Sirius estaba en Grimmauld Place, encerrado en su propia miseria. Había odiado aquel lugar por mucho y ahora no solo tenía que vivir con el recuerdo sino dentro de él. Dumbledore había vuelto a reunir a la Orden del Fénix, lo poco que quedaba de ella. Pero a él le habia ordenado mantenerse al margen de todo lo que estaba por suceder.
Sin embargo, un nombre entre todos resaltó una noche. Uno que no solo trajo recuerdos sino el destello de una ilusión, un atisbo de esperanza que permanecía vivo.
- Isabel sigue siendo una Jones, pero porque así lo ha querido, Sirius. Pero su apellido de casada es Grandchester - dijo Remus con una voz calmada.
- Casada - repitió en un tono bajo mientras daba un vistazo al vaso con Whisky de Fuego en su mano - ¿Quién lo diría?
- Isabel siempre fue una hermosa chica, pero te sorprenderá saber que su esposo es muggle.
Aquello hizo que Sirius se acomodase en su lugar. Pareció mas interesado y Remus lo notó.
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
- De cualquier forma la harás, Lunatico. Además eres el único amigo que tengo. Puedes hablarme lo que desees - concedió con tono cansado.
- ¿Por qué nunca le dijiste como te sentías? James y yo estabamos seguros de que la amabas. Aún así, la alejaste.
- ¿Que ganaba con eso? De cualquier manera, ella me detesta ahora, ¿no es así? Seguro pensó que era culpable de todo acerca de James y Lily - le miró con rencor y dio un sorbo a su bebida - Es Hestia ahora, ¿cierto? Ya no es nuestra Isabel.
- Ella fue a Azkaban, me pidió ir.
La confesión de Remus sonó culpable y rápida. Como si quisiera sacarlo de su mente. Sirius le miró traspasandole y el ojimiel suspiró.
- Tuve que encargarme del funeral de Lily y James, junto con Minerva incluso Isabel. Ella...se enojó conmigo, me pidió que fuera con ella a Azkaban, insistió en que no eras culpable - explicó mientras Sirius escuchaba atento - Fui un idiota y le dije una sarta de cosas de las cuales he vivido arrepentido. Se que ella fue a verte, incluso se que pidió por tu juicio ante el Wizengamot.
- Pero yo nunca le...
- Supongo que no fue fácil para ella volver, ¿recuerdas que no era capaz de conjurar un patronus? Para ir, es necesario hacerlo y ella no tenía el nivel de autoridad en el Ministerio para visitarte siempre que quisiera.
- Pero luego nunca volvió a hacerlo - siseó con desaprobación y Remus solo cabeceó entre un gran suspiro.
- No se las razones, pero, puedes preguntárselo. Vendrá mañana a la primera reunión de la Orden - Remus tomó un poco del te en su taza y se mordió el labio pensativo - Isabel me dijo una vez que pensaba cambiarse su nombre a Hestia, porque tu le decías que era su contraparte libre de ataduras, la parte mas deshinibida de ella. Quizás, algo de la Isabel que conocíamos quede en ella.
- Ahora es una auror, ¿no? ¿Tiene hijos? - la pregunta rondaba en su mente pero Remus negó, lo que le hizo relajarse - ¿Sigue tan hermosa como siempre?
Remus sonrió y asintió lentamente, sin embargo la expresión en su rostro cambió de forma inmediata.
- Isabel se convirtió en una mujer no solamente hermosa, Sirius, sino implacable. Apenas me ha visto hace unos días y al Albus darle la noticia acerca de ti y de Peter me ha dado una bofetada que aún sigue doliéndome - le dijo sacando una sonrisa en Sirius - ¿Aun la quieres?
- ¿De que serviría mi respuesta? - gruñó sin mirarle.
- Ya has perdido mucho, quizás sería mejor si no la ves mañana Sirius.
- Da igual - exhaló - Hestia Jones es una mujer casada, que obviamente no dejaría a su marido para irse con un prófugo de la justicia con un ahijado perseguido por el mismísimo demonio en persona.
- Isabel ama a Harry, aunque no ha permanecido tan cerca de él como quiso. Ahora ella forma parte del Wizengamot, sus responsabilidades han cambiado - le defendió aún con la expresión molesta de Sirius - Ella pidió a Dumbledore quedarse con Harry. Pero Marlene era su madrina, no ella. Así que no tenía ningún poder para hacerlo y se lo negaron. Todos perdimos esa noche, Canuto. Pero parece inevitable seguir perdiendo.
Esa mañana Sirius se encontró solo en aquel lugar, solo con la compañía del elfo que parecía detestarlo aún mas que en su niñez. Escuchó un ruido y su corazón latió con rápidez. ¿Le habrían encontrado? ¿Alguien lo habría delatado? Tomó su varita con fuerza y caminó hacia la entrada. Unos ojos castaños le miraron con sorpresa y él retrocedió unos pasos. Aquella mujer estaba ataviada en una túnica oscura y llevaba el cabello largo, en ondas suelto por sus hombros, comenzó a quitar sus guantes negros y los guardó en uno de los bolsillos de la túnica.
- Parece que has visto a un fantasma - dijo ella con una voz suave, igual a la que recordaba.
- La reunión con la Orden es hasta la noche y este lugar es un absoluto basurero - espetó con fuerza y ella alzó una ceja.
- ¡Ah! Recuerdo que me lo había descrito de esa forma.
Sirius bajó su varita y vio como ella caminaba con rapidez hacia él, arropandole en un abrazo fuerte y cálido. El ojigris tardó en responder ante la sorpresa pero segundos después, le envolvió de una manera ansiosa. Sintió como ella sollozaba y lo tomaba con fuerza, rompiéndole el corazón en pedazos.
- Siempre supe que eras inocente. Siempre lo supe y nadie quería creerme - dijo entredientes.
- Al menos alguien creía en mi, Is - susurró a su oído y ella se separó limpiándose el rostro.
- Nadie me llama Is, Black. Ahora soy Hestia - espetó y él alzó una ceja.
- Así me han dicho, supongo que es complicado abandonar los viejos hábitos, Jones.
Isabel sonrió y le miró de arriba a abajo. Escrutandole cuidadosamente.
- Pensé que estarías hecho una piltrafa, pero Azkaban no te ha destruído del todo. ¿Cómo lograste escapar? Sirius, por Merlín, no sabes cuanto he pensado en ti.
- A ti el tiempo te ha sentado aún mejor, Hestia - dijo con suavidad - Pensé que me odiabas.
- Te odio, pero, nunca he dejado de pensar en ti. Así que es momento de que aclaremos muchas cosas, Black.
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Con amor, Sirius Black
FanfictionUna sonrisa seductora vale mas que mil rosas Eso es lo que un chico de ojos grises siempre piensa Reglas, que valen mas que toda una vida. Existen palabras que pueden detener toda una vida, y cambiar todo un corazón. Seguramente algo para lo que no...