Final

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Hyunjin fue recuperándose mientras estaba enganchado a una máquina de respiración artificial, lo visitaba dos veces al día y me sentaba junto a su cama sosteniendo su mano, por lo general con su madre acompañándome. El día que volvió en sí de la sedación y se encontró con una traqueotomía y sin voz, giró su afeitada cabeza llena de cicatrices y parpadeó mirando en mi dirección, cerrando sus dedos alrededor de los míos.

—Eres tú.— articuló.

Encantado de que se acordara de mí, le apreté la mano. —Soy yo, mi amor. No tengas miedo. No puedes hablar ya que estás respirando con la ayuda de una máquina. —Le llevé su mano a la garganta para que pudiera sentir el tubo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas. —Kkami.— dijo.

—Al perro con nueve vidas lo tengo yo, pero dos han desaparecido. Está muy bien, pero te echa de menos.

Las lágrimas empezaron a surcarle las mejillas y cerró sus cristalinos ojos volviendo la cara. Me apretó la mano y se quedó inmóvil, llorando en silencio.

Estuve allí cuando le retiraron la máquina que le permitía respirar, cuando renunció a que le pusieran una máscara sobre su traqueotomía para que pudiera respirar con mayor facilidad y, por último, con la retirada del tubo. Cuando entré esa noche, después de una llamada desesperada de su madre para decirme lo que había pasado, él estaba sentado comiendo un bol de arroz con leche con manos temblorosas y el televisor sintonizado en un canal de radio de rock con el volumen muy alto distrayendo a las enfermeras. Reconocí System of a Down cantando acerca de que los ángeles merecen morir.

Corrí adentro y después me quedé junto a su cama mirándolo fijamente.

Hyunjin volvió la cabeza. —Hola.— dijo con voz ronca y apenas audible.

—Hola, bebe.

Ahuequé su aterciopelada cabeza y le planté un beso en los labios. Él lo prolongó cuando traté de alejarme, agarrando mi cuello, entregándome una cremosa lengua así que cerramos nuestros labios y saboreé la dulzura del arroz con leche de su boca durante largos segundos.

Cuando nos separamos, él estaba sonrojado y sonriente. —Echaba de menos esto— dijo.

Cogí una silla y la acerqué a su cama para sentarme a su lado. —Joder, yo también.

—Apuesto que acabamos de dar algo a las enfermeras de lo que hablar.

Miré detrás de mí al puesto de enfermeras y me fijé que algunas bajaban la cabeza. —Oh, sí.

Se rió con voz ronca. —Tal vez les guste ver a dos chicos besándose y hemos hecho realidad alguna fantasía oculta esta noche.

Una enfermera pasó por delante de mí y me guiñó un ojo. —Creo que sí,— coincidí con él y lo miré con avidez. —Te ves bien, Blondie.

Él soltó un bufido. —Oh, por supuesto, con tornillos en la cabeza y orificios en el cuello. Sí, claro, como el monstruo de Frankenstein.

Negué con la cabeza. —Lo suficientemente bien como para llevarte en mi taxi de nuevo.— él sonrió y casi me cegó. —Felix, creo que te quiero— dijo.

—Ya era hora— le dije mientras mi corazón se disparaba y me sentí enamorado de nuevo.

Unas tres semanas más tarde estaba acostado sin dormir junto a Hyunjin en su apartamento

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Unas tres semanas más tarde estaba acostado sin dormir junto a Hyunjin en su apartamento. Él y Kkami habían tenido una alegre reunión con su alta hospitalaria.

Para nosotros había sido menos físico.

Mi cuerpo ardía por la piel que se presionaba a mi lado, pero no me había atrevido a tocar a Hyunjin en absoluto. Mis intenciones de ofrecerme a hacerle el amor podrían convertirse en una vigorosa y desesperada cópula atada con toda la pasión que hervía en mi pecho, sabía eso y que ese tipo de impetuosidad podría desplazar la placa de titanio y tornillos en la cabeza de Hyunjin, abrir la herida y provocar que se desangrara en la cama.

Siempre había tenido una imaginación muy viva y tendría que haber sido un escritor de novelas. Sabía que eso era absurdo, pero no obstante era un tema recurrente en mis pesadillas, por lo que de momento prefería mantenerme despierto sólo para caer dormido destrozado al amanecer y despertar pálido, agotado e irritable.

Hyunjin se agitó a mi lado. Se dio la vuelta contra mi espalda y su cálida piel se presionó para atormentarme en un frenesí por lo que casi me aparté. En cambio, me deleité cerrando los ojos.

—¿No puedes dormir de nuevo?— él conocía este patrón por ahora, por lo que no le respondí. No había nada que decir para admitir y encapsular mis miedos, mi desesperación, mi necesidad.

Hyunjin pasó un brazo por encima de mi cadera. Me acarició el vientre, avivando mi infierno, mi excitado miembro.

—¿Sabes qué?— dijo susurrando contra la parte trasera de mi cuello, poniéndome la piel de gallina.

—¿Qué?

—Estaba acostado aquí y pude ver tus estrellas en el techo.

Me quedé sin aliento. Me di la vuelta y lo tomé en mis brazos, abrazándolo con fuerza. —Oh, Blondie, te quiero cada vez más.

Me acarició la cabeza mientras le besaba el cuello.

—Entonces, ¿por qué no me las enseñas?— sus manos ahuecaron mis nalgas, me atrajeron hacia abajo sobre él y presioné su ágil cuerpo en el colchón, besándolo con un valor renovado.

Cuando estuvo preparado me hundí en él y me agarró de la cintura con una pierna, la otra recién escayolada la levantó delicadamente para mí bajo la rodilla. En la oscuridad, sus ojos resplandecieron brillantes, húmedos y su boca pegada a la mía, respirando con dificultad por encima de mis labios.

El acto trascendió como si nada hubiera ocurrido en esa cama, ya que parecía que nos estábamos fundiendo mientras lo llevaba a su clímax.

Cuando hube terminado me acosté a su lado conmocionado, acurrucándose él cerca de mí. Sus dedos recorrieron mi cara y se inclinó para besarme.

—¿Qué dices si nos vamos de aquí y haces de mí un hombre honesto?— dije sin pensarlo.

—¿Qué?— se sobresaltó.

—Ya me has oído.— me deslicé de la cama en la oscuridad sobre una rodilla, maldiciendo mientras me encontraba con la hebilla del cinturón de los vaqueros apresuradamente desechados.

—¿Qué estás haciendo?— Hyunjin estaba sentado al filo de la cama, colgaba sobre el borde de la cama, acariciando mi hombro. —¿Hablas en serio?

—Totalmente.

—Ven aquí.

Me introduje de nuevo en ese grato calor y Hyunjin me acercó a él y sus labios se encontraron con los míos ardientemente.

Leí la respuesta en su beso. 

«Eres un resplandor en mi
oscuridad.»

—ANG3LIXIE

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—ANG3LIXIE

𝗕𝗟𝗜𝗡𝗗|lixjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora