ONCE.

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Habían demasiados barcos en el muelle, todos tenían el mismo símbolo; una A grabada en el metal como marca personal de la gente de Hizuru

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Habían demasiados barcos en el muelle, todos tenían el mismo símbolo; una A grabada en el metal como marca personal de la gente de Hizuru. Eran los Azumabito, y aunque las memorias eran difusas en su mente, todavía recordaba a aquella gente que se involucraba con los Ackerman dispuestos a apoyarlos. Las únicas personas que no los veían como demonios.

Aquella mañana llegaba tarde a la reunión que programaron los mandos del ejército. Se había quedado dormida después de haber curado ella misma sus heridas cosiendo su brazo y arrastrándose hacia su cama. Había tomado alcohol, pero no el suficiente. Pero el peor dolor de todos era la imagen de la muerte de personas inocentes. Los gritos llenos de desesperación aún estaban impresos en su memoria, eran tantos que le parecía imposible callarlos. Estaba harta, no quería seguir peleando por Marle, los aborrecía con cada parte de su cuerpo, eran bestias peores que los eldianos o quizás iguales a los que una vez lo aplastaron todo, guardaban rencor castigando a inocentes de los crímenes ajenos.

Sus manos se frotaron contra el uniforme y movió la cabeza para quitar el flequillo que caía por su frente. El cabello le estaba creciendo, era lo que quería, tener un cabello largo como el de su madre. Los extrañaba tanto y todos los eventos recientes la volvían susceptible al dolor de las memorias viejas.

Impactó sus nudillos contra la puerta caoba tomándose el tiempo de alisar las arrugas del pulcro uniforme. Sus manos estaban sudando y temía más por Zeke que por ella. El ejército era capaz de darle el poder del titán bestia a Colt, el nuevo aspirante a guerrero.

— Lamento la demora. —la puerta se abrió cediéndole la entrada. Todos los ojos se posaron sobre ella como cuchillas que le reclamaban en silencio. Ella inclinó su cabeza incapaz de querer pelear contra ellos, estaba agotada por la pelea contra Levi—. No volverá a pasar, fue un error.

— No, demonio. El error fue haber dejado que una mujer como tú se metiera en asuntos que no le correspondían. —el coronel se acercó manteniendo sus manos a su costado. Se quedó de pie frente a ella examinándola hasta que le arrancó la cinta roja de su brazo y lo tiró al suelo pisándola y escupiéndole. En seguida alzó la mano pidiendo otro brazalete. Un cadete lo cedió con miedo y él lo aceptó para arrojarla al pecho de Irina—. Tú lugar esta en el campo de batalla, asqueroso monstruo. —la cinta cayó a sus pies junto a la otra. Ella las miró sin moverse, era de color gris y sabía lo que significaba. Sintió su sangre hervir y las lágrimas de impotencia se deslizaron por sus mejillas. No quería verse vulnerable frente a todos ellos, pero necesitaba sacar aquella rabia de alguna forma—. ¿Qué estas esperando? ¡Levántala y lárgate! Ya no perteneces a estas reuniones, nunca debiste ser una guerrera.

Irina reunió las fuerzas necesarias para obligarse a no cometer una tontería, sin embargo mandó todo al demonio estallando. A cambio dio la vuelta sin recoger las dos cintas, no le importó las palabras que él hombre fuera a decirle. Salió de la habitación bajo la atenta mirada del resto de los guerreros. Por un breve instante miró a Zeke sentado sin decir nada y su corazón se rompió en mil pedazos. Irina comprendió que mantener su puesto como jefe de guerra y seguir con su oculto plan era más importante que defenderla.

𝐖𝐀𝐑𝐑𝐈𝐎𝐑𝐒 ┇ ❛𝑍𝑒𝑘𝑒 𝐽𝑎𝑒𝑔𝑒𝑟; 𝐿𝑒𝑣𝑖 𝐴𝑐𝑘𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛 ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora