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Este deseo por hacerte mío, algún día va a dominarme y no podré callar mi corazón, que llora por tu compañía y amor. - Camilo

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—Ah-hg... . C-camilo— Mateo gimió con fuerza, al sentir como todo el miembro del castaño estaba en su interior. —C-cami. — susurró, queriendo que el otro se empezará a mover hasta el punto de hacerlo gritar con locura.

Aunque Moretti no podía entender nada de lo que estaba ocurriendo.

Porque no sabía en qué momento había terminado con Mateo en su habitación, ambos completamente desnudos, dejándose llevar por sus deseos más carnales e impuros.

—Mateo. — Camilo pronunció, pensando que todo se trataba de un sueño, tanto que se atrevió a tocar o más bien estrujar una de las tetillas del contrario. Las cuáles estaban completamente duras, lo que hizo gemir escandalosamente al morocho, quien arqueó su espalda de inmediato ante lo hecho.

—C-cami. — Palacios lo llamó sintiendo que se desmayaba, con una mirada exorbitante pero llena de placer. —C-cami p-por fav-or, p-por fav-or. — le rogó, alzando un poco las caderas en un intento de que el otro se empezará a mover. —T-te nece-sito. — rogó, siendo las palabras que el castaño había querido escuchar salir de los labios del rizado por mucho tiempo.

—Mateo y-yo... no sé qué... — Moretti intentó decir, pero el menor lo atrajo hacia él, para poder besarlo con mucha intensidad, metiendo su lengua dentro de su boca, queriendo que dejará de titubear y hablar acerca de la situación.

El castaño siguió rápidamente el beso, aunque en la otra ocasión este fue un poco más suave y lento. Pero aún así le gustaba, la lengua de Mateo iba y venía por toda su boca, mientras que él se comía lentamente sus labios.

Siendo todo perfectamente correcto y bien...

Como si se tratara de algún sueño hecho realidad.

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—Camilo. — la voz de Sofía, la madre del castaño, se dejó escuchar desde el otro lado de la puerta de la habitación de su hijo. —¿Todo bien? — inquirió, al haber sido atraída por unos ruidos extraños que la preocuparon un poco.

—Aaah si... — Camilo habló aún aturdido y adormilado, no sabiendo lo que había ocurrido, aunque todo indicaba que lo que vivió no fue más que un cruel sueño.

—¿Puedo pasar? — la mayor cuestionó, queriendo cerciorarse de que todo se encontrará bien con Camilo, pero este no quería verla, bueno... no con un "pequeño" problema en su entrepierna.

—No todo está bien, en un momento bajo. — Camilo contestó con vergüenza, cubriendo ese bulto que sobresalía muy evidentemente de sus pantalones, por si a su madre se le ocurría entrar de imprevisto.

—Está bien. — Sofía aceptó sin mayor protesta. —No tardes que el desayuno se te va a enfriar. — indicó, retirándose por completo, dejando a Camilo solo con su amigo despierto.

—Pero que mierda... — el castaño se quejó cansado y deprimido, llevando una de sus manos hacia su miembro para poder sacarse de encima la erección, ante el evidente hecho de no poder bajar de esa manera.