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NARRADO POR ELLA

Estar sentada junto a ti en una sala de espera de hospital no era la manera en que me hubiese gustado pasar tiempo juntos. La incertidumbre y las ganas de saber lo que ocurriría con mi madre cada vez me cortaban más la respiración. Pero pese a todo debía permanecer fuerte. No podría soportar el tener que verte consolándome otra vez. No era justo para ti.

Habían pasado varías horas luego de que mi madre entrara a quirófano y sin darme cuenta me había quedado dormida sobre tu hombro. La voz de un doctor me había sacado del trance en el que me encontraba al decir que mi madre estaba en una sala de recuperación luego de una exitosa operación.

Según los doctores, ella había sufrido un fallo pulmonar que bloqueaba sus vías respiratorias causando así que su respiración se deteriorara poco a poco debido a su cáncer de pulmón.
Siempre supe que su condición no era la mejor, pero no esperaba que empeorara con tal rápidez. Afortunadamente, no hubo complicaciones durante su operación pero de todos modos no podíamos esperar una rápida mejoría. Nos explicaron que debería permanecer en el hospital por al menos cuatro semanas para revisiones diarias y un tratamiento más agresivo. Estaban dispuestos a intentar todo con la intención de salvarla.

Después de todo, si se encontraba en peor estado que nunca.

Los doctores nos indicaron el camino hacía su habitación y yo solo podía pensar en como reaccionaría al verla. Tú decidiste darnos espacio a mi padre y a mí, así que te quedaste en la sala de espera.

Cuando estuve frente a su camilla, no pude evitar romper en llanto al verla conectada a máquinas que al parecer era lo que la mantenía con vida.

A pesar de su mal estado, ella se esforzaba por hablar y hacernos saber que todo estaría bien. Los tres sabíamos que eso no era cierto, pero pese a todo necesitábamos esperanza y optamos por permanecer juntos en sus últimos días de vida. Me tomaba las manos para hablarme y recordarme que aún seguía conmigo. Ella aún seguía a mi lado.

-Lia, cariño. Siento que éste es el momento adecuado para decirte que no podría estar más orgullosa de la mujer en la que te has convertido.

Con cada palabra que sus labios recitaban, mi corazón se rompía un poco más. Su voz era distinta a como solía serlo siempre, se oía decaída, ronca y sin fuerzas. Traté de repetirme a mi misma que todo estaría bien, que si podríamos salir de esto, pero una parte de mi, no paraba de pensar que sus palabras eran una despedida.

-Sé que esto es muy duro para ti, pero quiero que sigas siendo igual de fuerte como lo has sido hasta ahora. No importa lo que pase, solo sigue adelante y recuerda que eres una artista. Sigue pintando capítulos en tu vida, hija. Que cada uno sea más brillante que el anterior.

No sabía que decir. Las palabras me habían abandonado y yo solo me centraba en llorar sobre su regazo. Fue el momento más desgarrador por el cuál hubiese pasado en toda mi vida, y es que nunca se está listo para decirle adiós a quien amas.

Los minutos pasaban y yo seguía junto a ella disfrutando de su compañía. Pese a mis lagrimas, logré hablarle y hacerle saber que estaría junto a ella esperando lo peor. Tenía fé en que lo superaríamos juntas y no estaba dispuesta a desfallecer frente a ella.

Pasamos al rededor de una hora dentro de aquella fría y triste habitación de hospital. Mi madre me pidió un momento a solas con mi padre y yo opté por dárselos.
Cuando por fin estuve fuera de la habitación, tú volviste a mi mente. Te había olvidado por completo y lo más seguro es que para ese entonces, ya te habrías marchado. Me dirigí hacía la sala de espera y una sonrisa se dibujó en mis labios al verte allí con la cabeza baja. Después de todo ese tiempo... te habías quedado.

Me acerqué despacio a ti para luego darte un tierno beso en las mejillas y agradecerte por haberte quedado.

-Gracias, Dante.

-¿Por qué me agradeces?

-Te quedaste aquí todo éste tiempo. Agradecerte es lo menos que puedo hacer.

Pasaste tus dedos por mis pómulos y secaste mis lágrimas para luego besar mi frente y mirarme firmemente a los ojos. Tu mirada era triste y decaída. ¿Acaso habías llorado?
En ese momento no lo entendía, pero toda ese asunto con mi madre te había afectado. Hubiese querido apoyarte en aquél instante, pero lamentablemente tú querías protegerme a mi y solo sufriste en silencio.

-No debes hacer nada por mi.
Yo siempre estaré junto a ti, Lia. En la buenas y en las malas siempre puedes contar conmigo, cariño.

Lo que nunca te dije [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora