Capitulo 3

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Toqué la puerta de la habitación que me dijo, él ya había llegado.

A pesar de haberlo hecho tantas veces me sentía nerviosa. Mis sentimientos eran un huracán y no sabía qué hacer más que esto.

La puerta se abrió y los ojos cafés oscuros inspeccionaron mi apresurada entrada. Hice lo de siempre, me quité la camisa sin decir palabra alguna. Sentía su mirada viajar por mi piel, cuando volteé la vista para observarlo completamente se veía nervioso.

—Nunca he hecho esto con nadie, solo... No sé ni como empezar sin besarte —susurra quedamente.

Un rubor subía por sus mejillas haciéndolo ver apenado y algo tierno.

—Espera. —Me detengo en seco—. ¿Nunca has estado con una chica?

—Con nadie.

Su voz solamente fue un susurro ininteligible. Me quede observándolo por unos segundos más.

—¿Qué edad tienes?

Se aclara la garganta un poco.

—Tengo dieciocho.

Me di una palmada en la frente, era menor que yo, jodidamente menor. Al menos era mayor de edad y sabía que no iría presa. Me acerque a él y lo obligue a sentarse en la cama, a esas alturas solamente estaba vestida con mi falda y mi brasier de encaje negro. Cuando estuvo sentado abrí mis piernas y me acomodé en las suyas, sus mejillas estaban sonrosadas aun, podía ver cómo tragaba fuerte.

—Ahora, es simple, toca mis senos.

Me observó como pidiendo permiso a pesar de que fui yo la que dijo que lo hiciera. Sus manos con delicadeza se posaron en mi piel llevando un pequeño escalofrío por la sorpresa, desabroche el sujetador y las tiras se deslizaron por mis brazos dejando al descubierto mi piel. Mis senos no eran grandes, mi cuerpo siempre ha sido bastante pequeño a comparación de las otras chicas, pero nunca he sentido complejos, me parecen agradables a la vista.

Un suspiro de asombro salió de su boca, con su mano acaricio lentamente toda la piel hasta llegar al pezón. Sabía que no era tan tonto, ya que sus manos viajaron por mi cintura en un recorrido lento y suave que me activaba las terminaciones nerviosas hasta llegar a mis caderas.

Sin previo aviso se acercó a mi cuello y depositó un delicado beso, quede sorprendida, pero me agradó, siguiendo con sus labios un recorrido hasta mi clavícula. Sentía la erección crecer bajo de mí, un suspiro se escapó de mis labios cuando sus besos llegaron a mi pecho.

A esas alturas ya me había olvidado de problemas, Luca y todo lo que me había llevado hasta allí. La sensación era diferente a los otros chicos, más personal, nunca me había tomado el tiempo de llevar las cosas lentas y mucho menos nadie se había dado a la tarea de saborear mi piel a ese punto, mi regla era cero besos... Pero ese chico supo flexibilizarla.

En un movimiento bastante rápido quedamos acostados, su mano recorrió mi pierna hasta llegar a mi muslo, todo el tiempo tenía la mirada clavada en la mía, medía cada reacción, cada jadeó, aprendiendo de lo que estaba haciendo.

Sonrió un poco mientras veía el rubor nuevamente en sus mejillas, allí estaba yo, semi desnuda mientras él estaba completamente vestido aún. Sentía sus nervios, sus movimientos inexpertos, pero que a la vez por instinto sabía qué hacer.

Primero quite su camisa y luego de otro poco de caricias me deshice de su pantalón, estuvimos rodando por un momento en la cama en un constante roce de piel con bien, besos en el cuello y caricias, hasta que mis piernas quedaron a cada costado y mis senos descubiertos. Todo sucedió más rápido a partir de allí los movimientos y todo se intensificaron, no hubo besos, como pedí, solo su manera de flexibilizar esa regla besando suavemente mi piel.

Un Poco Más Que AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora