22.

63 13 2
                                    

-El aire se comenzó a escapar de su pulmón derecho llenando el espacio entre éste y la pared torácica impidiendo que el pulmón se expandiera como es debido.
Sufrio un colapso pulmonar espontaneo y los doctores no pudieron hacer nada para evitarlo. Falleció a las 11:38.-

Fueron las palabras que tu padre musitó en tu regazo mientras te abrazaba e intentaba consolarte.

Yo solo me limitaba a observar aquella fatídica escena desde una distancia prudente.
Pensé que era la mejor opción. No obstante, me miraste y te acercaste a mi con los ojos repletos de lágrimas y un corazón totalmente desgarrado.

Te tomé con delicadeza por la cadera y hundí tu cara en mi hombro con la esperanza de que pudieses sacar todo lo que en aquel maldito momento te estaba atormentando.

Quería hablarte y decirte lo mucho que lamentaba el que tuvieses que pasar por algo así, pero por más que me esforzaba, las palabras no brotaban de mis labios. El verte viviendo tal momento, solo revivia siluetas de lo que una vez también viví yo. Traté de ser fuerte por ti. Trataba de ser tu pilar cuando en realidad me estaba derrumbando por dentro.

¡Era una maldita pesadilla!

***

Con pequeños toques en mi hombro, tu padre llamó mi atención haciéndome saber que era hora de partir del hospital. Me pidió que te llevara a casa ya que él debía permanecer en el hospital para hacer algunas llamadas y planear un funeral lo antes posible y no queria hacerte pasar por más dolor del que ya habías soportado.

Tú cabeza yacía sobre mi hombro en aquella fría sala de espera y al momento de levantarte, te expliqué la situación y sólo te limitaste a caminar hacía el estacionamiento en silencio y sin mantener contacto visual con nadie a tu alrededor.

El trayecto a tu casa fue largo y silencioso, ninguno pronunciaba palabra alguna. Las circunstancias no eran las mejores y en aquél momento el silencio era la mejor opción para calmar las aguas, pero en todo caso, el ambiente fue tenso, frio y melancólico hasta el último instante.

Al momento de llegar, te acompañé hacía tu habitación y te recosté sobre la cama dejando un cálido beso sobre tus mejillas. Quería asegurarme de poder ayudar lo más que pudiese y estaba dispuesto a hacer todo a mi alcance para hacerte sentir menos miserable.
Comencé a alejarme lentamente para poder darte tu espacio y de repente tomaste con suavidad mi mano para evitar que me alejara más. -¿Podrias quedarte un poco más?-

Aquéllas palabras sólo lograron desgarrar más mi corazón. Era incapaz de dejarte sola en aquél estado, así que lentamente me hice un espacio en tu cama, me recosté a tu lado y te abracé con fuerzas con la intención de que supieras que siempre estaría a tu lado.

-Estaré junto a ti cada vez que me necesites, Lia. Desde que nos conocimos, siempre has sido la que me muestra el camido a la felicidad y ahora es momento de que yo sea tu luz.

-La verdad no sé como debería sentirme ahora, Dante. Es decir, no estás atado a mi. No es tu obligación apoyarme en esto. Si quisieras pudieras irte y dejarme sola. ¿Por qué te comportas de una manera tan buena conmigo?

-No estaba en mis planes decirte esto, pero has sido más que un simple noviazgo para mi. Quizás no te has dado cuenta, pero me has salvado más de lo que crees. Antes de ti, estaba hundido en un pozo repleto de tristeza y desesperación, pero de alguna manera, tú llegaste a mi vida y me lanzaste la cuerda que me mostró la libertad. Me enseñaste que después de la tormenta hay calma. Lía, tú eres mi calma. No hay nada que pueda hacer para agradecer todo lo que has hecho por mi. Sólo déjame estar contigo y por una vez, ser yo quien te salve a ti.

Nuevamente tus ojos se transformaron en un mar de lágrimas mientras tus labios se transformaban en el purgatorio de tus lamentos. -Vamos cariño, dejalo salir. Sacalo todo- Te abracé con fuerzas mientras llorabas y sacabas todo aquello que te estaba carcomiendo por dentro. Estaba decidido a quedarme junto a ti aunque al hacerlo también me destrozara. En aquél momento no importaba nada más que tú y eso lo tenía bien claro.

-Dante.

-¿Si?

Te diste la vuelta y me miraste cálidamente mientras poco a poco te acercabas más a mi rostro.

-Te amo.

Y fue en aquél instante cuando todo mi dolor cesó. Mi ritmo cardíaco se elevaba y mi respiración se tornaba agitaba y pesada, ¡JODER! ¡No sabía que viniendo de ti, aquelllas palabras provocarían un efecto tan fuerte en mi!
Dejé de darle tantas vuelvas al asunto y solo dejé que mi corazón hablase por mi. Sabía que era lo correcto luego de tantos momentos de dolor y desesperación.

-Yo tambien te amo, pequeño duende.

Lo que nunca te dije [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora