garganta. Todos los intentos de sonar indiferente se arruinaron, por supuesto.

"¿No habría de hacerlo?" Blake frunció las cejas con confusión.
"No, quiero decir, supongo que está bien." Le dije, consciente de que estaba viéndome como una tonta. Y el premio del bicho raro del año va a ______ Reed.

"¿Supones?" Blake dejó escapar un sonido entre una risa y curiosa burla.

Le lancé una mirada -o al menos lo intenté- mientras me encogía.

"Bien entonces, porque él viene para acá." Me palmeó el hombro una vez, y luego bailó el vals lejos antes de que yo tuviera la oportunidad de preguntar, ¿qué? Con voz de pánico.

De hecho, Manuel caminaba hacia mí, con las manos en los bolsillos del pantalón y los ojos fijos en el suelo. Mis manos comenzaron a ponerse pegajosas, las mariposas inundaron mi estómago, y tuve que tirar mi baso en la papelera más cercana, ya que estaba temblando, junto con mi cuerpo.

Unos diez segundos después, Manuel estaba a una distancia de menos de un brazo de mi. Podía sentir mi corazón latiendo más rápido de lo normal, y yo sutilmente limpié las manos en mis pantalones vaqueros. Hicimos contacto visual por un segundo, y casi sin me quedé aliento. Sus hermosos ojos color avellana estaban rodeados por líneas rojas, y dos círculos de color ciruela en forma de media luna teñían la piel debajo de ellos. Todas las chispas verdes y doradas que normalmente iluminaban sus iris se habían convertido en un marrón apagado, y no pude evitar sentirme culpable. Si pensara que yo no había dormido mucho, Manuel estaba claro que menos. Además, mi mamá había visto mis ojos antes de salir de casa, y puso al menos un litro de corrector debajo de cada uno de ellos por lo que parecía casi bien descansada.

Ninguno de nosotros dijo nada mientras estábamos allí, apoyando nuestros hombros contra la valla metálica. El sentimiento era tan desconocido, y me acordé de la primera vez que había visto a Manuel en uno de los partidos de Tommy y de Julian. El día en que me había llamado por primera vez princesa. Eso se sintió como hace toda una vida ahora, y otra pequeña aguja pellizcó mi corazón, igual que cuando había encontrado la caja de Captain Crunch antes.

"No me dijiste que había una fiesta el martes." Solté de repente. Los ojos de Manuel se abrieron ante el sonido de mi voz rompiendo el silencio incómodo, como si no hubiera esperado que yo hablara primero, o hablara en absoluto. "Tuve que averiguarlo a través de Kelsey porque Tyson le dijo a ella." Todo el rato evité mirar a Manuel. Sólo con ver su cabello suelto y desordenado, en lugar de peinado a la perfección, y la vista de sus ojos cansados era suficiente para hacer que lo quisiera envolver en mis brazos y consolarlo, y decirle que estaba bien, que todo iba a estar bien. Pero tuve que mantenerme firme.

Manuel parecía sorprendido por la acusación en mi tono. Vi sus brazos tensos bajo su grueso abrigo negro. Tenía una capucha de piel con borde que habíamos cogido juntos la única vez que había venido de compras conmigo. Un impulso inexplicable de reír se extendió por mí con el recuerdo: Manuel se había cansado de las compras después de la primera tienda, y había ido a parar en Starbucks.

Por fin habló. "Yo no estaba pensando en ir." Su voz era baja, ronca y cuidadosa, como si tuviera miedo de hablar conmigo. "Mi papá se marcha ese día, así que pensé que iba a estar con mi familia."

Entonces, me sentí absurda. Ni siquiera iba a poder ir. Era una noche de escuela, y yo no estaba de humor para fiestas de todos modos. ¿Por qué me importaba? Además de eso, me sentí mal porqué me había olvidado de que Santiago iba a volver a la guerra, y también me sentí mal porque sabía que Manuel se sentía mal.

"Deberías ir a despedirte de él hoy, por cierto." Agregó después de unos segundos. "En caso de que no..." Yo sabía que él iba a decir algo así como 'nunca vuelva', pero terminó diciendo: "Lo veas de nuevo antes de que se vaya. Creo que a él le gustaría eso." Estaba pateando la suciedad del suelo con la punta de su zapatilla de deporte, evitando mirarme también.

"Sí, debería hacerlo." Le susurré porque era difícil encontrar mi voz de nuevo. Había visto a Santiago y Marcela antes cerca de las mesas de comida y solo deseaba ir allí, cualquier lugar con tal de esquivar a Manuel.

Antes de que pudiera pasar por delante de él, sin embargo, Manuel alcanzó mi brazo y me dijo rápidamente: "Espera." Su mano no llegó a siquiera rozar mi brazo, llevaba capa tras capa de ropa de todos modos, pero sentí su calor sobre mi piel, como si alguien estuviera derritiendo mantequilla en ella.

Yo lo miraba con expectación mientras él lamía sus labios. Él siempre hacia eso antes de decir algo que le era importante o difícil de expresar. "¿Puedes -puedes fingir que todo está bien?" Preguntó él, y sus ojos eran redondos, casi suplicando. "No quiero que piense que me está dejando en un mal momento, ni nada."

Me encontré asintiendo a toda prisa. Le debía eso, si no es a él, a Santiago. Debido a que el hombre merecía ser feliz, e irse a la guerra -a sabiendas de que es posible que no vuelva- pensando que su hijo no está feliz, es injusto. "Claro." Le dije, y yo no sabía por qué estábamos siendo tan torpes. Sólo sabía que cada vez que miraba a Manuel, las imágenes de Michael brillaban detrás de mis ojos. Manuel no lo mató, tuve que recordarme a mí misma. Aún así, me sentía muy mal por el solo hecho de pensar en lo atractivo que sus labios se veían, recubiertos en saliva, y lo mucho que quería besárlos. Quería odiarlo como Ryan hizo, pero era imposible. Por mucho dolor de corazón, me era imposible.

