NOS VOLVEREMOS A VER

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Alícia ha encontrado el escondite del Profesor. Lo ha reducido a punta de pistola con ese magistral jaque mate. Lo tiene atado de pies y manos sentado en una silla. Ella está sentada frente a él, tratando de sacarle toda la información posible sobre el plan final.

ALÍCIA
Por última vez, Profesor...
¿Cómo piensas sacar el oro del banco?

El Profesor la mira con odio. Lleva un fuerte golpe en la cabeza que Alícia le ha propinado en un forcejeo cuando lo ataba.

PROFESOR
No pienso decírselo.

Alícia le cruza la cara y le parte el labio. El Profesor escupe la sangre.

ALÍCIA
Estás agotando mi paciencia.
Y eso en mí es malo, muy malo.

Afirma con sorna.

PROFESOR
No le tengo miedo.

ALÍCIA
¿Ah, no?
Si te dejo aquí durante horas, sin pastorear a tu rebaño, la policía entrará al banco, los sacará vivos o muertos y colorín, colorado, está pesadilla habrá acabado. ¿No te pone eso un poquito nervioso?

Hace un gesto juntando dos dedos y mordiéndose el labio.

PROFESOR
Si no me equivoco, usted está fuera de combate, Sierra, ¿acaso cree que la policía le va a aplaudir por tenerme aquí, atado?
No sea estúpida, sabe que la van a juzgar igualmente.
Esa gente está tan en su contra como en la mía.

Alícia respira con rabia. Sabe que el Profesor tiene razón en parte, solo en parte. No descarta que puedan juzgarla por los delitos cometidos, pero tiene esperanzas en que su colaboración con la policía la ayudará. Ha hecho muchas cosas mal, pero no piensa rebelarse como hizo Raquel. Quiere enmendar sus errores y entregarlo para poder seguir con su vida como buenamente pueda.

ALÍCIA
Conmigo no vas a poder, Profesor. Yo no soy tan fácil como tu querida... ¿cómo era? ¿Lisboa?
Qué romántico.
Ni nos vamos a acostar, ni me voy a ir contigo ni con tu banda a ninguna parte.
Al contrario, te vas a venir tú conmigo,
pero a la cárcel.

PROFESOR
Veo que tiene asumido que va a pasar usted una temporada entre rejas.

Alícia se echa hacia atrás en la silla y ríe.

ALÍCIA
Eres muy gracioso... ahí con esa pinta de pardillo que tienes, me has hecho reír.
Fíjate tú qué curioso.
A la cárcel yo... y tú a las Maldivas, ¿no?

PROFESOR
Le repito que está entre la espada y la pared.
Sé que no sabe muy bien qué hacer conmigo.
Está perdiendo el tiempo.
Váyase a casa, con su marido, a esperar tranquilamente el feliz día en el que ese bebé decida a venir al mundo.

Alícia deja de sonreír, su rostro cambia por completo. Traga saliva y lo agarra del pecho.

ALÍCIA
Me estoy hartando de ti.
Quizás tengas razón y no me sirvas de nada, así que puede que te pegue un tiro aquí mismo y terminamos con este jueguecito de mierda.

El Profesor le mantiene la mirada. Todavía tiene una carta a su favor que Alícia no sabe, aunque el tiempo corre en su contra. Marsella sigue con su cometido, ha dejado a Raquel en el banco y coordina a los mineros para el siguiente paso.

One-shots. LA TEORÍA Y LA PRÁCTICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora