Capitulo 17

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Dos semana después.

Jamás había tenido que pisar un lugar como ese, ni me imaginaba como eran. Los pisos blancos y un poco sucios, las paredes blancas pero amarillentas, sillas de ruedas por todos lados y pacientes, muchos que realmente estaban locos.

Estaba deprimida, era una realidad de la que no podía salir sola, pero un psiquiátrico no era el lugar más feliz para sacarme de ese estado.

Todos los días me despertaban a las seis de la mañana para darme una pastilla que me mantendría tranquila y una que me mantendría "felíz". La verdad es que nada de esto me estaba ayudando, sobretodo cuando decidí pedir no recibir la visita de nadie. Ni mi amiga, ni a Dashk.

Dos semanas en un manicomio puede volver loco a cualquiera, pero yo empezaba a acostumbrarme, era como si estar aquí me hiciera sentir menos culpable, si mi madre no vivía, yo no tenía el porqué tener una buena vida.

Ese día me tocaba sesión con el doctor Salomón, un hombre ni muy viejo, ni muy joven, en la edad justa para decir que está en la flor de la juventud, cabellos blancos empezaban a dibujar sus cabellos y arrugas plagar su rostro, y me observaba como si fuera un caso perdido.

—Si no quieres que te ayuden, no podré hacer nada por ti —dijo el doctor anotando algo en su libreta.

—Muy perspicaz de su parte darse cuenta de eso, Doc.

—No puedes vivir toda la vida aquí, tarde o temprano deberás irte.

—Y no sabe cómo espero que llegue ese día, quizás en ese entonces logre mi cometido y no tenga que volver. —Me encogí de hombros.

—¿Si sabes que no eres culpable de nada de lo que sucedió con tus padres? —repite la pregunta de siempre.

—Sí, yo no tengo la culpa de que mi padre haya sido un abusivo con mi madre, tampoco de que haya tomado hasta convertirse en un monstruo, y menos que abusara de mi. ¿Pero sabe qué? Nada sacará de mi mente que si yo hubiese estado en esa casa, mi madre no hubiese muerto.

El hombre anotó algo en su libreta y luego alzó su mirada hacia mi. Él usaba un traje que se veía bastante viejo y gastado, su mirada era cansada y parecía no querer hacer eso conmigo. Todos los días desde que estuve allí, nos veiamos y todos los días repetiamos la misma absurda conversación, pareciamos estar en un bucle.

Suspiró e hizo un cambio en su postura. Ese día sucedió algo diferente, el hombre se levantó y sin previo aviso abrió la puerta. Mi corazón se paralizó, y mis manos empezaron a sudar. Si, mi careta de chica insensible se estaba callendo en ese momento, mi propio monstruo estaba acosando el lugar que extrañamente me ayudaba a olvidar mi vida.

—Sientese señor Luca.

El chico con aire arrogante se sentó a mi lado, subió sus botas a la mesa del doctor y luego las bajo por una advertencia en la mirada del dueño del consultorio.

—Te preguntaras que hace el aquí, está es una especie de terapia experimental que mi equipo y yo estamos utilizando para sanar heridas. Este chico te recuerda tanto a tu padre, que por eso lo dejaste, así que ahora él hoy hará el papel de tu padre y tú serás tú.

Tenía los ojos abiertos de par en par, comencé a negar con la cabeza, pero Luca es el que habla y no el doctor.

—Yo... No te diré que he cambiado de la noche a la mañana, pero Violet, me quiero disculpar, me comporte como un verdadero idiota todo este tiempo, no solo contigo... Quiero cambiar por Amber —hablo quedamente el chico.

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