Intenté caminar lejos de Manuel, de mis pensamientos, de todo -pero su voz me detuvo de nuevo, esta vez acompañado de un agarre en la piel de mis dedos. "Espera, ______." Dijo Manuel con urgencia, rompiendo el contacto entre nuestra piel. Sus dedos apenas habían rozado mis nudillos, pero había sido suficiente para enviar una serie de chispas a través de mi sistema nervioso en general.

Separé mis labios, incapaz de formar una respuesta. Él no lo había sentido, porque él todavía era capaz de hablar. ¿O se había recuperado rápidamente? "¿Vas a escucharme si trato de explicarme a mí mismo?" Preguntó tentativamente. No hice ningún ruido o movimiento, aparentemente alentando a Manuel para que siguiera. "No quería hacerlo." Su voz era casi estrangulada, y yo sabía que él estaba herido, y yo estaba sufriendo demasiado. "No me gustó hacerlo o lo que sea que tu hermano te dijo. Tuve que hacerlo."

"¿Por qué?" Finalmente encontré la fuerza para hablar. Mis manos estaban a salvo dentro de los bolsillos de mi chaqueta para que ningún otro contacto me pudiera distraer la atención de la cuestión que nos ocupaba.

"Anthony." El nombre salió de su lengua como veneno. "Él es un hombre enfermo. Él haría cualquier cosa por dinero. Cualquier cosa. Pero también no está demasiado interesado en ensuciarse las manos por lo que obtiene a otras personas para que hagan lo malo por él." Hizo una mueca, tocando inconscientemente su mejilla. Me pregunté si tenía algo que ver con la cicatriz casi invisible que estaba en ella. "Me involucré con la gente equivocada." Continuó -y ésta era la parte que me temía. "Cuando eres un niño que necesita dinero..."

Negué con la cabeza, interrumpiéndolo. "Hay otras formas de conseguir dinero, y lo sabes. Así que no me vengas con la mierda de que yo-no-tenía-cualquier-otra- elección." Le dije con dureza, inmediatamente lamentándome cuando vi el dolor en sus ojos.

"Tú no lo entiendes, ______." Esta vez fue Manuel quien sacudió la cabeza. Era obvio que estaba tratando de ser paciente conmigo. "No es tan fácil. Tú has estado viviendo con todo de tu lado desde que naciste. El dinero nunca ha sido un problema para tu familia, no has tenido que trabajar por nada, consigues todo y cualquier cosa que quieras."

Di un grito ahogado, desconcertada. "¿Oh, así que ahora es mi culpa?¿Yo no te entiendo porque de acuerdo a ti mi vida es un juego de niños?" Mi voz adquirió un matiz enojado.

"Sólo estoy diciendo que es más fácil que la mía. O diferente, por lo menos. Me encantaría verte caminar una milla en mis zapatos." Manuel gruñó. "Solo juzgas todo lo que hago, porque no es bueno, pero no te molestas en mirar más allá del acto y ver mis motivos."

Puse mis manos en mis caderas, y entrecerré los ojos hacia él. ''¿Yo te juzgo?" Quería gritar, pero no quería llamar atención no deseada.

"Por supuesto que sí." Manuel alzó los brazos en el aire. "Tal vez no te das cuenta, pero lo haces. Cuando te enteras de cosas que he hecho en el pasado que no son tan buenas y que no necesito que me lo digas, lo sé, te vuelves loca y me miras como si yo fuera un asesino en serie o algo así. Parece que todo lo que he hecho para cambiar es en vano, como si no te importara que yo no sea la misma persona que era hace dos o tres años. Es por eso que es mejor mantener las cosas lejos de ti."

"¿Así que esa es la solución, que yo no tenga ni idea de nada?¡Esto se está volviendo locamente genial, Manuel!" Dejé que mi voz se levantara una octava más alta. "Mantenerme ocultas las cosas." Dejé escapar una risa sin humor. "No fui yo quien insistió en que las relaciones se basan en la confianza." Hice hincapié en la palabra. Cualquier pena o una chispa que sentía por él se desvaneció, dejando sólo la furia y la frustración hacerse cargo de todo.

"No quise decir eso." Manuel susurró, pero sabía que la había cagado al decir eso. "Quiero decir que nunca me escuchas, siempre piensas que soy una especie de monstruo que se involucra en la mierda ilegal por diversión antes de darme la oportunidad de explicar."

"Tal vez eso es lo que eres, Manuel." Le dije con tristeza, y quise llevar mis palabras de vuelta tan pronto como estuvieron fuera. Me tapé la boca con la mano, sorprendida de que yo hubiera dicho realmente eso. "No quise decir eso." Murmuré después de un segundo, pero Manuel ya estaba mirando lejos de mí. Oh no, me di cuenta de que realmente le había hecho daño allí. Yo había actuado como el monstruo. Una sensación familiar picó en la parte trasera de mis ojos, y era consciente de que iba a empezar a llorar en cualquier momento.

"Supongo que es verdad, después de todo, los chicos de mi lado de la ciudad no reciben finales de cuento de hadas." Murmuró, mirándome fijamente a mis ojos acuosos antes de que pudiera añadir nada más para borrar mi error. Su hombro chocó con el mío un poco mientras se movía por mi lado. Mi mano se extendió hacia la suya, pero lo único que agarró fue nada más que aire.

Y entonces, la represa estalló de nuevo, y mi visión se nubló.

B.R.O.N.X/ Manuel Turizo/ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora