--¿Nos amabamos? ¿O solo creiamos que lo haciamos? --le sonrio el chico cruzandose de brazos. El ruso le miro unos segundos --. Ya nada es igual, ya no soy igual de ingenuo, mi hermano ha perdido la cordura, y a mi no me queda mucho para alcanzarle...
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—Deberíamos de planear algo grande —sonrió dando un golpe en la mesa
—La ultima vez que intentamos eso fracasamos y mataron a uno de los nuestros —le recordó una voz obvia pero desinteresada.
—Intensamos, ahora ¡Lo haremos! Ha pasado un año, ya controlamos más —la ambición y determinación hizo que sus compañeros de cosas, poco legales, se unieran a ella.
—¿Cuál es tu objetivo? ¿Un alumno? ¿Un...? El pelirrojo dejó una imagen de manera brusca en la mesa —. ¿¡De nuevo!? —exclamó algo asustado —. ¡La última vez salió muy mal!
—Es mi objetivo, ¿Estaís dentro?
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Mientras la conversación, algo tétrica, se encontraba por algún lugar del norte, en la ciudad, más concretamente en la puerta comisaría, se encontraban ambos comisarios e intendente.
El sol estaba comenzando a salir, y el frío mañanero calaba en los huesos de más de un civil, las calles, algo desiertas por la temprana edad, estaban en un silencio leve.
—Muy bien putita, pronto como a mi me gusta —dijo el intendente mirando al ruso, este se encontraba con una gabardina negra por debajo de sus rodillas, era fina, llevaba la capucha ocultando su rostro, y entre ambas manos un café hirviendo reposaba. No es que tuviera frío, es mas estaba perfectamente, pero un buen café siempre iba bien por la mañana.
Con rostro de pocos amigos observó a su superior —. Siempre soy puntual, Conway —le recordó con la voz glacial tan utilizada suya.
—Cierto, eso o ni te plantas en comisaría.
—Entiéndalo Conway, estaba ocupado con Horac... —Greco enmudeció al sentir como alguien le daba con el hombro haciéndole dar unos pasos hacia delante, los tres observaron al de la cresta entrar sin mediar palabra a ninguno. Iba completamente de negro. Algo que les extraño aún más.
—¿Y a este que coño le pasa ahora? —preguntó el intendente, parecía darle igual, pero cierto era que estaba un tanto intrigado, quería saber a quien tenía que matar.
Volkov se encogió de hombros dándole un sorbo al café —. Desde el atraco está así —murmuró seguido de darle otro trago.
—Se ha pasado con él, súper —exclamó bajo Greco.
—Concuerdo —murmuró el ruso sin prestar mucha atención.
—¿¡Te pondrás de su parte!? —exclamó indignado, como no Conway dramatizaba como solo el sabía.
El silencio se hizo entre el trío, pensando que podría haberle ocurrido al chico —. Tal vez solo fueron problemas con su novio —dijo una voz femenina, todos de giraron viendo a Kylie, esta estaba muy abrigada, seguramente estaba helada de frío, esta al percatarse de las miradas retrocedió un paso sonrojada —. Pe...perdón les escuche hablar y...
—La teoría de Johnson tiene mucho fuelle —admitió el comisario Rodríguez.
—Sea lo que sea, es la vida de Horacio –les recordó malhumorado el comisario ruso —. Si necesita ayuda lo dirá.
—¿Celoso Volkov? —preguntó el intendente buscando, como diría él, mambo.
—En lo absoluto —dijo desinteresado caminando al interior de la comisarios.
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