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Los pensamientos sobre el ciego me atormentaron toda la noche hasta el punto en que ni pude trabajar en mi ultima pintura y tuve que ir a la playa y dar un paseo solo para calmar mi devastada alma.

Pero ni los musculosos chicos en Speedos con sus abultados paquetes pudieron levantarme el animo. Me habían acusado injustamente y era el chivo expiatorio de un acto de caridad ya que los policías me habían hecho sentir como un gran idiota al no haber hecho lo que pensé en un primer momento con el ciego en la parte trasera de mi coche. Y mas que eso, ¿que le había pasado a Blondie? ¿Por qué había ido a la policía y me había metido en tantos problemas? ¿Iba a dejar que ese imbécil se saliera con la suya, ciego o no?

Sabia que acercarme a el otra vez provocaría que tuviera un feliz encuentro con Tweedledum y Tweedledee. Esta vez, probablemente me encerrarían con algún violador y tirarían la llave. Pero tenia una cuenta pendiente y no iba a dejar que Blondie se saliera con la suya.

Me duche a toda prisa cuando llegue a casa y luego me vestí con unos jeans negros rasgados y una camiseta del mismo color. No, no se por qué lo había hecho ya que no podía verme o ¿si? Y yo estaba allí para regañarle, no para seducirlo.

Por supuesto no tenia idea de donde vivia y el podría estar paseando a kilómetros de su casa y pudiera darse la casualidad de no volverlo a ver nunca más, por lo que mi necesidad de venganza ardía en mi pecho y tenia que encontrarlo.

Conduje por la avenida principal, reduciendo la velocidad cuando llegue al lugar cerca de la frutería donde había estado de pie. A continuación me di cuenta del bloque de apartamentos y casi coque mi coche cuando vi una figura familiar con un bastón blanco salir camino de la acera.

Blondie iba guiado por el perro mas lamentable que había visto jamas, era una raza pequeña de con una mezcla de color entre negro y blanco, sin nada de pelo en la pata trasera y un ordenado mosaico de puntos de sutura azules por toda la pata. Sus patas delanteras tampoco tenían pelo y un lado del costado estaba magullado, sin pelo y descolorido, intercalado con puntos de sutura. Pera completar la imagen llevaba un gran collar en forma de pantalla de lampara en su cabeza.

Jesucristo, al único lugar que este perro iba a guiar a Blondie era a la morgue. Me situé justo en la acera y me pare frente a el mientras sostenía ese maldito cartel con el que había empezado todo este problema.

Inclinó su cabeza como si hubiera oído el característico ruido del motor de mi coche y luego frunció el ceso. Jesús, ¿realmente sabia que era yo  por el sonido de mi auto? Lo hizo cuando me incliné había adelante y grité.

—¡Eh, imbécil!

Esos apretados labios carnosos y su pálidas mejillas se enrojecieron. Se dio la vuelta con su perro y siguió su camino. Dude solo un segundo. ¿Iba a dar un espectáculo a un ciego en la calle? Por supuesto que lo iba a hacer, sin duda alguna.

Apegue el motor y salte del coche dejándolo abierto mientras lo perseguía por la calle. Iba caminando rápido, sorteando a los transeúntes que pasaban por la tienda de alimentos, tanteando el suelo con el bastón blanco y permitiendo que el perro, que realmente no le ayudaba en anda, lo guiara.

Lo alcance al poco tiempo y me puse detrás de él , invadiendo su espacio personal y hablándole al oído. —¿Cuál es tu maldito problema?

Se dio la vuelta y golpeo su mano contra mi pecho, tirándome hacia atrás contra una farola. Sin aliento, me di cuanta que toda la actividad en la calle al rededor de nosotros se había detenido, me miraban como si fuera una especie de psicópata, pero ¿quién había asaltado a quién?

—Oye, no hay necesidad de enfadarse, amigo.— gruñí, deseando ansiosamente que estuviéramos en privado. —Solo quiero saber por qué me enviaste a los puñeteros policías a verme cuando lo único que hice fue llevarle a tu destino y no hice nada malo.

Me miro con sus gafas reflectantes, respirando pesadamente y levantando su bastón como si fuera a pelear. —Yo no tengo que justificarte por lo que hice. Simulaste ser un conductor de taxi.

—Oye, simplemente te recogí porque pensé que estabas mal y si optaste por malinterpretarme, es culpa tuya.— le dije.

De repente parecía inestable e inseguro. Un susurro incansable recorrió la multitud que se había congregado y Blondie se sonrojo cariñosamente, por lo que me encontré ablandándome con un hombre que podía parecer aun mas atractivo cuando se avergonzaba. Él bajo su bastón y miro a su alrededor como si pudiera ver las caras de los transeúntes viendo nuestro altercado. Su perro, mirándome con recelo, dio un ladrido nervioso.

—Calla, Kkami.— dijo Blondie en voz baja. —Tienes una extraña manera de recoger chicos.

—Si.— gruñí, mirando a los que estaban allí. —No voy a hacer eso otra vez. Casi hizo que me arrestaran.

De repente una salvaje sonrisa se cruzo en el rostro de Blondie y con eso no estuve seguro de si enfadarme o alegrarme. Cogió el arnés de su perro y se volvió para continuar caminando por la calle.

Me quede vigilándolo mientras la multitud se dispersaba.

Cuando llegue a casa, estaba repleto de creatividad y tan desesperado por plasmar esta visión sobre el lienzo que mis manos temblaban al abrir las tapas de las pinturas. Lo dibuje en intensos y bellos trazos, y puse los colores, su gloriosa cabellera rubia, su cremosa piel, sus rosados labios deseando poder dibujar el color exacto de sus misteriosos ojos. Mi enfado hacia el se había disipado transformándose en una primitiva lujuria incluso mas fuerte que la que había sentido la primera vez que lo conocí.

Es ciego, me recordé a mi mismo mientras me desnudaba para una ducha fría y envolvía mi mano alrededor de mi excitado miembro bajo el agua. Mis piernas casi se doblaron cuando me acaricie, mi pene goteaba y estaba desesperado porque lo satisficiera, lo mismo que mis testículos. Me dije que no iba a ir buscarlo de nuevo, no necesitaba toda esa mierda de montármelo con un chico discapacitado, no valdría la pena solo para una aventura de una noche. No, lo único que queria hacer era masturbarme sobre el, aprovechándome sexualmente todo lo que pudiera de Blondie y luego olvidarlo como si nunca hubiera existido.

Gemí y gruñí cuando eyacule por todas las baldosas y recordé el rubor en el rostro de Blondie que me insinuó todo lo que necesitaba saber.

Estaba acabado.

Estaba acabado

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—𝘼𝙉𝙂3𝙇𝙄𝙓1𝙀

𝗕𝗟𝗜𝗡𝗗|lixjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora