NO ME HAGAS ESTO

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Alícia, todavía con un pie encadenado a la pared, trata de acercarse a la puerta a gatas y grita para llamar la atención. Es imposible... nadie la encontrará en ese lugar. Cada vez está tirando más y más líquido y siente mucha presión, el bebé puede nacer es cuestión de minutos.

Resignada, se apoya contra la pared y arquea las piernas. Resopla desacompasadamente mirando al techo y con los ojos inundados de lágrimas. Quisiera cerrarlos y que al abrirlos todo hubiese pasado, pero los dolores le impiden evadirse. Comprueba con sus propias manos que la cabecita del bebé está asomando. Su sudadera está a un par de metros, con dificultad se alarga y la alcanza. Se coloca de rodillas con la sudadera entre sus piernas. El cuerpo le pide empujar. Toma aire y empuja sin descanso.

ALÍCIA
¡Vamos!

Grita entre jadeos. Se balancea hacia delante y hacia atrás buscando la manera de facilitar el nacimiento de su pequeña.

ALÍCIA
Mi amor, sé fuerte.

Suplica con la voz quebrada. Alícia no ha dejado de sentir dolor en ningún momento desde que rompió aguas, ya sola en aquel lugar hace varias horas. Quiere que la siguiente sea la última contracción y hará lo imposible por que así sea. Araña con rabia sus muslos y se prepara para empujar. Lo hace con todas sus fuerzas, notando como su bebé desciende despacio. Agitada, termina de sacarla y la coloca entre sus piernas. La observa con preocupación, no respira.

ALÍCIA
No, no, no, por favor, no me hagas esto.

Implora entre llantos. Le limpia la boquita y la nariz con la chaqueta. Sigue sin reaccionar. Alícia mira al techo, suplicando clemencia.

ALÍCIA
Por favor... no podré soportarlo. Esto no...

Vuelve a mirar a su pequeña, le sujeta la cabecita con una mano y con la otra le da palmadas en la espalda. La acerca a su boca y aspira esperando liberar sus vías respiratorias. De repente, la niña reacciona y abre los brazos respirando fuerte. Comienza a llorar.

Alícia llora sonriente mientras la abraza contra su cuello y le besa la cabecita sin dejar de acariciarla.

ALÍCIA
Gracias... gracias, Dios.

Musita con voz ronca entre sollozos y con una sonrisa que ya nadie podrá borrar jamás. La pequeña sigue llorando y de vez en cuando parece que quiera devolverle los besos en la barbilla. Alícia la coloca en su pecho y la amamanta.

ALÍCIA
Mi pequeña.
Ya estás con mamá.

Llora muy emocionada, la niña la mira de reojo mientras succiona con ansia, como si quisiera demostrarle que la está escuchando.

Pasan varias horas abrazadas, descansando la una sobre la otra. Alícia ha cortado el cordón y lo ha anudado con una cinta que encuentra en aquella oscura sala.

[Flashback] Horas antes...

ALÍCIA
Jaque mate, hijo de puta.

Lo apunta mientras se acerca lentamente a él.

PROFESOR
Alícia Sierra.

Dice con ironía.

ALÍCIA
Las manos donde pueda verlas.

Agita la pistola. El Profesor sube las manos.

ALÍCIA
Bien, ponte de rodillas.

One-shots. LA TEORÍA Y LA PRÁCTICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora