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Acabé el día en la playa bronceandome e intentando ligar y justo en el momento de poner mi cena en el microondas llamaron a la puerta. Fruncí el ceño ya que estaba seguro de que no esperaba a ningún polvo ni a mis amigos esa noche, o a cualquier otra persona que pudiera haber recogido recientemente.

Caminé a través de la sala de estar hasta la puerta principal y comprobé por la mirilla. Me tambaleé cuando vi a dos chicos de uniforme azul oscuro fuera.

¿Qué mierda?

Revise  rápidamente donde había estado actualmente de cacería. Lo del chino del viernes en el bar había sido legal, ¿no? Y con el tipo en el club Mike's Cabin, ¿no había querido lo que le había hecho? No se me había pasado la palabra clave con todo el alcohol que llevaba encima, o ¿si?

Con mis manos sudorosas y mi corazón acelerándose, abrí la puerta. Parpadeando inocentemente y mirando de la cincelada mandíbula de uno al otro les dije.

—Buenas tardes, señores agentes, ¿hay algún problema?

El poli uno me mostró los dientes  haciéndolos pasar por una sonrisa, con la cabeza rapada y con pinta de Rottweiler dijo. —¿El señor Lee Felix?

—Si.

—Nos gustaría pasar y hablar con usted, por favor.

Joder, seguramente me había metido en problemas por alguna transgresión, por lo que no podía dejar de pensar en buscarme un abogado en los próximos minutos. Di un paso atrás y mansamente mantuve la puerta abierta.

Los policías entraron, miraron con desdén por todo el desaliñado departamento y se situaron en el centro de la sala de estar, por lo que el lugar parecio aun mas desordenado.

—Siéntense.— les dije rápidamente ya que ambos eran unos cuantos centímetros más grandes que yo con una constitución parecida a dos armarios empotrados.

Los policías se sentaron uno junto al otro en el sofá que había visto mejores días mientras yo me sentaba en el sillón desvencijado frente a ellos. Salté con lo nervios crispados, cuando el microondas timbro en la cocina.

El poli dos levanto una ceja. Consulto su libreta de forma exagerada mientras yo sudaba.

No me gustan los polis. No voy a decir que los odie, que es una palabra demasiado fuerte, no cuando he disfrutado una de mis mejores noches con policías, pero joder, les gusta la superioridad y yo no es que sea nadie para renunciar a ella, pero para mi vergüenza he estado boca abajo y reducido con las propias esposas de un policía más veces de las puedo admitir. Tu no me habrás odio decir que me gusto, ¿de acuerdo? Eso es solo entre nosotros.

—Sr. Lee,— el poli uno empezó a hablar. No podía dejar de pensar que el poli uno era la fuerza bruta de la operación y el poli dos el cerebro. —Estamos aquí para investigar una denuncia de secuestro impuesto contra usted.

Mi boca se abrió de par en par. Sea lo que sea que esperaba, esto no era todo, ya que al principio ni siquiera sabia de lo que estaba hablando el poli.

¿Secuestro? 

Casi respiro suspirando de alivio porque era evidente que tenia la dirección equivocada y al hombre equivocado y el tipo que había atado a una mujer en un sótano durante un mes al tiempo que le exigía un millón de wons a su frenético espeso probablemente vivía al final de pasillo.

Abrí la boca para protestar y la volví a cerrar ya que algo se revolvió en mi estomago diciendome que no era tan inocente después de todo.

—Un tal Sr. Hwang ha alegado que lo recogió hoy en la avenida principal mientras se hacia pasar por un taxista y lo retuvo llevándolo en su coche varios kilómetros antes de dejarlo salir.

𝗕𝗟𝗜𝗡𝗗|lixjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora