35. Sueño I

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Will lo abrazó y cuidó su sueño hasta que el cansancio lo derrotó y terminó por dormirse también. Por primera vez en mucho tiempo, realmente descansó durante varias horas, hasta que empezó a ser consciente de sus pensamientos. Se dio cuenta de que estaba soñando, con la tranquilidad de alguien que despierta por la mañana, después de una noche tranquila.

Se encontró a sí mismo caminando en medio del mundo de la niebla, y todo parecía tan normal que se sentía más seguro que cuando estaba despierto. No podía ver nada a su alrededor, todo parecía borroso, pero al igual que como se había adentrado en las profundidades del Cáligo, no le prestó atención a aquellas cosas que no podía reconocer, y por el contrario, se centró en avanzar a través del camino que ya conocía.

No necesitaba cerrar los ojos esta vez, simplemente avanzó, confiando en sí mismo, y pronto se encontró frente a Nico. Él no lo estaba mirando, tenía la cabeza gacha y el cabello le caía sobre el rostro. Sus piernas cruzadas en esta ocasión se mantenían quietas, suspendidas en el aire, casi a dos metros sobre el suelo, y sus brazos descansaban sobre sus rodillas, como si estuviese meditando.

— ¡Hey! — Will le saludó y él de inmediato levantó la cabeza, una sonrisa se dibujó sobre su rostro, pero no era como aquella, de su sueño anterior, pura y sincera, sino más bien una agotada. La sonrisa de alguien cuya alma se ha fragmentado a lo largo de los años.

—Hey...— le contestó, imitándolo. Se mantuvo levitando, por lo cual Will tenía que observar hacia arriba para mirarlo. — ¿Recuerdas?

—No mucho— le contestó de inmediato, y se dio cuenta de que era verdad. Es decir, conocía los detalles de su vida actual, y se le hacía sencillo pensar en sueños anteriores que, al estar despierto, no recordaba, ni aunque lo intentara con todas sus fuerzas; pero más allá de eso, todo estaba tan borroso como su entorno.

—Tu energía espiritual realmente ha decrecido mucho— le dijo Nico, sin mostrarse sorprendido por ello— Creo que por eso a veces puedes escapar del poder de ese bastardo y otras veces no.

—¿Antes podía recordar con más facilidad? —le preguntó Will, frunciendo el ceño involuntariamente, intentando buscar una explicación en la profundidad de su memoria.

—No... Siempre ha sido difícil— Nico al fin estiró las piernas, y bajó hasta estar de pie, al lado de Will— Jamás me recuerdas a mí, pero antes al menos aún podías usar tus poderes.

—¿Poderes? ¿Qué poderes? — Will rebosaba intriga. Esta vez fue Nico quien extendió una mano hacia él para tocarle la frente, ¿quería medir su temperatura? No. Solo quería acariciar su cabeza, su cabello. Enroscó un dedo en el primer rizo que encontró y se quedó mirándolo como si con eso detuviera el tiempo.

—La sanación—le explicó Nico, al tiempo que soltaba el rizo y deslizaba su mano por el rostro de Will, perfilando su mejilla y cayendo por su mandíbula con ternura— Aunque, creo que tal vez te hizo un favor... Con lo locos que están los mortales en estos días, confundiéndote a ti con un hechicero, ya te habrían matado hace tiempo, al condenarte por brujería.

—No es que no lo hayan intentado —contestó Will.

—Lamento no haber estado allí para cuidarte—Nico de pronto se puso muy serio— Malditos malagradecidos. Les salvas la vida a los suyos, y ellos buscan cobrar la tuya.

—No es su culpa— Will tuvo un lapso de seguridad que pronto se apagó—: Creo que... La mayor parte de ellos ni siquiera saben quién soy... o de donde vengo. Lo... lo han olvidado tanto como yo.

—Es lo que pasa cuando se prohíbe a los mortales transmitir las leyendas — Nico gruñó más que hablar— Ni siquiera entre los piratas se mantiene, para estas alturas solo la conocen los hechiceros, y es más una advertencia sobre lo que no deben hacer los niños, que una leyenda en tu honor. Si me lo preguntas, es una blasfemia... ¡Falacia!

El Corazón Maldito - EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora