Apenas desperté, lo primero que sentí es que algo estaba mal. Ni bien abrí los ojos, noté una especie de molestia en mi pecho, lo que era un signo de que algo no iba bien. Aún así, no me pareció correcto mencionarlo y, para comenzar el día, me levanté lentamente de la cama y me dirigí hacia la ducha.
Mientras lavaba mi cuerpo, pensé en lo largo que sería este día, adelantándome a los hechos que sucederían más adelante. Para cuando terminé, Ken estaba esperando fuera del baño con un rostro que denotaba cansancio.
—¿Has dormido mal? —pregunté preocupado.
Él negó con su cabeza y, bostezando, entró al baño a asearse. No parecía que Ken estuviese mintiendo, pero aún así si notaba a kilómetros su cansancio. Si mal no recordaba, había mencionado que hoy vendrían unos compañeros a estudiar a nuestro departamento. Aproveché a limpiar y ordenar un poco el lugar mientras él seguía tomando una ducha, aunque en general no ensuciábamos mucho al no estar tanto tiempo en casa.
Ken salió de bañarse ya vestido para empezar el día y se sentó junto a la mesa, encendiendo su laptop enseguida.
—¿Tienes mucho trabajo? —pregunté.
—Sí —suspiró—, los profesores no tienen piedad.
Preparé el café mientras Ken tipeaba rápidamente en su laptop y dejé una taza llena junto a él. Me dirigió una sonrisa y volvió a lo suyo, por lo que decidí dejarlo en paz y me alejé hacia el sofá.
Encendí la pantalla de mi celular y un recordatorio enorme apareció frente a mí: cumpleaños de mamá. Fruncí levemente el ceño y dejé a un lado mi celular, sintiendo un extraño dolor en mi estómago. Volví a agarrar el celular y entré a Facebook, donde un montón de mensajes aparecían en el muro de mi madre.
"Feliz cumpleaños querida, ojalá descanses en paz"
"Ojalá siguieras aquí con nosotros"
"¡Cómo te extrañamos prima!"Mientras bajaba, me encontré con un recuerdo de hace un año; mi madre había publicado una foto junto a mí, Olivia y mi padre, escribiendo "gracias a mi hermosa familia por estar junto a mí, ¡los amo!". El dolor en mi estómago se acentuó y me levanté rápidamente, casi corriendo hacia el baño; me incliné sobre el inodoro y vomité, sintiendo aquella horrible acidez en mi garganta.
—Oliver, ¿te encuentras bien? —preguntó Ken desde afuera, con un dejo de preocupación en su tono.
—Sí, no te preocupes —dije con el mejor tono posible, limpiando la saliva bajo mi boca.
Ahora aquel mal presentimiento que sentí al despertar cobraba su sentido. Un montón de pensamientos intrusivos comenzaron a aparecer en mi cabeza, desde la muerte de Olivia hasta la pronta muerte de mis padres. La idea más persistente fue definitivamente el sentimiento de culpa, el cual subía desde mi estómago hasta mi garganta, formando un nudo muy doloroso.
—Todo estará bien, cálmate —susurré para mí mismo, abrazando mis piernas.
Ken estaba muy ocupado como para además estar pendiente de mí, por lo que tenía que calmarme y fingir que todo estaba bien. Me levanté y cepillé mis dientes, intentando así que la sensación de ácido se fuera de mi boca. Ya lo había decidido: volvería al sofá, me sentaría casualmente y encendería la televisión, olvidándome de todo lo que estaba pensando y sintiéndome bien nuevamente.
Ese era el plan, pero al salir del baño, Ken estaba esperándome con una expresión de preocupación en su rostro. Abrí mi boca para decirle que todo estaba bien, pero ninguna palabra salió de mis labios. Por el contrario, mis ojos se llenaron de lágrimas y corrí a los brazos de Ken, quien me rodeó en un cálido abrazo.
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Tras tu muerte
Roman pour AdolescentsUn suicidio, dos corazones rotos. ¿Qué harías si la persona más importante para ti desaparece de un momento a otro? ¿Qué harán nuestros protagonistas, quienes no pueden vivir sin ella?