Will tampoco pudo descansar en las dos primeras noches que estuvieron de vuelta en el Argo. Tal y como si hubiese sido víctima de una maldición, la salud de Frank continuó deteriorándose, como si fuese una flor que acababan de arrancar para colocar en un florero. Tan pronto como se durmió, no volvió a despertar y empezó a hervir en fiebre.
La bruja no se separó de él durante todo el tiempo que estuvo inconsciente, lo observaba con extrema preocupación, y cambiaba el trapo con agua fría con el que Will intentaba bajarle la fiebre al soldado. Lo peor de todo, era que el sanador no tenía medicinas con las cuales tratar al soldado. Llevaba consigo las pocas hierbas que había conseguido recolectar en la Isla, pero no le duraron ni un día y medio día. Durante aquellas primeras dos noches, todo el mundo pensaba que Frank no la iba a contar, pero, al tercer día, la fiebre al fin empezó a ceder, y poco a poco empezó a despertar. Entonces, la bruja se encargó de darle de comer y beber.
Solo después, Will finalmente pudo dejarse caer inconsciente en uno de los catres, para no saber nada más durante las próximas horas. Cuando despertó, tuvieron que repartir nuevamente los espacios dentro de las recamaras. Percy y Leo, seguían teniendo sus respectivas habitaciones, con la diferencia de que, ahora, tanto Piper como Annabeth eran bienvenidas a pasar la noche con ellos cuando lo desearan. Leo parecía querer darle la misma opción a la bruja, pero Percy lo convenció de que debía pasar cierto tiempo de prueba antes.
La bruja, sin embargo, no parecía demasiado deseosa por abandonar a Frank, mientras que la invitación entró por un oído de Annabeth y salió por el otro, así que terminaron por asignarle una de las habitaciones de los marinos a las mujeres, y la otra a los hombres. La tripulación era, ahora, muy escasa, así que sobraban los catres necesarios como para hacerlo de ese modo.
Por un momento, existió la preocupación de si las chicas se sentirían intimidadas por compartir recamara con la bruja, pero lo cierto era que ella no dormía ahí, sino acurrucada en una esquina, junto al cuerpo inconsciente de Frank, en la recamara de los hombres. En realidad, la bruja simplemente estaba haciendo lo que se le antojaba hacer, sin seguir las órdenes de nadie, tuviese el corazón en su mano o no.
Poco a poco, Frank fue recobrándose. Afortunadamente, a él no parecía molestarle la cercanía de la bruja, y le permitía estar tan próxima a él, como ella lo deseara. Quizá se sentía responsable por ella, o tal vez ella lo tenía hechizado y ya no era dueño de su propia alma, pero pasaban juntos la mayor parte del tiempo. El soldado era el único que hablaba libremente con la bruja. Los demás, se limitaban a observarlos con precaución.
El Argo navegó sin rumbo durante dos semanas. Leo intentaba seguir el rastro de la dirección en la que se adentraban, al concentrarse en la posición de las estrellas, sin embargo, para él quedaba claro que tan pronto seguían una constelación, como otra. Era como si el rumbo cambiara constantemente. Percy no estaba muy feliz con respecto a eso, pero cada vez que le consultaban a la bruja, esta decía que el corazón sabía hacia donde debía ir, "¿Qué acaso no fue así como me encontraron a mí?"
Un amanecer, Leo se dio cuenta de que estaban completamente perdidos. Al salir a la superficie del Argo, descubrió que la nave estaba rodeada por una espesa niebla que no le permitía mirar mucho más allá de su propia nariz. De inmediato entró a comunicárselo al capitán, pero, lo mismo daba intentar cambiar el curso o no, mientras no hubiese visibilidad. Se mantuvieron tres días en calma, esperando, dentro de esa nube blanca.
Al cuarto día, Jackson empezó a perder la paciencia:
— Tenemos que volver, o terminaremos por golpear un arrecife o algo peor— le dijo a Leo en voz tan alta que todo el mundo alcanzó a escuchar.
—Si vamos a golpear un arrecife, lo haremos tanto si avanzamos como si regresamos— le contestó Leo.
—Sabemos que atrás no hay arrecifes —insistió Percy— ¡De allí venimos!
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El Corazón Maldito - EN PAUSA
RomanceCuenta la leyenda que hace mucho, cuando las arenas del tiempo aún no daban su primer giro, los tres hermanos se dividieron el mundo, para gobernar sobre él. El primer hermano, dominó sobre el cielo; el segundo sobre el mar; y el tercero reinó en el...