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Habían pasado cuatro semanas desde que estuvimos en la fosa.

Cuatro semanas las cuales estuvieron llenas de felicidad y alegría. En aquel transcurso del tiempo fuimos dos locos adolescentes enamorados los cuales vivían uno por el otro.

Cualquiera pensaría que después de soportar tanto dolor, sería imposible volver a ser feliz y aunque me avergüence, debo admitir que antes de ti, yo tuve esos pensamientos. Pensé que nunca volvería a ser ese chico dulce y amable luego de la muerte de mi madre.

Nunca pensé que luego de todo el dolor que estuve soportando, llegaría una persona a mostrarme la luz al final del túnel. Siento que cada momento que pasamos juntos sería envidiable para cualquiera que nos pudiera apreciar.

Pese a todas las adversidades, desafíos y desilusiones, pudimos escapar de aquel abismo en el que tanto tiempo estuvimos sumergidos. Ambos fuimos la salvación del otro y estaré eternamente agradecido por ello.

Había llegado el día de tu cumpleaños número 18 y a pesar de no querer una fiesta, querías que pasáramos el día juntos ya que era lo único que necesitabas para sentirte completa así que pasé a recogerte a tu casa a las 10:00 PM ya que tenía algo planeado para ti.

El viaje en auto fue divertido. Estuvimos la mayor parte riendo y charlando hasta que abriste el cajón de enfrente con la intención de conseguir algunas servilletas. Lentamente vi como tomabas entra tus dedos una fotografía en la que estabamos mi madre y yo días antes de ella fallecer.

En la foto se veía a un chico de 16 años junto una mujer postrada sobre una cama de hospital conectada a tubos de respiración y extrañas máquinas.

-¿Quién es ella?- Musitaste con voz dulce y relajada mientras yo me centraba en el camino ignorando tu pregunta.

-¿Es tu madre, no?- Volviste a preguntar ahora con más énfasis que la vez anterior y me vi obligado a responder.

-Tenía leucemia, murió hace dos años.

Me miraste incrédula y todo lo que reflejaba tu rostro era enojo y tristeza.

-¿Por qué no me lo contaste antes?- Dijiste con voz fría.

-No quería que te preocuparas por mi mientras tu mamá estaba enferma.

-¡No era motivo para ocultarmelo! Debiste decirme, Dante. Maldita sea, debiste hacerlo.- Gritaste con rabia mientras llorabas.

-Perdoname, Lia. Nunca fue mi intención hacerte sentir mal, pero tomé una decisión pensando que sería lo mejor para ambos y no me arrepiento de haberlo hecho.

-Si lo hubiese sabido te hubiese dado el apoyo que necesitabas. ¡No es justo que hayas pasado tanto tiempo con ese dolor por dentro sólo por cuidarme! Tienes el mal hábito de poner la felicidad de otros antes que la tuya y al final acabarás destrozado por eso.

-Quizas tengas razón, suelo hacerlo. Pero eso no significa que todo fue malo. Todo el tiempo que pasé junto a ti, en cierta forma me hizo dar cuenta de lo que en verdad importa. Y es que sin importar qué, debemos seguir hacía adelante sin mirar atrás. Es lo que realmente importa.

-Eres un maldito imbecil, pero pese a todo te quiero. Siento que hayas pasado por tanto dolor tú solo pero ahora quiero que me prometas que no volveras a sufrir por el bienestar de otros.

Lo que nunca te dije [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora