XI

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Tras un par de días buscando un departamento apropiado, Ken y yo nos mudamos juntos. El lugar era bastante cerca del centro comercial de la ciudad, en una vecindad bastante agradable; la dueña solía alquilar los departamentos del edificio a estudiantes universitarios, por lo que los costos eran bastante bajos. Al entrar al lugar, había un largo pasillo que llegaba hasta la pequeña sala de estar, donde también se encontraba el comedor; a los lados del pasillo habían dos puertas, las cuales guiaban a una cocina y a la habitación que compartíamos juntos. Si bien le dije a Ken que podía traer mi cama, insistió en que ambos durmiésemos en la suya, la cual era lo bastante grande para ambos.

Aún no habíamos vuelto a tocar el tema del beso ni nada relacionado; simplemente vivíamos el día a día como podíamos. Mis padres habían dejado de transferirme dinero, por lo que sólo tenía lo que ganaba en el trabajo en el bar. Aún así, conseguí otro trabajo en un café y comencé a trabajar allí; Ken iba a estudiar allí y yo le pagaba lo que tomaba, aunque eso él no lo sabía, pues cuando me pagaba guardaba aquel dinero y, más tarde, volvía a meterlo en su billetera.

Alexander y yo no habíamos vuelto a hablar; decidí no contarle nada de lo que había pasado con mi familia y mi estadía en el hospital, pero aún así no nos escribíamos. Asumí que él estaba estudiando mucho al igual que Ken, por lo que decidí no molestarlo hasta que terminaran los exámenes.

Ahora me encontraba trabajando en el café, atendiendo a la gente que comenzaba a llegar. Mi nuevo jefe era tan bueno como el del bar y mis compañeros de trabajo eran muy agradables. Les serví lo que habían pedido a un grupo de chicas, quienes me sonrieron muy alegremente; les deseé que lo disfrutaran y volví a ocupar mi lugar tras la barra, esperando a algún otro cliente. Generalmente aquí no venía tanta gente como al bar, por lo que era un trabajo bastante más relajado.

—Oliver —se acercó Lucas, un chico de cabello castaño y ojos verdes.

Lucas trabajaba en el café junto a mí; fue el primero en acercarse y en hacerme un montón de preguntas, por lo que supuse que le había caído bien.

—¿Pasa algo? —respondí, observando que todos los clientes estaban tomando su café tranquilos.

—¿Quieres que salgamos después del trabajo? Podríamos divertirnos —sonrió.

Desde que habíamos comenzado a trabajar siempre estaba detrás mío, aunque era la primera vez que me invitaba a hacer algo.

—Lo siento, trabajo en el bar —sonreí levemente.

Si bien creía que era un chico agradable, no me gustaba lo insistente que era. Si debía describir a Lucas en una palabra, definitivamente sería intenso.

—¿Qué dices el domingo? Ninguno de los dos trabaja ese día —sonrió nuevamente.

—No puedo salir sin mi compañero de habitación —le dije.

No estaba mintiendo al decir eso; Ken no me dejaba solo desde lo ocurrido unos días atrás. A veces estaba realmente ocupado y mandaba a Kai a vigilarme, cosa que me avergonzaba demasiado; el hecho de que un chico menor que yo tenga que cuidarme simplemente me deprimía.

Observé a Ken sentado a lo lejos, tecleando en su laptop mientras tomaba un sorbo de café. Los últimos días, mis sentimientos por su persona habían incrementado; al compartir las 24 horas del día con él, mi admiración hacia él dolió iba en aumento. Lucas me observó fijamente y luego miró a Ken, quien estaba realmente concentrado en lo que estaba haciendo.

—¿Están saliendo? —preguntó sin descaro.

—No —respondí enseguida.

—¿Y te gusta? —insistió.

Tras tu muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora