El Calígine, como Hazel había llamado a la nave de ébano perteneciente al hechicero, o Caligo, como Will había abreviado en su mente, era al menos tres veces más grande que el Argo. O al menos así lo parecía. Una vez ingresaron, se descubrieron en medio de un oscuro pasillo apenas iluminado por lámparas de aceite, y que parecía ser interminable.
Hazel ingresó abrió la puerta de la primera habitación que se encontró, empujó a Frank dentro y luego se dirigió a los otros restantes:
—No ignoren mi advertencia — su voz lúgubre combinaba a la perfección con la oscuridad del barco— No se queden fuera de las habitaciones después del anochecer.
Luego entró a la misma habitación en la que había ingresado a Frank, y cerró la puerta con seguro. Will escuchó algo parecido a una discusión detrás de la puerta, entre ella y Frank. Algo sobre lo inadecuado que resultaría aquello. Aún así, el cerrojo no volvió a abrirse, por lo que Will supuso, la contienda la había ganado la bruja.
Will no fue el único que se quedó mirando la puerta como si esta tuviera la respuesta a todos los secretos del universo. Descubrió que, junto a él, se encontraban los otros pocos sobrevivientes del Argo. Percy fue el primero en salir de su estupor, y comenzar a caminar a lo largo del pasillo. Dio unos veinte pasos, encontró una segunda puerta y entró en ella. Se veía de mal humor, no invitó a nadie a dormir con él, ni a Piper, ni a Annabeth, ni a Will... Ni siquiera a Jason para molestarlo.
—No quiero dormir sola —Piper parecía no poder decidirse entre colgarse del brazo de Gordo, del cuello de Annabeth, o del pecho de Jason Grace. Incluso miró a Will un momento, con ojos suplicantes. Al final, se decidió por darle una palmadita a la panza de Gordo y decir— Ya oíste a la bruja, ve y busca una habitación y no salgas de ahí hasta el amanecer. Nos vemos mañana.
Después sujetó con fuerza el brazo de Annabeth y caminaron juntas solo lo suficiente para encontrar una tercera puerta y encerrarse allí. Gordo, obediente, las siguió, pero continuó caminando hasta la cuarta habitación. Eso dejo a Jason y Will solos en el pasillo:
—¿Estarás bien? — preguntó Jason, y Will quería gritarle que no. Que ni se le ocurriera dejarlo solo. Sin embargo, se limitó a asentir y Jason tomó eso como su despedida.
Will lo observó hasta que la luz le impidió seguir sus pasos, quieto, apenas moviendo ligeramente el pecho para respirar, esperando al lado de las escaleras, como si algo fuera a ocurrir. Como si Leo fuera a aparecer mágicamente a su lado y su ausencia dejase de pasarle en el pecho.
Todos sus acompañantes habían caminando hacia la derecha, en busca de habitaciones. Will miró ese pasillo y subconscientemente, pensó que si caminaba lo suficiente llegaría hasta la cocina, donde encontraría alimento y bebida. Negó con la cabeza, eso no se le antojaba justo en aquel momento, a pesar de que no había comido nada durante todo el día.
Sentía ganas de girarse, de mirar hacia la izquierda, pero, al mismo tiempo, le daba pánico hacerlo. No. No era miedo, era enfado.
Intentó despejarse dándose un par de golpecitos en la cabeza. Era de carácter urgente que pudiera poner en orden sus pensamientos— y sentimientos— o de lo contrario terminaría por estar tan loco como el hechicero, y eso no sería beneficioso para nadie. Will infló sus mejillas con aire y contuvo el aliento, luego simplemente lo dejó salir en forma de un suspiro ruidoso. Cerró los ojos, se giró y comenzó a caminar hacia la izquierda, lejos de las habitaciones donde el resto de la tripulación se había alojado.
No abrió los ojos durante varios minutos, sus pasos eran lentos, pero seguros, de algún modo sabía que no iba a caerse de bruces. Al menos no hasta llegar al siguiente tramo de escaleras. Su mano iba rozando la pared y acariciando el pomo de cada una de las puertas que encontró. Contó la número siete, y entonces abrió los ojos. Empezó a descender hacia el piso inferior.
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El Corazón Maldito - EN PAUSA
RomansaCuenta la leyenda que hace mucho, cuando las arenas del tiempo aún no daban su primer giro, los tres hermanos se dividieron el mundo, para gobernar sobre él. El primer hermano, dominó sobre el cielo; el segundo sobre el mar; y el tercero reinó en el...