Jodie y yo nos sentamos en la terraza de un bar. Pedimos dos margaritas y quedamos en silencio. No tengo ni puta idea de qué decirle. Me siento muy rara estando aquí con ella y la verdad es que no sé por qué le he dicho de tomarnos esa copa ahora mismo. Noto como ella también está algo nerviosa, se acomoda en la silla y juguetea con sus manos, como buscando un tema de conversación que sacar sobre la mesa.
Pero sin pensarlo dos veces, comienzo a hacerle preguntas para saciar mi sed de saber más sobre... su madre.
—Entonces, tus padres están separados, ¿no?
La mirada de Jodie me da a entender que mi pregunta le ha extrañado.
—Sí, se separaron hace dos años —explica.
—¿Y qué tal lo llevas?
—Bueno —se encoge de hombros, mostrándose indiferente con la situación—. Lo llevo bien. Es un coñazo estar cada semana cambiando de casa, pero es lo que hay. Los dos nos quieren ver por igual a mi hermano y a mí.
Asiento lentamente con la cabeza. Así que, hay semanas que Bridget se las pasa sola en casa. Interesante.
—Sinceramente, para lo mal que empezaron a llevarse me alegro de que cada uno haya tomado un camino diferente —se incorpora en la mesa—. Mi madre lo ha pasado bastante mal, y me alegro que ahora esté mucho mejor. Se lo merece.
Escuchar esto me hace sonreír ampliamente. Incluso me estoy poniendo un poco nerviosa. Para mi salvación el camarero llega con los dos margaritas que hemos pedido, interrumpiendo nuestra interesante conversación.
Quedamos un rato en silencio. Me muero por seguir preguntándole cosas sobre su vida, sobre su madre, sus amores, su divorcio. Pero me las trago. Debo hacerlo si no quiero que empiece a sospechar. Sería demasiado raro estar todo el rato hablando de Bridget. Además, como hija suya seguro que no se siente muy cómoda hablando de ella con alguien a quien no conoce demasiado. Porque realmente, nos hemos visto dos veces en la vida.
Entonces Jodie rompe el silencio y comienza con las preguntas que no quería que llegasen nunca. Comienza a querer saber un poco más de mí.
No estoy interesada en comenzar una amistad con ella pero me tengo que aguantar y responder. La culpa es mía por invitarla a este estúpido coctel. Podría haber quedado como una puta borde y darle largas. Me ahorraría pasar este mal trago.
—Entonces tú... ¿Cuántos años tienes?
—Veintisiete.
—¿En serio? —alza las cejas como si no se esperase para nada esa respuesta—. No los aparentas.
Suelto una carcajada. Para mi suerte o mi desgracia, no es la primera persona que me dice esto.
—Y a ver, no quiero meter la pata pero... tu nombre es Sarah ¿verdad?
—Exactamente.
Jodie me observa durante unos segundos y se aventura a decir.
—La verdad es que no me suenas de nada. Aquella noche en la discoteca era la primera vez que te veía. ¿No sueles ir por allí?
—No. Ni de coña. ¿Yo en una discoteca? Lo hice porque mi amiga quería ir.
—Pues dale las gracias a tu amiga —le da un sorbo a su coctel sin apartar la mirada de mí.
—¿Cómo?
—Las gracias —aclara—, por llevarte esa noche allí y... hacer que te conozca.
Estoy empezando a sentir una presión en el pecho. Quiero levantarme y salir corriendo. No puedo permitir que Jodie empiece a sentirse atraída por mí. No puedo hacerme su amiga, esta no es la historia que quiero. Pero me está mirando de esta manera, y me está diciendo esto... Estoy segura de que pronto va a empezar a tirarme los trastos. Seguro que vuelve a intentar tener algo más conmigo. ¡Y no es una buena idea!
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Llámalo Destino
Roman d'amourSarah es una joven actriz que todavía no tiene muy claro su futuro. En sus ratos libres se desahoga escribiendo y pasa más tiempo del que debería en la acogedora cafetería de su tía. Allí, conocerá a la que se convertirá en una mujer muy especial co...