15.

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Levantaste tu mirada y me viste. Sonreíste e hiciste una seña de saludo con tus manos.

M sentía nervioso. Quería acercarme y decirte todo aquello que me estaba reventando por dentro. Quería hacerte entender que siempre podrías contar conmigo para lo que fuese.

Aunque por más que lo deseara... no tenia fuerzas para hacerlo. 
El efecto que provocabas en mi era tan fuerte que me paralizaba con tan solo mirarte.

Me esforcé por acercarme  y antes de recapacitar, me encontraba sentado junto a ti en aquella vieja banca. 
Un cómodo silencio rondaba a nuestro al rededor. Y es tan raro ya que estábamos en un lugar repleto de personas y muchísimo ruido, pero la verdad es que al estar junto a ti, todo lo demás se volvía distorsionado. Se sentía como si todo desapareciera a excepción de ti.

-No esperaba verte tan temprano, Lia.

-¿Debería disculparme?

-Al contrario,  yo debería agradecerte -Rio-

-Quisiera fingir que todo está bien, Dante. Pero la verdad es que todo es una mierda  

 -¿En que sentido? Todo está tan jodido que sería difícil escoger solo un problema a la vez.

-Joder, ¿Por qué es tan difícil decir lo que sientes?

Siento como si las palabras se escondieran en mi boca -Reiste-

-Podrías comenzar por ser sincera contigo misma.

-Lo intento, pero no es tan simple.

-¿Que puedo hacer para que sea más fácil?

-Reíste y te sonrojaste- ¿Podrías sentarte de espaldas hacia mi? Es mas fácil si no me ves.

Hago un mohín pero acepto tu condición y me doy la vuelta mientras me rio a carcajadas.

-Dante, es solo que no quisiera que nos distanciaramos.
Te juro que contigo me he sentido más feliz que con cualquier otra persona en estos últimos meses. Sé que parezco una loca desesperada, pero te juro que en este corto tiempo me he sentido bien junto a ti y pues...

-Yo también quiero que nos demos la oportunidad de conocernos más- Digo dándome vuelta y quedando frente a tus hermosos ojos color miel-

-No tengo idea de lo que deberíamos hacer con todo esto -Dijiste dejando caer tu frente sobre la mía-

-Escucha Lia... Soy un desastre, lo admito. Pero la verdad es que contigo me siento seguro de mi mismo y no quisiera cometer un error que nos cueste a ambos el poder estar juntos.

Sé que todo esto ha sido muy repentino para los dos. Pero tienes que saber que contigo estoy dispuesto no solo a mojarme... si no que nadaría hacia el fondo del mar si con eso podríamos estar juntos.

-¿Y que sugieres? -Dijiste en un susurro-

-Lo mejor sería darle tiempo al tiempo y dejar que todo fluya.... Pero no necesito tiempo para saber que quiero ser parte de tu vida.

Creo que esas palabras causaron más efecto en mi que en ti, tus mejillas comenzaban a sonrojarse y tu me mirabas a los ojos sin siquiera pestañear.

Tu no decías nada, solo me mirabas hasta que tu semblante cambió, sonreíste, te arrollidaste frente a mi y besaste mis labios como tanta ternura y pasión que no se si pueda describirlo de manera correcta.

Me sentía feliz y en paz conmigo mismo, y a decir verdad, podría apostar mi vida al decir que tu te sentías igual.

-Dante, si creo que deberíamos tomarlo con calma... pero al igual que tú, estoy más que segura que eres todo lo que necesito. Nos daré todo el tiempo que necesitemos, pero desde hoy quiero que sepas que estoy lista para lo que sea... siempre y cuando sea  a tu lado -Dijiste mientras me mirabas fijamente a los ojos -

-Me alegra que ambos hayamos podido dar éste paso, Lia. 
Pese a todo sé que haremos que esto funciones. No importa como, pero haré que funcione.

-Sé que no me equivoqué contigo, eres un gran chico y lo supe desde el momento en que me apoyaste sin siquiera conocerme. Quiero ayudarte igual como tu quieres hacerlo conmigo, pero para eso debemos ser honestos el uno al otro. Sin secretos ni mentiras.

En aquel justo momento, suena la campana avisando a todos que se dirijan a sus aulas. Ambos nos levantamos mientras yo tomaba tus manos llevándolas hasta mi pecho.

-Estoy dispuesto a entregarlo todo por ti. Sin secretos ni mentiras.

Sonreíste y me comenzaste a llenar la cara con miles de besos mientras te sostenías de mi cuello. Parecías una niña entusiasmada por alguna pequeña estupidez y eso provocó fuertes carcajadas en mi.

-Mi última clase acaba a las 11, te esperaré en la puerta principal, no hagas preguntas y se puntual, no faltes, grandulon.

Dijiste esas palabras señalándome con tu dedo en forma de amenaza mientras mis ojos te veían repletos de ternura. Entraste a tú aula y yo me di la vuelta para ir a la mía.

En ese preciso momento, me sentía como la persona más afortunada de todo el maldito mundo y tu eras la responsable de ese sentimiento.

Lo que nunca te dije [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora