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Estar a su lado es simplemente maravilloso, escuchar su risa sin parar, es una de las mejores cosas que he podido escuchar en toda mi vida. Su manera de ser y comportamiento encajan a la perfección con él, siendo la definición perfecta de un ángel sobre la tierra.

Un ángel con el cual he tenido la gran oportunidad de convivir, o más bien crecer durante muchos años. - Camilo...

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—¡Cami! — un pequeño morocho de seis años, gritó más que entusiasmado por ver a su amigo de casi toda la vida. —Pensé que no ibas a venir. — dijo con seriedad, haciendo referencia a la importante cita que ambos tenían todas las tardes, exactamente a eso de las tres en la plaza.

Siendo acompañados por sus respectivas madres, quienes aprovechaban el tiempo juntas para charlar entre sí y descansar un poco de la rutina diaria, mientras que sus hijos se divertían con los distintos juegos que se encontraban por ahí.

—Lo siento Matu. — un tímido y avergonzado castaño de siete, se disculpó de manera sincera con el rizado, quien soltó un ligera carcajada por su comportamiento.

—Bueno, ya no importa. — Palacios comentó, mientras tomaba al mayor de uno de sus brazos, para dirigirse a los juegos. —Mamá, ya nos vamos a jugar. — indicó, ignorando por completo que su madre estaba al lado de él y que había presenciado todo.

—Con cuidado Mateo, no se vayan a lastimar. — Juliana les sugirió a ambos, siendo solamente escuchada por Camilo, debido a que Mateo parecía estar más entretenido y concentrado en empezar a jugar con el castaño.

—Niños, siempre es lo mismo con ellos. — Sofía, la madre de Moretti comentó con diversión ante lo que veía.

—Si, aunque me preocupaba más Mateo, porque siempre se anda metiendo en líos. — la morocha habló mientras negaba al mismo tiempo con la cabeza. —A veces le va mal por ser demasiado inquieto. — informó. —¿Camilo no te da muchos problemas?, ¿Verdad? Él es más tranquilo que Mateo. — le cuestionó.

—Es bastante calmado eso sí, aunque hay ocasiones en las que se desata y parece un mini huracán con piernas. — la contraria bromeó sin dejar de reírse.

Mirando en la misma dirección en dónde se encontraban los menores, quienes se disponían a empezar a jugar y pasar una maravillosa tarde.

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—Eu, Cami, mírame. — Palacios llamó al mayor, subido desde el pasamanos, del cual se balanceaba de un lado hacia el otro.

—Que genial Matu. — Camilo contestó, sentando en el suelo, más que cansado por llevar un buen rato corriendo y jugando con el rizado, quien parecía tener un motor interno, porque no se veía para nada agotado. —Pero si seguís así te vas a caer. — advirtió, advertencia que no fue tomada para nada en serio por el contrario, quien sólo fue capaz de reírse por lo que había escuchado.

—¿Pero qué es lo que decís? — Corazzina le cuestionó con incredulidad, pasándose hacia el siguiente peldaño. —Si no pasa nada, deja de preocuparte tanto. — indicó, haciendo lo mismo de antes.

Pero al intentarlo, sus brazos flaquearon por llevar mucho tiempo colgado, logrando que cayera de sentón al suelo, con las manos hacia abajo, terminando con un ligero dolor en el culo y unos cuantos raspones.

—¿Estás bien? — el castaño se acercó rápidamente al morocho, un poco preocupado por lo que pudo haberle pasado, aunque la caída no fue demasiada dura desde su punto de vista.

—Eso creo. — el rizado informó adolorido, observando con detalle sus manos, las cuales terminaron con unos cuantos raspones y una que otra piedra metida en estas mismas. —Duele un poco. — se quejó con un puchero en los labios.

—No fue nada grave, así que no te preocupes que ya se te pasará. — Moretti comentó, jugueteando un poco con los rulos del menor, quien emitió un par de bufidos en manera de protesta por lo que hacía.

—Eu, no hagas eso. — le demandó, mientras se ponía de pie, olvidándose del ligero dolor que aún tenía en el cuerpo. —Que no es divertido. — agregó "molesto", pero definitivamente daba a entender otra cosa que molestia.

—Para mi si lo es. — Camilo susurró, sabiendo perfectamente lo que iba a pasar después.

—¿Así? — el menor cuestionó, obteniendo un seguro asentimiento del mayor. —Entonces atente a las consecuencias. — indicó, queriendo atrapar al castaño, quien se movió rápidamente para que no lo atrapará. —¡Eu! — exclamó. —¡Eso no es justo y quédate quieto! — exclamó de nuevo, intentando hacer lo mismo de antes, pero al igual que la primera vez no pudo lograr nada. —¡Camilo! — gritó, desatando la risa del antes mencionado, el cual empezó a correr para que no lo alcanzará e intentará hacerlo sufrir con un ataque de cosquillas, hasta que pidiera piedad. —¡Cuando te atrapé vas a ver! — advirtió.

—Uuh, el nene se molestó. — el castaño se burló con diversión. —Dale, intenta alcanzarme enano, que con esas piernitas nunca lo vas a lograr. — agregó, siendo suficiente para que el morocha aumentará en sobremanera sus pasos.

—¡Estás perdido Camilo! ¡Perdido! — Palacios gritó, pero ya no molesto sino que divertido.

Siendo uno de los momentos que más disfrutaba del día, jugar con Camilo hasta el cansancio y pasar tiempo juntos era sin lugar a dudas su actividad favorita de todas.

Y obviamente que el castaño compartía sin lugar a dudas su pensamiento, y lo seguiría haciendo por el resto de los años juntos... 

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