Tras la muerte de mis padres, Madelaine y yo tuvimos que decidir qué haríamos con la casa. Por mi parte, mis recuerdos allí no eran de lo mejor, por lo que no tenía intenciones de volver a vivir allí. Madelaine sentía un poco de pena por vender la casa, por lo que llegamos al acuerdo de alquilarla y dividirnos el dinero; con eso podría pagar mi parte del departamento que alquilábamos con Ken y a ella le vendría bien para mudarse sola.
Ahora me encontraba trabando en el café, atendiendo a un grupo de chicas y chicos de secundaria que acababan de entrar. Los guíe hacia una mesa y tomé su pedido, esforzándome en sonreír y dirigiéndome a ellos amablemente. Al darme la vuelta, pude escuchar un poco de la conversación que estaban teniendo las chicas entre sí.
—Ese chico es tan hermoso —susurraba una de las chicas a sus amigas.
—¿Cuántos años tendrá? Parece tener 18 —dijo otra.
Al alejarme dejé de escuchar lo que hablaban, pero el sentimiento de vergüenza no desapareció rápidamente. Por lo general la gente creía que era más joven, lo que no me gustaba en absoluto. ¿Cómo hacía Ken para verse tan maduro? Las chicas habían comenzado a observarlo, pues estaba sentado en la mesa junto a ellas y se veía realmente bien cuando se encontraba así de concentrado en sus estudios.
—Tu compañero es popular, ¿no crees? —susurró Lucas, quien observaba la misma escena que yo.
—¿Sí? No lo noté —mentí, pues deducía hacia donde dirigiría la conversación.
Lucas se rió al notar que mentía y se acercó un poco más a mí.
—¿No estás celoso? Si es así de popular entre las chicas jóvenes no me imagino cuánto lo será entre las chicas de su edad —sonrió maliciosamente.
Realmente me molestaba la gente como Lucas, a quien sólo le gustaba meterse en problemas que no le afectaban en absoluto. Aún así, puse mi mejor sonrisa y seguí haciendo lo mío, que era registrar las órdenes de los clientes en la computadora.
—No sé de qué hablas, mejor esfuérzate un poco más en tu trabajo —observé cómo su gesto se endurecía levemente y desvié mi mirada hacia Ken, quien me hizo una seña para que me acercara.
Caminé rápidamente hacia él y me paré a su lado.
—¿Podrías servirme más café? —preguntó amablemente.
Volví hacia donde me encontraba anteriormente y busqué el café recién hecho, regresando hacia donde se encontraba Ken y sirviéndole más café. Él me agradeció con una sonrisa y siguió con lo suyo.
Por alguna razón mi corazón latía realmente rápido cuando me sonreía de esa manera. En realidad sabía perfectamente cuál era la razón, pero a veces decidía no hacerle caso a mis sentimientos. Al volver junto a Lucas, él siguió haciendo lo suyo sin hablarme y yo agradecí eso, pues no tenía más ganas de ser molestado por él.
|×|
Mi turno en la cafetería terminó y, antes de irme, me despedí del dueño, como solía hacer siempre. Era un hombre de unos cuarenta años realmente amable, quien me recordaba muchísimo a mi jefe en el bar. Decidí salir por la parte trasera para tirar unas bolsas de basura y, cuando hice mi labor, me dirigí hacia el frente, donde Ken me estaría esperando. Antes de poder lograr mi cometido, alguien tiró de mi manga y volteé a mirar; Lucas me sonreía amigablemente.
—¿Qué pasa? —pregunté extrañado.
—¿Por qué no salimos juntos? Siempre me rechazas instantáneamente —insistió.
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Tras tu muerte
Teen FictionUn suicidio, dos corazones rotos. ¿Qué harías si la persona más importante para ti desaparece de un momento a otro? ¿Qué harán nuestros protagonistas, quienes no pueden vivir sin ella?