Capítulo 15

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El domingo parecía ser un buen día, en la tarde tendríamos que tomar camino a casa. Cada uno tenía que estudiar para su carrera, Dashk y yo estábamos posponiendo el trabajo mucho tiempo.

—Mi madre dice que si las cosas no están bien en tu casa puedes venir a la mía —dijo Brisa.

Por un momento había pensado que sería buena idea, pero debía ir a casa, no había más que hacer. Empaque la poca ropa que había llevado y me preparé para bajar a desayunar. Brisa se había acercado a mi habitación, quería disculparse por insistirme que bebiera, sabía el porqué quería alejarme del alcohol.

Bajamos a desayunar, el comedor estaba vacío, pero en la cocina se escuchaban ruidos, Brisa y yo entramos por la puerta llevándonos una sorpresa, Amber y Dashk jugaban con utensilios de cocina y algunos ingredientes para panqueques, ambos llevaban delantal.

Cuando Dashk posó su vista en mi, su mirada se iluminó, corrió hacia donde estaba, me depositó un beso en la mejilla y un rastro de harina también. Amber lucia un poco decepcionada y malhumorada después de la situación, Brisa me dio una mirada curiosa, me encogí de hombros. No entendía lo que le sucedía a Amber si estaba con Luca ¿Por qué su molestia?

—¿Y la cocinera? —pregunté mirando a Dashk.

—Tuvo que salir a hacer las compras, nos toca cocinar con lo que hay en el refrigerador —respondió diligentemente Amber.

Asentí con la cabeza y me acerqué al boll dónde tenían la masa preparada, estaba desabrida. Me aproxime a la alacena, encontré vainilla y chocolate en polvo, coloqué un poco de ambos en la mezcla batiendo mientras los agregaba, les dí a a probar a los chicos y todos aprobaron los nuevos panqueques de chocolate.

Cuando empezaron a salir del sartén, algunos estaban quemados, nos reíamos, estábamos felices... Quien se esperaría lo que sucedería más tarde.

La cocinera llegó después del desayuno con las compras para preparar el almuerzo, tendríamos que salir luego de ello para llegar a la ciudad antes de la noche. El almuerzo fue rápido, el día parecía correr para que nuestras vacaciones llegarán a su final pronto. En el auto estaba más tranquila, veía los árboles mientras pasábamos, está vez estaba más cerca de Dashk.

—Un proverbio chino dice que las miradas soñadoras son las más bonitas.

—Ya no da risa lo de los proverbios —A pesar de mis palabras, me estaba riendo.

—Bien, pero es que... A veces se me complica decirte algo bonito sin que me regañes.

—¿Y los supuestos proverbios son la solución? Creo que no estás bien de la cabeza.

—Si, estoy loco —dijo con mucha convicción—. Pero loco por...

—Oh, por favor, no me vengas a decir que esas frases de que estás loco por mi te ha servido alguna vez, porqué...

Su mirada brillante me hizo tomar un poco de aire, no podía dejar de mirarlo a los ojos. No dijo más nada, simplemente giró su rostro hacia la ventana y anduvo en silencio todo el camino. A veces debería quedarme callada... Pero si él no me gustaba y era solo un amigo con derecho ¿Por qué me estaba afectando tanto herirlo?

Thomas llevaba a mi amiga tomada de la mano libre de ella, sus pies iban arriba del asiento pegando sus piernas a su pecho, él parecía más chico y feliz, como un niño que tiene un juguete lindo y nuevo.

Suspiré y subí mis piernas a las de Dashk, quería molestarlo, quería que girara su vista a la mía y poder bromear con él, pero no lo hizo, parecía de verdad haberse molestado por mi comentario. Así que hice lo que no quería hacer, toqué su hombro pensando que así voltearia, pero no lo hizo.

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