Las palabras que Ken había dicho la última vez que hablamos aún rondaban por mi cabeza. ¿Que habría querido decir con eso? Aunque pasé horas y horas pensándolo, no podía llegar a una conclusión. Cuando encontramos la carta, Ken la agarró enseguida; si bien no quiso leerla en el momento, se aferró a ella hasta que nos despedimos esa noche.
Estos últimos días apenas nos habíamos cruzado en la universidad, pues no tomábamos todas las mismas clases; a veces caminaba cerca suyo para ver si notaba mi existencia, pero se lo notaba muy ocupado. ¿Tal vez lo de ser amigos fue algo que pensó en el momento? Pues no lo veía muy entusiasmado con relacionarse mucho conmigo. Lo más probable es que se haya dado cuenta de lo obvio: yo no soy Olivia.
Alexander y yo nos encontrábamos en el comedor de la universidad, con nuestras laptop frente a nosotros y tecleando a una gran velocidad; debíamos entregar un trabajo en pocos días y aún íbamos muy atrasados, por lo que usábamos todas las horas en la universidad para hacerlo.
—Detesto esta asignatura —me quejé, metiendo una papa frita en mi boca.
—Hace dos años te escucho quejarte de todas las asignaturas —dijo riendo, aunque se veía curioso—, ¿realmente te gusta esta carrera? —preguntó, logrando que una nueva sensación recorriese mi estómago.
¿Acaso esa absurda pregunta me estaba haciendo dudar? Es decir, siempre me interesó la medicina desde muy niño, pero estudiarla era un poco distinto a lo que había imaginado... Tal vez muy distinto. En el fondo de mi corazón sabía muy bien que mi decisión sobre una carrera universitaria había sido influenciada por mi hermana, pero me dolía mucho aceptarlo.
Terminamos nuestro almuerzo y guardamos nuestras laptop, dirigiéndonos a nuestra siguiente clase. Realmente detestaba esta asignatura, pero me había inscripto porque era la única que Olivia y Ken compartían, por lo que mi hermana casi me obligó a anotarme con ella.
Al entrar al salón, me senté en el único lugar disponible que quedaba: la última fila de asientos. Era un buen lugar si te gustaba holgazanear en las clases, pero la pizarra frente a mí apenas se veía. Alexander encontró un lugar disponible un poco más adelante, por lo que se disculpó y se sentó allí; no me molestaba en lo absoluto, pues a él sí le gustaba esta asignatura.
Saqué mi cuadernillo de apuntes y suspiré, sintiendo cómo alguien se sentaba junto a mí; miré de reojo y me encontré con unos bellos ojos rasgados observándome.
—Hola —saludé en voz baja, procurando que el profesor no escuchase.
—Hola, Oli —dijo Ken, sorprendiéndonos a ambos al escuchar cómo me había llamado.
Al llamarnos Oliver y Olivia, casi siempre le apodaron "Oli" a mi hermana; los únicos que me llamaban así eran Olivia y Alexander, pues el resto de mis conocidos sólo me llamaban por mi nombre.
Ken desvió su mirada algo sorprendido e imité su acción; me sentía algo incómodo al ser llamado de esa manera por él, quien siempre se había referido así a mi hermana. Bueno, no debía pensarlo mucho.
|×|
Al terminar las clases, di un gran suspiro y me levanté del lugar en el que me encontraba, guardando mis útiles en mi bolso y comenzando a caminar fuera del establecimiento. En el día no había vuelto a hablar con Ken, pues me sentía un poco incómodo tras lo ocurrido en la clase. Alexander debía quedarse en la biblioteca hoy, por lo que no me acompañaría a casa. ¿Qué debería hacer? Me gustaría tener más amigos para poder salir juntos, pero tras romper con mi ex novia ella se encargó de separarme de la gran mayoría.
Tal vez había sido un gran error haber dependido toda mi vida de Olivia, pues ahora que me encontraba sin ella me sentía muy solo; todo lo que antes me gustaba ya no podía disfrutarlo, pues nada era lo mismo sin ella a mi lado. Miré la hora en mi celular y volví a casa, pues en un rato debía entrar a trabajar.
ESTÁS LEYENDO
Tras tu muerte
Teen FictionUn suicidio, dos corazones rotos. ¿Qué harías si la persona más importante para ti desaparece de un momento a otro? ¿Qué harán nuestros protagonistas, quienes no pueden vivir sin ella?